Usted está aquí: sábado 8 de abril de 2006 Economía Calderón: dependencia alimentaria reloaded

Víctor M. Quintana S.

Calderón: dependencia alimentaria reloaded

El PRD debe estarle profundamente agradecido a Felipe Calderón. Si no fuera porque el candidato panista acaba de declarar que, de llegar a la presidencia, Javier Usabiaga, ex titular de Sagarpa, sería su asesor en materia agrícola, algunos despistados del sol azteca seguirían apoyándolo como su candidato a la gubernatura de Guanajuato. Dios nos agarre confesados.

Lo que el domingo pasado declaró en Tepatitlán, Jalisco, el abanderado albizaul, revela con claridad su propuesta de políticas para el campo: continuismo no sólo con las ejecutadas por su correligionario Vicente Fox, sino también con los gobiernos de Zedillo, Salinas y De la Madrid: Es claro que es Felipe y no Madrazo el alfil del sistema de poder económico trasnacional para que México siga cumpliendo su papel subordinado dentro de él.

La sola mención de Usabiaga como asesor, deja clara la orientación del proyecto calderonista para el campo. La gestión del guanajuatense, "el mejor secretario de Agricultura que haya tenido el país", según Vicente Fox, habla por sí sola: en los casi cinco años de su labor nuestro país incrementó en 40 por ciento las importaciones agroalimentarias con relación a los primeros cinco años del gobierno zedillista. Estas casi alcanzaron los 50 mil millones de dólares y representaron 40.5 por ciento de la producción agropecuaria, silvícola y pesquera en el mismo periodo Fueron de tal dimensión nuestras importaciones que anularon tres cuartas partes de las divisas que nos llegaron por las remesas de nuestros migrantes. Fueron tales las políticas de apoyo a los agricultores campesinos y familiares que tuvieron que emigrar 2 millones de ellos a Estados Unidos. Usabiaga logró lo increíble: hacerle contrapeso a Pemex: por cada dólar que nos ingresó por las exportaciones del petróleo, valuado como nunca, devolvimos 54 centavos por importaciones de alimentos. (La Jornada, 29 de marzo.)

El discurso "alteño" de Calderón atribuye el rezago del campo "al modelo de reparto agrario"; a que fue un proceso que duró 70 años y provocó "inseguridad jurídica". En consonancia con los hacendados y con el clero de Los Altos de Jalisco que, con las armas unos y con el sometimiento de conciencias otros, se opusieron a la Reforma Agraria, fruto de la Revolución de 1910, Felipe convierte a ésta en la causa fundamental de nuestra catástrofe agrícola. No es necesario analizar los impactos del ajuste económico en el campo, ni de dos décadas y media de políticas erradas del gobierno federal.

De acuerdo a la asesoría de Usabiaga, Calderón pensará que no hay crisis en el campo mexicano. Mientras broten los megaproyectos y continúen las exportaciones, no hay problema, así éstas las acaparen unas cuantas empresas, y sólo representen entre un 13 y un 15 por ciento del valor de la producción agropecuaria del país. Tampoco es un problema el TLCAN: lo único que necesitamos es tornar competitivos a nuestros productores, aunque la Casa Blanca tenga subsidios directos por productor treinta veces superiores a los nuestros. Habrá que seguir apoyando a quienes exportan lechugas como las de los funcionarios panistas del Bajío,aunque, por otro lado, importemos más de diez mil millones de dólares en carnes y despojos animales para que los ingieran las mayorías de este lado del Bravo. Habrá que apostarles a "los verdaderos empresarios agrícolas" y no ceder a las presiones de las organizaciones de campesinos pobres que más que fortalecimiento buscan el "enmañosamiento", como señaló don Javier hace poco más de un año. Si hay mucha presión social, habrá que llegar a acuerdos generales, como el Acuerdo Nacional para el Campo, celebrarlos con bombo y platillo, pero torpedearlos a la hora de redactar y aplicar las imprescindibles reglas de operación.

Bienvenidas las definiciones como ésta. Ahora podemos tener la confirmación de que si Felipe Calderón llega a la Presidencia con las mismas políticas de hace 24 años se seguirán produciendo los mismos efectos: dependencia alimentaria, emigración, destrucción del tejido social rural. Se seguirán dando subsidios preferenciales a los grandes productores; estímulos a los exportadores de frutas, tequila y cerveza y a los importadores de maíz, de trigo y de sorgo. Habrá manga ancha para las trasnacionales introductoras de las semillas transgénicas y reducción o eliminación de la inversión y el gasto públicos para los centros nacionales de investigación y extensión agrícola. Con otro gobierno panista, los agricultores campesinos estarán mañana peor que ayer y sólo Monsanto, Cargill, Grumma, Bimbo, entre otros pocos, estarán mañana mejor que ayer, como rezaban los malhadados spots de la presidencia.

 
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