LOS SIETE PECADOS CAPITALES: LA SOBERBIA
Altivez de algunas exposiciones sólo por el museo que ocupan
La oferta abarca desde obra de Frida Kahlo, Dalí, Picasso y Miró hasta Edward Ruscha
Sabiéndose eterna, la Muerte vence a todos, excepto al chapulín en el cuento de Natalia Toledo
Ampliar la imagen La Muerte, cargada de soberbia, y el chapulín en uno de los 39 gouaches de Toledo que inspiraron a su hija Natalia para escribir La Muerte pies ligeros
¿Puede pecar de soberbia una exposición? El Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia, define soberbia como ''altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros". También, ''satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás".
Las exposiciones compiten por atraer público. Por fortuna entrar a alguna no descalifica apreciar las demás. No obstante, una campaña publicitaria atinada puede penetrar y movilizar a sectores de la población poco asiduos a los museos. Cabe recordar los espots televisivos para las exhibiciones del desaparecido Centro Cultural/Arte Contemporáneo, que eran la envidia del mundo cultural oficial.
Hay muestras que nacen con el pie derecho y pueden pecar de soberbia por el simple hecho del edificio que las alberga. El Museo Nacional de Arte (Munal), Tacuba 8, Centro Histórico, es uno de los recintos más imponentes que posee el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
No podría ser la excepción Territorios de diálogo: España, México y Argentina, exposición inaugurada la semana pasada en el Munal, muy concurrida, que propone restaurar las redes de relaciones entre esos países perdidas en el tiempo. Más de 140 obras abarcan de 1930 a 1945.
Se imponen nombres como Frida Kahlo, Pablo Picasso, Salvador Dalí y Joan Miró. Quizá lo más encomiable de Territorios de diálogo es que, al colocar juntas obras de los tres países, evidencia preocupaciones, similitudes e influencias.
Francisco Toledo, dos muestras
Bueno, y qué decir del Museo del Palacio de Bellas Artes. Sus formas marmóreas y líneas art decó enaltecen la obra. Estos días el recinto rivaliza con un momento culminante del cuento La Cenicienta, nada más que el zapato olvidado ahora se ha multiplicado como el pan para agruparse bajo el título Sueños que caminan: Salvatore Ferragamo, 1898-1960.
Allí el público puede admirar los cacles que el afamado italiano diseñó para Marilyn Monroe, que testimonian su paso por la película Bus Stop (1956). Amén de Gloria Swanson, Audrey Hepburn, Judy Garland, Claudette Colbert, Sofía Loren y Carmen Miranda, entre uno que otro varón.
La exposición de alrededor de 80 zapatos nones se exhibe en la Sala Internacional. El reducido espacio para circular se vuelve problemático en domingo, pues es muy incómodo ver las piezas.
Otro edificio majestuoso, el Antiguo Palacio del Arzobispado, en Moneda 4, tampoco se queda atrás. No conformes con mostrar la primera exposición en 20 años de cerámica de Francisco Toledo, las autoridades del Museo de la Secretaría de Hacienda también montaron una muestra con los 39 gouaches del artista que motivaron a su hija Natalia, poeta que escribió el cuento que da nombre al libro La Muerte pies ligeros, que lleva cinco ediciones bilingües: zapoteco-español, mixteco-español, chinanteco-español, mixe-español y mazateco-español.
Es la historia de la Muerte que, al ver que el mundo se sobrepoblaba, quiso limpiarlo un poco. Cargada de soberbia, y sabiéndose eterna, retó al hombre y a los animales a brincar con ella en un mecate. Todos se dieron por vencidos y murieron, pero no el chapulín que, muy listo, se paró en el mecate y, sin hacer ningún esfuerzo, parecía que saltaba. Cuando la Muerte no pudo más, aventó la reata, se quitó los zapatos que habían sido del hombre, los tiró y se fue enojada.
A espaldas del ex Arzobispado, en Justo Sierra 16, se alza otro inmueble regio: el Antiguo Colegio de San Ildefonso, que abre sus puertas al estudio de Francis Alÿs (Amberes, 1959), artista belga avecinado en el Centro Histórico. Diez cuadras alrededor del estudio se titula la exposición que sumerge al espectador en la obra de Alÿs a partir de su arribo a México, en los años 80, de la cual son protagonistas la capital y su centro.
El Centro de la Imagen, Plaza de la Ciudadela 2, acoge Narrativa de un retrato: el Che de Korda, que rastrea la historia y las andanzas de la imagen Guerrillero heroico durante más de cuatro décadas, ya sea en carteles, camisetas, muñecos, bolsas de mano, o colada en las fotos de los famosos.
Majestuoso, el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec exhibe Mi Juárez de todos los días, de Gilberto Aceves Navarro, quien recupera sus recuerdos del Benemérito más allá de la iconografía oficial.
La necesidad de dejar en la tela una palabra, inclusive frases enteras, anima la obra del pintor estadunidense Edward Ruscha, quien exhibe obra en el Museo Tamayo de Arte Contemporáneo (Reforma y Gandhi). Habría que ver si ya pintó la palabra ''soberbia".
Esta Semana Santa, ¿qué tal una visita a esos siete museos para sentirse muy muy y presumir con los amigos?