Editorial
Los jóvenes hacen suyo el movimiento migrante
Las protestas contra la reforma migratoria que actualmente se encuentra en análisis en el Congreso estadunidense, que criminaliza la migración y propone medidas restrictivas para desalentar y detener el paso de trabajadores, han tomado por sorpresa a la sociedad de ese país, por la amplia convocatoria que han registrado. En las semanas recientes han salido a las calles de decenas de ciudades de Estados Unidos más de 2 millones de personas, manifestaciones en las que ha destacado la abundante participación de los jóvenes latinos de universidad y high school, la gran mayoría hijos de trabajadores agrícolas u obreros indocumentados, un componente que le da una fuerza adicional al movimiento.
El viernes y el sábado pasados, en actos en homenaje al líder campesino César Chávez, cientos de estudiantes volvieron a marchar en la principales ciudades de California, Texas y Nuevo México, entre otros estados, desafiando a las autoridades, que han hecho hasta lo imposible para evitar que los estudiantes se involucren en el movimiento migrante. Así, en localidades texanas la policía intentó impedir que los muchachos se manifestaran. En algunas zonas de Los Angeles, las patrullas hacen rondas frecuentes para evitar que los alumnos se unan a las protestas. Algunos llegaron al extremo de escalar las rejas de sus escuelas cuando los administradores intentaron encerrarlos dentro de las instalaciones. Medidas inútiles que únicamente han servido para crispar los ánimos de los escolares. Después de todo, sus familias y su futuro es lo que está en juego.
La actitud de los estudiantes latinos es consecuencia lógica de un entorno en el que prevalece la discriminación, la exclusión, la falta de oportunidades, la pobreza y la violencia. Esta situación definitivamente empeorará si el Congreso aprueba una reforma migratoria como la que proponen legisladores como los republicanos Jim Sensenbrenner, John Cornyn y Jon Kyl.
En respuesta a medidas reaccionarias, con grandes sonrisas y una frescura que se nota en sus carteles y opiniones, los jóvenes presentan argumentos contundentes. Gloria Saucedo, estudiante de una escuela preparatoria de El Paso, Texas, señaló a la prensa: "Soy ilegal y qué. El presidente (George W.) Bush debe saber que detrás de cada indocumentado hay un estudiante brillante que no puede trabajar".
Para darle mayor fuerza a su movimiento, los muchachos latinos usan todos los recursos a su alcance. Así, en las universidades los estudiantes migrantes van de una escuela a otra invitando a que más se sumen a la lucha, acciones que se están propagando poco a poco por todo el país, provocando incluso roces con grupos racistas y supremacistas blancos. Internet, un instrumento que manejan a la perfección los jóvenes, ha servido para organizar las marchas y acercar posturas entre alumnos de distintas ciudades de Estados Unidos.
El objetivo de los jóvenes es claro: presionar al gobierno y al Congreso para acabar con una política de exclusión y conseguir derechos justos para sus padres y para ellos. "Cuantos más seamos en la calle, más personas comenzarán a prestarnos atención. No nos vamos a quedar callados", dijo Zaira Mendoza, quien faltó a clases toda la semana para participar en las protestas.
La determinación mostrada por los estudiantes latinos durante la campaña de protestas sin duda hace bien al movimiento de los trabajadores migrantes. No hay que olvidar que la participación de los jóvenes en causas sociales fue vital en varios episodios trascendentales del siglo XX, como las manifestaciones estudiantiles que estremecieron el mundo en 1968. Es este sentido, si las autoridades de Estados Unidos insisten en sus leyes represivas, los jóvenes latinos podrían generar movilizaciones de mayor envergadura que cimbren la sociedad estadunidense en su conjunto en un futuro muy cercano.