Estado laico y dinámica poblacional
Mi homenaje a Benito Juárez en el bicentenario de su natalicio es dar reconocimiento de lo que significaron las transformaciones institucionales para la dinámica poblacional en un mundo político tan polarizado hoy entre liberales y conservadores, como lo fue a finales del siglo XIX. Esta efeméride histórica impulsó la formación de la República y mantuvo una excelente impresión del modelo de Estados Unidos, donde fue reconocido como único representante legítimo por el presidente Lincoln, cuando se enfrentaban sangrientas guerras internas.
El 5 de mayo es el día de identidad de los mexicanos inmigrantes en Estados Unidos, principalmente porque representa el triunfo contra los invasores franceses en Puebla, de quienes echaron a Juárez de México. ¿Cómo se sentiría hoy Juárez en la devastada ciudad de Nueva Orleáns, donde pasó dos años de su vida como refugiado político y pronunció las famosas palabras "El respeto al derecho ajeno es la paz"? ¿Qué diría hoy frente a las iniciativas de ley de los republicanos, que buscan criminalizar a más de 11 millones de inmigrantes indocumentados (80 por ciento, mexicanos) y a quienes les ayuden a buscar trabajo? Juárez estaría encabezando las marchas y manifestaciones de cientos de miles de migrantes en Los Angeles, Chicago, Denver, Phoenix, Milwaukee, Nueva Jersey o Seattle; si tomamos en cuenta un sustrato de su Manifiesto a la nación: "La inmigración de hombres activos e industriosos de otros países es sin duda una de las primeras exigencias de la República, porque del aumento de su población depende, aunque no únicamente del progresivo desarrollo de su riqueza y el consiguiente bienestar interior, sino también de la conservación de su nacionalidad. Por estas razones, el gobierno se propone trabajar muy empeñosamente en hacerla efectiva; y [...] cuidará de allanar las dificultades prácticas que se oponen a su ingreso y a su permanencia en el país [...] se demandan muchos brazos, para que vengan a emplearse en ellos multitud de emigrados, los cuales, una vez establecidos por cierto tiempo en la República, se radicarán en ella, para dedicarse a algún género de ocupación o industria, y atraerán sucesivamente, con su ejemplo y con sus invitaciones, a otros muchos individuos y familias de sus respectivos países".
El Benemérito de las Américas estaría muy sorprendido del debilitamiento de la laicidad en las sociedades democráticas, después de 150 años de luchas contra todo tipo de discriminación que se debatieron a los dos lados del río Bravo. Estaría indignado frente los grupos fundamentalistas cristianos que quieren imponer una visión religiosa en las leyes civiles de Estados Unidos y de grupos de Hispanos por la Vida que azuzados por los Prolifers gringos y apoyados por los obispos latinos quieren echar atrás el derecho al aborto protegido en ese país desde hace más de 30 años?
Pienso que un presidente que en 1857 abrió el derecho al divorcio en México, estaría por el derecho al aborto en el año 2006. Juárez era un hombre católico que no necesitó divorciarse ni controlar más allá su fecundidad, cuando la mortalidad infantil era tan alta (él perdió dos hijos) que balanceaba el tamaño de las familias. El también rechazaría enérgicamente la iniciativa del la fracción panista para sustituir la libertad de culto por una que admita la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Regresemos a su Manifiesto: "El Registro Civil es, sin duda, una de las medidas que con urgencia reclama nuestra sociedad, para quitar al clero esa forzosa y exclusiva intervención que hasta ahora ejerce en los principales actos de la vida de los ciudadanos [...] En primer lugar, para poner término definitivo a esa guerra sangrienta y fratricida que de una parte del clero está fomentando hace tanto tiempo, que la nación por sólo conservar los intereses y prerrogativas que heredó del sistema colonial, abusando escandalosamente de la influencia que le dan las riquezas que ha tenido en sus manos, y del ejercicio de su sagrado ministerio, desarmar de una vez a esta clase de los elementos que sirven de apoyo a su funesto dominio, cree indispensable: adoptar, como regla general e invariable, la más perfecta independencia entre los negocios del Estado y los puramente eclesiásticos".
El estaría indignado con el gabinete mexicano actual que redujo la inversión en política poblacional a uno por ciento del presupuesto de la Secretaría de Gobernación. Fue ese desprecio al Consejo Nacional de Población de los panistas, por contravenir las encíclicas de la Iglesia católica, lo que orilló a renunciar a su secretaria general, Elena Zúñiga, hace unos días. Me pregunto: ¿cuál sería hoy la dinámica poblacional si en 1974 no hubiese estado ya institucionalizado el Estado laico en México, es decir, si los conservadores no hubieran aprobado la Ley General de Población y no se hubiese fundado el Consejo Nacional de Población? Las madres mexicanas tendrían seis hijos en promedio en vez de 2.2; 1.2 por ciento de las mujeres habrían abortado, en vez de 0.1; habría el doble de madres adolescentes, y el triple de jóvenes buscando educación y empleo.
Si en 1974 el acelerado crecimiento demográfico fue el contexto para definir una auténtica y exitosa política de Estado, hoy es necesario incluir en las plataformas electorales el fortalecimiento del Conapo y del Estado laico, frente a retos distintos: las oportunidades de desarrollo para jóvenes; el apoyo institucional al empleo femenino y a nuevas configuraciones familiares; la migración interna e internacional; el derecho al aborto; la violencia de género; los derechos de ancianos y ancianas, y los derechos de hombres y mujeres indígenas.
Con cariño dedico este artículo a la memoria de Raúl Benítez Zenteno