Freud y el ombligo del sueño
Habitantes que somos de lo fugaz, intérpretes en nombre de la realidad, intentamos apresar el sentido y salir de la mundanidad, de la soledad y de la multitud. Dejar atrás la no verdad y apresar por un instante lo absoluto; sin embargo, nos enfrentamos brutalmente con ''el revés del tiempo, su negra espalda", su vuelco, aquello que se inserta en el ombligo del sueño; el lugar en que los hilos del sueño se entretejen para dar aposento al no sentido.
Ese ombligo incognoscible, donde los hijos del sentido se enmarañan haciendo imposible desenredarlos, ese centro, el -no sentido- que es tanto como aceptar que la clausura de la metáfisica no es hermética sino que tiene fisuras por donde lo irracional hace su aparición: ''la negra espalda del tiempo, el revés del tiempo".
De aquello que se nos va, que se nos escapa, aquello desconocido, de la lectura como polvo de huellas mnémicas verbales susceptibles de volatilizarse instantáneamente por poco que falte el contacto y vuelva a aparecer el hueco, la incompletud, el vacío y la desilusión, que nos enfrentan además a la fugacidad del instante vivido.
Un instante temporal es fugaz y singular, mas también es susceptible de ser repetido por evocación, y este evocar es una de las tareas del quehacer sicoanalítico.
Freud capta desde El proyecto de una psicología para neurólogos que el hombre se siente solo en el mundo, en condición marginal. Búsqueda permanente de lo que creíamos perdido al intuir que el dolor profundiza, y al verlo encarnado en otro nos despierta cierta identificación. Así, el sicoanálisis se despliega como una teoría no acabada que propone una arqueología de los conceptos y un intento de interpretación de lo originario, que establece paralelismos con una filosofía que se opone al logocentrismo por su oposición al cierre y a la clausura, y en camino a la traducción, trascripción y transliteración del texto inconsciente.
El gran descubrimiento freudiano fue el inconsciente, su obra maestra El proyecto de una psicología para neurólogos y la piedra angular de sus conceptualizaciones: el dolor. Por tanto, es el dolor y no la sexualidad, el gran protagonista de toda la obra freudiana. El dolor como elemento alrededor del cual se estructura el aparato síquico.
El contacto humano y, por tanto, intersubjetivo, se inicia con el grito que emerge del desamparo originario, del dolor, de la incompletud. Entre estas redes se entreteje la sexualidad, que irrumpe brutalmente trastornando el orden vital; preeminencia del dolor frente a la sexualidad.
Estas desgarradoras pero innegables enunciaciones agitaron y agitan aún el sueño de la humanidad.
Esto es lo que en el lenguaje poético de Antonio Machado se llama soñar y hacer soñar; en Freud su teoría de los sueños enlazada con la Carta 52 y el Proyecto.
El individuo analizado es el que sabe soñar y verbalizar sus sueños en un punto que es el encuadre analítico. Y son estos sueños los que conducen al analizante o al analizando hacia un modo de vivir en que la vida no pasa ni se consume en balde. Mediante los sueños vueltos lenguaje vuelve la mente a nacer y a recuperar el tiempo y la vida perdidos en el pasado.