Mostrará 40 universos en los que la luz en movimiento es el componente esencial
Julio Le Parc trae a México ''un caleidoscopio'' de arte cinético
Las galerías están hechas para vender, no para desarrollar la imaginación, deplora
Mientras más se multiplican las reacciones del público, más ricas son sus propuestas
Ampliar la imagen Lumière en vibración, 1968, instalación de Julio Le Parc creada con madera, metal, motores y luz que el artista exhibirá a partir del jueves 27 en el Laboratorio Arte Alameda (Doctor Mora 7, Centro) Foto: Julio Le Parc
El artista Julio Le Parc (Argentina, 1928), uno de los más importantes exponentes del arte cinético, lamenta que siga existiendo el prejuicio de que el arte sólo puede ser entendido y disfrutado por personas cultas o inmersas en el medio artístico.
''Cualquier persona tiene capacidad para crear una relación directa con el arte, reflexionar en torno de las obras o compararlas, porque el arte está dirigido a la sensibilidad.
''No obstante, esa habilidad para entender el arte no es utilizada a plenitud porque las galerías están hechas para vender, para hacer negocio, no para desarrollar la imaginación y crear espacios donde cualquier persona tenga la posibilidad de un intercambio y una vinculación directa con el arte", afirmó en entrevista con La Jornada.
El creador se encuentra en México para presentar una retrospectiva de su obra, a partir del 27 de abril, en el Laboratorio Arte Alameda (Doctor Mora 7, Centro).
La muestra Le Parc lumiére incluye 40 piezas, 40 universos donde la luz en movimiento es el componente principal de un ''caleidoscopio que fluye, resplandece, danza, brinca, vibra y cuya belleza y encanto nos devuelve la infancia, nos transforma en niños cautivados por su propio juego, abstraídos del resto del mundo", señala el crítico suizo Hans-Michael Herzog.
Captar la atención del espectador
Le Parc fue fundador e integrante del Grupo de Investigación del Arte Visual (Grav), movimiento estético que en París, durante los años 60, investigó artísticamente los efectos lumínicos, cromáticos y visuales en general, lo que los llevó a plantear diversas experiencias ópticas (op-art), cinéticas e incluso táctiles.
No obstante parecer complejos inventos que pueden requerir conocimientos de física o matemáticas, Le Parc asegura que sus obras carecen de base científica y no buscan ser demostraciones de ciencia.
El elemento determinante es la participación del espectador: ''Me interesa producir experiencias que se relacionen con cada persona que mira los objetos que hago, que la situación visual, aunque sea en un momento muy corto, detenga la atención de cada espectador".
Le Parc no llama a sus creaciones ''obras de arte", sino ''experiencias" que ''no imponen al público determinada interpretación, pues están conformadas por una serie de elementos lo más neutros posible para que, al ser percibidos por el espectador, creen en él diversas vinculaciones, sensaciones o interpretaciones, a diferencia de otro tipo de producción artística en la que el autor quiere transmitir un mensaje. Y mientras más se multipliquen las reacciones del que mira más ricas son las propuestas del artista".
El arribo de Julio Le Parc al arte cinético fue un poco por azar, asegura.
Como pintor le surgió la inquietud de multiplicar imágenes y eso le llevó a la necesidad de crear superficies que fueran cambiando.
''En vez de pintar un cuadro fijo pensé en uno con gran cantidad de variaciones, pero cada una de ellas me habría llevado cien años hacerla.
''Al tratar de visualizar ese potencial de combinaciones advertí que con la luz lo conseguiría, por medio de pantallas que multiplicaban las imágenes y sobre ellas podría hacer circular colores.
''Manipulando esos elementos fui desarrollando mi trabajo con la luz y el movimiento."
Confrontación ante el público
Julio Le Parc deplora que en la actualidad domine el valor mercantil de las obras de arte, en lugar de la experiencia artística.
''Si hay dos artistas cuyas obras en el terreno del arte son similares, pero a uno le compran y al otro no, inmediatamente el que vende es mejor que el otro. Pero no es así.
''Confrontar así una obra de arte es algo muy limitado. La confrontación -prosigue- debe darse ante el público, ante cualquier tipo de personas, de lo contrario sólo la gente que tiene dinero está creando los valores del arte, pero no se trata de un criterio universal.
''Ha ocurrido en las recientes décadas que un artista florece de manera artificial y luego se viene abajo, o alguien que tiene mucha plata posee una gran colección de arte por la cual pagó mucho dinero pero es artificial, pues se trata del criterio de una sola persona.
''Por eso las instituciones culturales tienen a su cargo una gran responsabilidad: con pocos medios deben crear los espacios adecuados para una confrontación mayor del público en general con la experiencia artística."