Aviación en riesgo
La suspensión de actividades en Aerocalifornia era previsible, pues son añejas las quejas de los pasajeros por las condiciones de su flota, así como en el ámbito interno las protestas de los trabajadores por la política laboral represiva, expresada en crecientes despidos, reducción de condiciones de trabajo y la existencia de un sindicato de adorno que no defiende los derechos de los trabajadores, y cuyo nombre la mayoría desconoce. Estas condiciones precarias traen a la memoria los casos de SARO, Aerolíneas Internacionales y TAESA (recuerden el dicho: "Si tu vida no te interesa, vuela por TAESA").
Está demostrado que un servicio adecuado de las líneas aéreas no sólo implica equipos modernos y sistemas de administración eficientes, sino también resulta fundamental contar con un modelo laboral que permita a los trabajadores participar responsablemente en el diseño de los procesos de trabajo. El personal de vuelo, pilotos y sobrecargos, requiere de jornadas y descansos adecuados, y capacitación idónea, a fin de estar en posibilidades de responder adecuadamente a situaciones de crisis. Tener un contrato colectivo de trabajo de protección patronal o un sindicato falso nulifica el circuito de confianza y comunicación que debe existir en esta actividad de alto riesgo.
Por lo que se refiere al personal que integra las tripulaciones aeronáuticas, desde hace tiempo operan en México sindicatos calificados profesionalmente, comprometidos en brindar un servicio de alta calidad con seguridad, como son la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA) y la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA). Sin embargo, algunas empresas se resisten a respetar la libre organización de sus trabajadores, optando por un modelo de control y represión empresarial; de ahí los constantes despidos. Dos días antes de la suspensión de actividades en Aerocalifornia, un nutrido grupo de trabajadores de esa aerolínea ratificaba su queja ante las autoridades laborales por su injustificado despido, aparentemente relacionado por la denuncia de un aterrizaje forzoso en el aeropuerto de la ciudad de México. En el caso de la empresa AVIACSA, no ha concluido aún el reclamo de sus pilotos por la indebida separación de que fueron objeto al pretender organizarse libremente.
Esta política empresarial tendiente a impedir formas colectivas de organización gremial se ha hecho presente hoy en las nuevas empresas aéreas, conocidas como "de bajo costo". Todas éstas, incluyendo las aerolíneas A Volar, Interjet y Volaris, han suscrito contratos colectivos de trabajo con sindicatos que ellas mismas escogen, sin tomar en cuenta la opinión de quienes ahí laboran. Los trabajadores de la empresa A Volar se sorprendieron al saber que estaban afiliados a un sindicato denominado Miguel Hidalgo, cuyas siglas refieren pomposamente toda transportación terrestre, marítima y aérea. A Volar e Interjet obligan a sus pilotos a suscribir pagarés por el importe de 40 mil dólares, como requisito de ingreso para garantizar un entrenamiento que es obligación patronal, y los salarios equivalen a la cuarta parte de lo que otras compañías cubren.
Si las condiciones de trabajo de las nuevas aerolíneas comerciales son malas, en el caso de los pilotos de ala rotativa (helicopteristas) son aún peores. Escuchar las anécdotas que narran los pilotos de la Sonda de Campeche, de quienes participan en el combate al narcotráfico o de quienes apoyan las actividades de la pesca del atún pondría los pelos de punta a cualquiera. Las condiciones extremas en las que vuelan, la ejecución de aterrizajes forzados en espacios de tan sólo un metro de plataforma dentro del mar, las persecuciones de que son constantemente objeto con armas de grueso calibre, así como la ausencia de equipos adecuados para las maniobras, son ejemplo de su situación. Muchos deben recordar el despido masivo de pilotos de ala rotativa cuando intentaron organizarse en un sindicato democrático, quienes por cierto continúan peleando ante las autoridades laborales por su reinstalación. Cuando se asumen actividades de alto riesgo con fatiga acumulada y jornadas extenuantes, o cuando el helicóptero carece de radar, los peligros aumentan, y los pilotos se ven obligados a operar limitados a sus habilidades y experiencia durante las aproximaciones visuales. Esta es la historia de muchas de las compañías que trabajan en las plataformas marítimas de Petróleos Mexicanos, que dejó de operar su propio equipo, subcontratando empresas privadas. En una de las más importantes, SAEMSA, aparece como miembro del consejo de administración el conocido líder petrolero Carlos Romero Deschamps. Este sector de trabajadores ha venido reclamando una legislación laboral especial que tome en cuenta las características de su servicio, pero sólo se recuerda esta exigencia cuando suceden accidentes fatales.
El caso de Aerocalifornia puede repetirse, de continuar la práctica de los contratos de protección patronal y el consentimiento de las autoridades laborales a estos actos de simulación; asimismo, se propiciará en el futuro la inestabilidad en el trabajo y la inseguridad en los vuelos, no habrá un contrapeso a la política de reducción indiscriminada de servicios indispensables, como los adiestramientos, con la excusa de bajar costos, y subsistirá la práctica de mantener en secreto las omisiones, incumplimientos e incidentes.
Tomando en cuenta la expansión esperada del sector aeronáutico, convendría aplicar una política de transparencia e información a los consumidores, para que éstos sepan que ponen en riesgo la vida propia y la de sus familiares al utilizar en sus vuelos compañías laboralmente precarias e inseguras, cuando pueden optar por transportación más segura, aun cuando tengan que cubrir tarifas ligeramente mayores.