Mañana estrenan El ocaso de los dioses, con dirección escénica de Sergio Vela
Culmina en Bellas Artes la producción mexicana de la tetralogía de Wagner
Ampliar la imagen Ensayo de El ocaso de los dioses, última parte de la tetralogía de Richard Wagner, El anillo del Nibelungo, que mañana se estrenará en el Palacio de Bellas Artes, en el conrtexto de la versión 22 del Festival de México en el Centro Histórico Foto: Marco Peláez
Cuarta y última entrega: un final epopéyico, magnificente, acorde con la monumentabilidad misma de lo que ha implicado el montaje íntegro, por vez primera en México, de la tetralogía de El anillo del Nibelungo, de Richard Wagner.
Eso es lo que promete el estreno en el país de El ocaso de los dioses, título postrero de dicha saga, con base en lo que se pudo apreciar durante el ensayo general del montaje, abierto a invitados y medios de comunicación.
Este ocurrió el jueves, en el Palacio de Bellas Artes, donde se efectuarán tres funciones de la obra a partir de este domingo, a las 17 horas, como uno de los espectáculos estelares de la versión 22 del Festival de México en el Centro Histórico, instancia productora a la que se debe tan titánica iniciativa en complicidad con la Compañía Nacional de Opera.
Clímax musical y dramático
El ocaso de los dioses es la puesta más extensa de la tetralogía, con cerca de cinco horas y media de duración, con dos intermedios de 30 minutos. En ella se concentra acaso el clímax de la historia tanto en lo musical y lo dramático, con pasajes brillantes y estremecedores.
El director escénico Sergio Vela compila en este último título los elementos y recursos escénicos de los tres precedentes (El oro del Rhin, La Valquiria y Sigfrido) para delinear un discurso escénico emotivo, contundente, que lo mismo sorprende y conmueve.
Tales son los casos de los efectos visuales que permiten que las ondinas desarrollen en mitad del escenario un ballet acuático, merced al empleo de video y la danza área; o que flote la barca donde yace Sigfrido una vez que es asesinado; o los constantes y complejos cambios de ambientación y paisajes, en plena escena, con un manejo impecable de la escenografía, realizada por Jorge Ballina.
Lo musical no es menos espectacular, con una actuación del director italiano Guido Maria Guida, que refrenda el pulcro y meticuloso trabajo que ha desarrollado a lo largo del ciclo al frente de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, misma que ofrece una interpretación wagneriana telúrica, de gran profundidad, con notas que resuenan en el plexo solar y estremecen la piel, sobre todo en el tercer y último acto.
Destaca también la participación del elenco en general, homogéneo en todo aspecto, aunque sobresale, sin duda, el quehacer que desarrollan a lo largo de sus intervenciones los cantantes Ursula Prem, Peter Svensson y Andrea Silvestelli, especialistas en el repertorio wagneriano.
Sin embargo, un aspecto oscuro y lamentable del mencionado ensayo fue la actitud de personal del festival, que obligó a los reporteros gráficos a retirarse del teatro a sólo unos minutos de iniciada la función.