La investigación
Uno. La propaganda moderna es una hábil combinación de información, verdades a media, juicios de valor y una variedad de exageraciones y distorsiones de la realidad, que busca influir en las masas. En general, a través de manipulaciones sicológicas, la propaganda tiende a confirmar ideas populares y agudizar los prejuicios; trata de movilizar a la población a través de sus emociones, en particular el miedo y el odio. Para tratar de convencer y modificar opiniones y juicios de la población, el propagandista se vale de todos los medios de difusión, oficiales o comerciales, y echa mano, también, de métodos inusuales como el rumor y las teorías conspirativas.
Según Heidegger, ex miembro del partido nazi, la muchedumbre es portadora de una "sicología irracional gregal". La connotación negativa del término propaganda, utilizado como sinónimo de mentira, desinformación y manipulación dirigida a las masas ignorantes, crea la ilusión de que la elite, la población "educada" e "informada" es inmune a los mensajes propagandísticos. Nada más alejado de la realidad.
Para construir la verdad "oficial" se utilizan genéricamente tres tipos de propaganda: blanca, gris y negra. La más dañina, la propaganda negra, es aquella que aduce otra fuente y no la verdadera; para encubrir su origen y sus intenciones se la rodea de ambigüedades, secretos y misterios. Es la más utilizadas en las operaciones clandestinas (o encubiertas) de los servicios de inteligencia y, por ello, es principalmente subversiva. Por lo general se la canaliza a los medios a través de "filtraciones"; una fuente "oficial" declara en forma "anónima", o el medio señala que no puede divulgar el origen de la información. Es decir, afirma algo que no es posible corroborar con certeza y, de esa manera, la "información" (propaganda) queda plantada como si fuera una "noticia". En buen romance, la propaganda negra tiene la ventaja de la irresponsabilidad, ya que permite difundir escándalos y rumores sin desacreditar al gobierno.
Una de las técnicas de la propaganda está dirigida a "obtener desaprobación". Esa técnica se utiliza para intentar persuadir a la audiencia blanco de la propaganda de que desapruebe una acción o idea popular, sugiriendo que está impulsada por un grupo temido o subversivo. Si se martillea en la población que las políticas que apoya son propias de gente indeseable o subversiva, entonces los miembros de la audiencia blanco de la propaganda pudieran decidir cambiar su posición original.
Dos. La "investigación" promovida por las bancadas de los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional en la Cámara de Diputados sobre "la presunta injerencia del gobierno de Venezuela en México a favor de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador y su vinculación con grupos subversivos" es parte de una campaña de propaganda negra impulsada por el foxismo-salinismo, que, a su vez, sirve a los intereses y la diplomacia de guerra de la administración Bush.
La conjura diversionista, denunciada en nuestra entrega anterior ("Preparando el voto del miedo", La Jornada, 13/3/06) siguió un guión predeterminado. Primero, información falsa sembrada en varios medios mexicanos por los especialistas en "trucos sucios" del Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a través de sus agentes locales fue recogida y ampliada por el periódico salinista Crónica. Después vinieron sendos pronunciamientos en Estados Unidos de los ex presidentes Carlos Salinas y Ernesto Zedillo sobre riesgos de "populismo" y "demagogia" en México, complementados casi a diario con la propaganda foxista sobre el tema. El 19 de marzo el PAN lanzó un nuevo espot elevisivo que utiliza una imagen de Hugo Chávez y se le escucha decir: "Presidente Fox: no se meta conmigo, caballero, porque sale espinao", seguido de López Obrador diciendo: "¡Cállese, ciudadano Presidente! ¡Cállate, chachalaca!"
El miércoles 22 siguió la ofensiva de la derecha de Acción Nacional y del PRI en la Cámara de Diputados. El panista Rodrigo Iván Cortés volvió a meter miedo con el fantasma de las "células bolivarianas" que supuestamente "asuelan" al país, apoyado por sus correligionarios Germán Martínez, Patricia Garduño y Pablo Alejo López, todos alineados con las directrices y las operaciones clandestinas de Washington contra Cuba y Venezuela. Mientras, en el Senado, César Jáuregui (PAN) identificó a AMLO y a Chávez como "dos almas gemelas" y el priísta Enrique Jackson insistió en la "injerencia chavista". El fuego de la artillería panista fue reforzado por el capo del partido, Manuel Espino, quien asustó con el peligro de que "un gobierno de México estuviera sirviendo a los intereses de Hugo Chávez". Ante tanto fervor patriótico, lo más lindo fue la confesión del diputado Martínez cuando dijo que las únicas "pruebas" presentadas para pedir la investigación... "son recortes de periódicos". Ergo: la información falsa plantada en el diario Crónica.
Asistimos, pues, a una acción de propaganda negra, propia de la guerra sicológica, con sus caracterizaciones simplistas y maniqueas (bueno-malo, blanco-negro) para describir al enemigo, con Chávez en el papel de "diablo" y AMLO, "su alma gemela", recorriendo su mismo sendero "subversivo". Además, ambos encarna-rían el "populismo radical", señalado como el "nuevo enemigo" a vencer por el jefe del Comando Sur de Estados Unidos y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice. Es decir, los "patriotas" del PAN y del PRI, en definitiva, sirven a Washington. Nada nuevo.