Editorial
Los rezagos de la economía de México
El manejo de la economía nacional durante el sexenio del presidente Vicente Fox ha sido un fracaso. El reporte semestral Panorama de la economía mundial, elaborado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y divulgado ayer miércoles, indica que México se está quedando a la zaga respecto de América Latina y el resto del mundo en la creación de bienestar para su población, situación que pone en evidencia el propio organismo financiero internacional. Según las estimaciones del fondo, México crecerá 3.5 por ciento en 2006, en contraste con una media de 4.3 por ciento para Latinoamérica y 4.9 por ciento para la economía mundial.
El informe del FMI afirma que el gobierno mexicano ha desaprovechado el excedente de ingresos derivados de los altos precios internacionales del petróleo durante los últimos tres años actualmente en unos 74 dólares por barril para los principales crudos de referencia, recursos que ha empleado para equilibrar el presupuesto. De hecho, sin los ingresos petroleros, el déficit fiscal del país ascendería a 9.8 por ciento del producto interno bruto, unos 63 mil millones de dólares. Peor aún, el país ha fallado a la hora de aprovechar una coyuntura mundial favorable al crecimiento económico, que consiste en un abundante flujo de inversiones y en la estabilidad cambiaria y de precios. En el ámbito interno, México también ha desaprovechado un auge en la exportación de manufacturas; un nivel récord en la recepción de remesas desde Estados Unidos, alrededor de unos 20 mil millones de dólares anuales; los millonarios recursos generados por una industria turística pujante, y un volumen sin precedente de inversión extranjera directa.
Estos datos son un indicio de que los dictados neoliberales impuestos por el FMI y el Banco Mundial, y respaldados por el G-7 que agrupa a las siete naciones más industrializadas del planeta, han tenido negativas consecuencias para el país. Por un lado, queda claro que la región latinoamericana, en donde se ha registrado el surgimiento de gobiernos de izquierda poco favorables al Consenso de Washington, está haciendo mejor su tarea en esta materia, captando mayores flujos de inversión el caso de Brasil, con poco más de 15 mil millones de dólares en 2005 y mejorando la distribución de la riqueza, lo que se ha traducido en una disminución de la brecha entre ricos y pobres y en un mejor nivel de vida para la población en general.
Por otro lado, es evidente que el crecimiento de la economía de México se ha detenido debido a las políticas neoliberales, las cuales han condenado al país a vivir en un virtual estado de postración y han cancelado la esperanza de millones de personas de tener acceso a mejores estamentos de ingreso. Ante esta situación, no es de extrañar que el fenómeno de la migración hacia Estados Unidos aumente año con año, mermando la planta laboral nacional, lo que a su vez limita la capacidad de crecimiento de la economía.
Este panorama demuestra la necesidad de revertir las políticas neoliberales para frenar el deterioro de las finanzas nacionales. Ese deterioro es producto de la incapacidad del gobierno para aprovechar las ventajas con las que cuenta el país y de su onerosa política de equilibrio fiscal, cuyo objetivo es preservar el rescate bancario (Fobaproa) y carretero, entre otras medidas contraproducentes. En ese contexto, cabe preguntarse cómo es posible que México, con su inmensa riqueza petrolera, registre niveles inferiores de crecimiento a los de naciones que carecen de este importante recurso natural. Ello sin mencionar el peso de las remesas en la economía nacional.
De esta manera, queda en evidencia la necesidad de que las autoridades adopten, por fin, un plan propio de crecimiento económico en vez de seguir las órdenes de organismos financieros que terminan por criticar y condenar los resultados de las políticas que ellos mismos impulsan.