Bush abandona a Musharraf
El presidente de EU va y viene. Y provoca el enfado de Pakistán
Ampliar la imagen Un niño carga una pancarta donde se acusa a George Bush de ser el ''terrorista número uno'', durante una manifestación de musulmanes y comunistas en India el pasado 3 de marzo Foto: Ap
Después de la "histórica" visita de Bush a India, su breve escala en Pakistán, el 3 y 4 de marzo, estaba encaminada a ser un anticlímax. Pero resultó peor. Cuando partió, un Congreso que ya de por sí era antiestadunidense lo acusó de ser hipócrita, veleidoso e indigno de confianza. El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, paladín de la alianza con Estados Unidos, a quien Bush ha llamado "mi amigo", se encontró más acosado que nunca.
Bush hizo historia en India al rescribir las normas globales que regulan el poder y las armas nucleares para hacer una excepción en favor de sus anfitriones. Pakistán, que al igual que India detonó bombas nucleares en 1998 y nunca se ha integrado al régimen internacional de la no proliferación, no recibe un tratamiento semejante. Por supuesto, sus antecedentes en proliferación nuclear son tan nefastos que esto nunca hubiera sido probable. Pero el asunto es el mejor ejemplo de la alta prioridad que EU concede ahora a sus relaciones con India.
Funcionarios paquistaníes sostienen que, en lo esencial, la visita de Bush les dejó casi todo lo que habían planeado. El único fracaso fue no haber logrado la firma de un "tratado de inversión bilateral", en razón de algunas diferencias pendientes. (Así pues, dicen las malas lenguas, India obtuvo un gran tratado nuclear; Pakistán ni siquiera un mal trato.)
Sin embargo, incluso Tasnim Aslam, hablando en representación del ministro de Asuntos Exteriores de Pakistán, reconoció que la percepción pública de la visita fue "muy negativa". Hay todavía una larga lista de agravios contra EU: las guerras en Afganistán e Irak y el ataque aéreo estadunidense de enero en territorio paquistaní, dirigido a presuntos terroristas, pero que también mató civiles. Junto a estos antecedentes, las grandes manifestaciones populares convocadas el mes pasado por los partidos islamistas paquistaníes contra la publicación en Europa de caricaturas del profeta Mahoma se transformaron en alarmantes protestas contra el general Musharraf y EU.
En Islamabad, Bush afirmó que había ido a ver si Musharraf estaba tan comprometido como antes a "llevar a los terroristas ante la justicia". "Y lo está", concluyó. Pakistán dice tener 80 mil soldados desplegados a lo largo de la lejana, escabrosa e ingobernable región fronteriza con Afganistán, donde muchos piensan que se oculta Osama Bin Laden. Pero la semana pasada se dio una encarnizada discusión con el gobierno afgano, el cual se queja de que Pakistán no hace lo suficiente para detener los progresivos ataques fronterizos de grupos militantes. En respuesta, Musharraf lanzó exactamente la misma acusación.
Así, la visita de Bush, en lugar de celebrar la amistad incondicional y la ayuda militar de Pakistán, puso de relieve su ambiguo papel en la "guerra contra el terrorismo". Poco antes de que Bush llegara, un bombazo en el consulado estadunidense en Karachi mató a cuatro personas. Durante la estadía del presidente, el ejército de Pakistán libraba una de sus grandes batallas, en la cual perecieron más de 140 personas, contra combatientes pro talibanes en el área tribal de Waziristán, cercana a Afganistán.
Para EU, que asevera desear la propagación de la democracia, es una vergüenza que Musharraf siga siendo el jefe del ejército y sólo haya ganado elecciones y referendos amañados. En consecuencia, los estadunidenses hablaron de la importancia de que las elecciones de 2007 sean libres e imparciales. Pero los líderes de los principales partidos tradicionales de oposición permanecen en el exilio. La oposición, incluso los partidos islamistas, dice que ya ha tenido suficiente del general Musharraf, y hace campaña por un gobierno interino que supervise la legalidad de las elecciones.
El general enfrenta una peligrosa insurgencia en Baluchistán, una de las cuatro provincias de Pakistán, y parece estar más aislado. Sin embargo, Bush ofreció poca ayuda. Dejó en claro que no presionaría demasiado a India para que haga concesiones en cuanto al gran empeño de la política exterior del general: la búsqueda de un arreglo en la disputa sobre Cachemira. Desde la perspectiva de Pakistán, el proceso de paz con India parece haber perdido velocidad. Si, como es cada vez más probable, la culpa por el estallido de bombas en Varanasi recae en un grupo radicado en Pakistán, el proceso podría revertirse.
FUENTE: THE ECONOMIST