Los
recursos invertidos en la prevención del VIH/sida en México
distan mucho de la cantidad que se requiere. Hasta ahora, el grueso de
los recursos se ha dirigido a atender y tratar ese padecimiento y casi
nada a prevenirlo. Este año, sin embargo, se comenzó a enderezar
esa política, que cojea de uno de sus componentes, al aprobarse
poco más de cien millones de pesos para prevenir infecciones de
VIH por transmisión sexual, gracias al cabildeo en la Cámara
de Diputados de organizaciones civiles como Fundar.
Por vez primera, se cuenta con un presupuesto significativo destinado a
evitar que se propague el VIH. Se trata de una oportunidad de oro para,
ahora sí, comenzar a fijar las bases de una política sólida
de prevención sexual del virus.
Parte de los recursos tendrá que destinarse a la investigación
para conocer más a fondo cómo se está comportando
la epidemia, y para identificar los comportamientos, actitudes y normas
que favorecen las conductas de riesgo de las personas.
También tendrá que contemplar un componente infaltable de
evaluación a fin de saber si lo que se está haciendo en México
funciona, determinar cuáles prácticas se han probado como
eficaces o eficientes para poder expandirlas a escalas mayores y multiplicar
su impacto.
Es importante que el ejercicio de estos recursos se realice de una manera
transparente y programada, de tal manera que al final del periodo se puedan
presentar resultados claros y tangibles, cuentas claras que sirvan de fundamento
para solicitar a la Cámara de Diputados vuelva a destinar no sólo
la misma cantidad de recursos al rubro de la prevención, sino incluso
que los aumente.
Estamos aún a tiempo de lograr que nuestro país figure a
nivel mundial como un ejemplo de compromiso en el combate a la epidemia
ahora que México será, en 2008, la sede de la XVII Conferencia
Internacional de Sida.
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