Cine uruguayo en la Cineteca
La mirada de un cine que proviene de las luchas sociales y la clandestinidad, como el uruguayo, puede apreciarse en la Cineteca Nacional, durante un ciclo que concluirá el 9 de abril.
En Uruguay los años 60 estuvieron marcados por crisis económicas, descontento social y la presencia del grupo guerrillero de los Tupamaros. En el cine, el mercado era dominado por las empresas estadunidenses. En 1968, con el nacimiento de la Cinemateca del Tercer Mundo (formada por 30 cinéfilos que no ganaban nada con su trabajo) se crearon las bases de una nueva cultura cinematográfica.
Ante los movimientos estudiantiles en contra de las medidas del gobierno, las barricadas y la muerte de Líber Arce, varios integrantes de la cinemateca y otros estudiantes, comenzaron a filmar como una necesidad de manifestarse. Pasaron de la exhibición a la producción, cuando conjuntaron el material grabado en el documental Líber Arce, liberarse (1969), uno de los primeros filmes políticos del grupo que les mostraría la alternativa de producir cine independiente.
Concepto combativo
El golpe militar no eliminó la semilla del cine combativo plasmada en La marcha de los cañeros, por ejemplo. Los esfuerzos por hacer un cine serio se vieron hasta los años 80 con cintas como Mataron a Venancio Flores (1982). El cine nacional tuvo repunte en los años 90 con cintas como El dirigible (1994), de Pablo Dotta; Otario (1996), de Diego Urusaga Gardel; Ecos del silencio (1996), de Pablo Rodríguez, o El chevrolé (1998), de Ricardo Ricagni, coproducida con Argentina.
El nuevo siglo apuntaló la renovación del cine uruguayo. Luis Nieto se consolidó con Estrella del sur (2002). El último tren (2002) ganó varios premios nacionales e internacionales.
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De la redacción