Usted está aquí: lunes 20 de marzo de 2006 Sociedad y Justicia También fue Noche de Primavera

También fue Noche de Primavera

La noche está fresca. La gente pasea por la calle Francisco I. Madero. Son las once y media y no hay rostros cansados. Algo llama la atención. Sí: en contraste con una mañana cualquiera, la gente camina por las calles (cerradas al tránsito vehicular) del Centro Histórico de su ciudad y va sonriendo.

En parejas, en familia, en banditas de amigos, de todas las edades, la raza se deja caer en esta ya tradicional Noche de Primavera, organizada desde hace tres años por el Gobierno del Distrito Federal y que en esta ocasión incluyó al Festival Internacional del Agua.

Hay para todos, desde conciertos de orquesta hasta funciones de cine. Incluso un solitario violinista en la calle tiene su público. Hasta los organilleros decidieron desvelarse. Aunque quizá lo que más llama la atención es la nutrida afluencia a la exposición de nacimientos montada en el Palacio de Cultura de Banamex. Pasa de la medianoche, ¡y son tantos los capitalinos con ganas de darse la vuelta por un museo!

Música que encanta

En la esquina de Isabel la Católica y Francisco I. Madero un nutrido grupo de espectadores mira hacia un balcón, donde el grupo Muna Azul toca una encantadora música, con fusiones que evocan lo medieval, flamenco y árabe, a la Dead Can Dance.

Hay, sin embargo, quienes no están conformes: un paseante que estuvo en las dos pasadas Noches de Primavera, comenta que ésta la siente más bien aburrida, sin tanta actividad como en años anteriores.

Como a la una y media de la madrugada el esperado plato fuerte de la noche: Willie Colón y su orquesta.

Las parejas bailan sobre la plancha del Zócalo a medio llenar. Al comienzo de la velada y alejado del bullicio, en la parte trasera de la plancha, Felipe García Martínez, de unos 60 años, gorra de lana y chamarra café de cuadritos, con las manos en los bolsillos, escucha Idilio. García, de la colonia Obrera, anduvo oyendo boleros en la calle de Gante y las orquestas en el Palacio de Minería; pasó al Zócalo, pero "había unos conjuntos extranjeros, como rebeldes" (Zap Mama) y mejor se fue a oír tríos.

"El Gobierno del Distrito Fefederal le ha dado gusto al pueblo", dice, mientras suena Demasiado corazón. "Creo que por eso están contentos los capitalinos con (las autoridades) perredistas."

"Yo ya no podía ir al teatro porque está muy caro. Del 90 para acá me quedé pobre, pobre..." Antes sí podía pagar -dice-, e inclusive fue a ver a Frank Sinatra al Palacio de los Deportes, "con una señora que en paz descanse".

Ahora, cuando su chamba (en un estacionamiento) lo deja, es asiduo a los conciertos en el Zócalo.

Y sí, los capitalinos de verdad parecen disfrutar de noches como ésta, en la que no hay campañas políticas ni temor a la inseguridad ni angustia por llegar a tiempo a ningún lado, sólo las simples ganas de pisar las calles y recordar que al final y al cabo son nuestras.

Tania Molina Ramírez

 
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