Editorial
Pederastia y pornografía infantil, un abuso de poder
El abuso sexual contra menores de edad y la pornografía infantil, dos delitos que muchas veces están estrechamente vinculados, están proliferando de tal manera que se han convertido en una verdadera pandemia social, tanto en México como en el mundo entero. El auge de crímenes tan aborrecibles se debe, en parte, a las facilidades en Internet para ofrecer y difundir pornografía infantil. Este binomio es uno de los puntos centrales de la investigación emprendida por la Procuraduría General de Justicia de Veracruz sobre una presunta red de pederastia en el Hospital General de la entidad.
De acuerdo con el procurador Emeterio López Márquez, médicos residentes y enfermeros están sujetos a investigación debido a varias denuncias de trabajadores sobre la existencia de pornografía infantil en las computadoras del hospital, en que supuestamente aparecen pacientes del área de pediatría. Además, las autoridades consideran la posibilidad de que ese material haya sido enviado por correo electrónico a las redes de pederastia en Internet y de que los menores hubieran sido víctimas de abuso. Otro punto a destacar en este caso es la inexplicable actitud de la dirección del nosocomio: los trabajadores añadieron que los directivos tan sólo interpusieron una demanda por "supuestos actos de exhibicionisno", se incautaron de las computadoras "aun antes de que intervinieran las autoridades judiciales" y borraron buena parte de las fotografías comprometedoras para minimizar el escándalo.
Por un lado, esta denuncia pone al descubierto el importante papel que desempeña Internet en estos delitos: la red ha permitido la drástica expansión del mercado de este tipo de materiales ilícitos, tanto en la oferta como en la demanda, lo que a su vez ha derivado en millonarias ganancias para las mafias que lo controlan. De hecho, la pornografía infantil es la tercera actividad ilegal más lucrativa a escala internacional, después del tráfico de drogas y el trasiego de armas.
Por el otro lado, el escándalo en el Hospital General de Veracruz tiene todas las características que distinguen a las redes de pederastia. En primer lugar, hay que señalar que el abuso de niños va más allá de una simple perversión: se trata de un abuso de poder perpetrado por gente en posiciones importantes funcionarios y empresarios, entre otras personas poderosas en contra de individuos indefensos, menores de edad que en su mayoría pertenecen a los estratos socioeconómicos más desfavorecidos. Estos factores explican en buena medida la impunidad de que gozan estas organizaciones criminales. Sin embargo, las redes de pederastia poseen otra característica poco conocida: están relacionadas con intereses políticos y de negocios, y para sus integrantes, el abuso de infantes es una especie de pacto entre ellos que garantiza el silencio y la complicidad de todos. En resumen, se trata de un mecanismo para tejer redes de intereses entre círculos de poder, mecanismo que, dicho sea de paso, recuerda los ritos de iniciación de algunas pandillas: violar a una mujer o asesinar a un desconocido asegura la lealtad del iniciado. De hecho, existe la sospecha de que este esquema criminal está detrás de la red de pederastia encabezada por el empresario Jean Succar Kuri detenido en Estados Unidos y a la espera de ser extraditado a México, en la que se ha involucrado a prominentes personajes de la escena política y varios importantes empresarios.
Queda claro, pues, que las autoridades judiciales tienen la obligación de atacar con todo el rigor de la ley a estas redes criminales, por la gravedad que implica el abuso de menores y por los riesgos sociales y políticos que conlleva tener a personas que gustan de abusar de su poder en posiciones encumbradas, sea cual fuere su ámbito de acción.