DISQUERO
Mozart de a cachetito raspado
En la celebración del cumpleaños de Wolfgang Amadeus Mozart, nacido en 1756 en Salzburgo, se suceden los hallazgos discográficos en los anaqueles de novedades, el más reciente de los cuales es un tesoro. Se titula Mozart meets Cuba (Sony/BMG), que es el cuarto disco de un agrupamiento formidable, llamado Klazz Brothers and Cuba Percussion, integrado por tres alemanes y dos cubanos: los hermanos Kilian y Tobias Forsters, y su paisano Tim Hahn, y los percusionistas cubanos Alexis Herrera Estévez y Elio Rodríguez.
El grupo se formó en 1998, luego de que esos músicos alemanes visitaron La Habana y vieron en acción a los percusionistas cubanos mencionados y enseguida se pusieron a inventar una música que ha recibido distintas clasificaciones, entre ellas la de ''salsa sinfónica", teniendo en cuenta que en Europa la palabra salsa alude al gran arsenal de la música clásica cubana como un ente genérico, y que en este caso echan mano de los ritmos afroantillanos más exquisitos y los funden con la música del jazz y los parámetros hiperdesarrollados por la música clásica europea.
Este quinteto desarrolla varias vertientes: el gran venero afro y el bolero, la bomba, el calypso, el cha cha chá, el danzón, la guajira, la plena, el shuffle y el son. Eso lo juntan con una extraordinaria capacidad improvisatoria, encuadrada en el jazz y con la maravillosa música de Mozart.
De manera que en los 16 tracks de este disco de antología amaridan las óperas de Mozart, sus conciertos para distintos instrumentos, sus serenatas, divertimenti y todas sus bromas, incluyendo su célebre carcajada que atinadamente reproduce el cineasta Milos Forman en su cinta clásica Amadeus (esa carcajada puede escucharse en varias partituras de Mozart, por ejemplo en el tercer movimiento del Concierto 25 para piano).
El disco se inicia con Guantanamerritmo, con la sabrosura de la música cubana entrepiernada con la Sonata para piano en do menor de Mozart y se desarrolla así en las siguientes piezas las delicias de ambos universos que convergen con harto jícamo y tumbao y las sonrisas mozartianas. El bolero y el montuno para bailar de a cachetito raspado. La música de Mozart para bailarla de a tamal.
Salzburger Schafferl es un funky shuffle; Calypso facile (se pronucia fáchile) no le hace el fúchile a la Sonata Facile; el Afrobolero rinde homenaje al sublime adagio del Concierto 21 y así se suceden las sabrosuras.
Pablo Espinosa