¿Debate?
Patricia Mercado, inexpresiva: los partidos de siempre bla bla bla bla bla bla. Si nunca hicieron lo que ahora prometen, ¿por qué ahora sí? Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla. Bla bla bla bla. Mujeres. Bla bla bla bla bla. Pobres. Bla bla bla. Soy de izquierda. Bla bla bla bla. Felipe González (el de España). Bla bla bla bla bla. Bachelet. Bla bla bla bla bla. Discapacitados. Bla bla bla. Palabra de mujer.
Roberto Campa, ceño fruncido, pose de lado: Bla bla bla bla bla bla. Madrazo no paga impuestos. Bla bla bla bla bla bla bla bla. Bla bla bla. Maestros. Bla bla bla bla bla bla. Capital privado complementario en energía. Bla bla bla bla bla bla bla bla, Madrazo golpeador de mujeres. Bla bla bla bla bla bla bla bla bla. Golpes al micrófono. Bla bla bla bla.
Felipe Calderón, vestido casi igual que Campa, y todo el tiempo con expresión irónica en la cara: Mayami (en lugar de Miami). Bla bla bla bla. Madrazo. Nopal. Bla bla bla bla bla bla. Prometo. Bla bla bla bla bla. Prometo. Bla bla bla bla bla. López Obrador. Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla. Como dijo Patricia Mercado. Bla bla bla bla bla bla bla bla. Manos limpias. Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla. Cuando fui... Bla bla bla bla bla bla bla bla bla. Madrazo... Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla. No vino a dar la cara. Bla bla bla bla bla bla bla. Empleo. Bla bla bla. Bla bla bla.
Roberto Madrazo, aparentando ser serio: Calderón. Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla. Felipe. Bla bla bla bla bla bla bla bla bla. Cuando fui... Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla. Violencia. Bla bla bla bla bla bla bla. Inseguridad. Bla bla bla bla bla bla bla. Patiño y títere (en referencia a Campa). Bla bla bla bla. Tu jefe. Bla bla bla bla bla bla. Sólo discuto con el titiritero. Bla bla bla bla bla bla bla bla. Pobres. Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla. Prometo. Bla bla bla bla. Todo al revés. Bla bla bla bla bla. Prometo. Bla bla bla bla.
El anterior resumen del debate, casi en versión estenográfica transcrita para beneficio de los lectores, dio pena ajena. Pero algo dejó traslucir. El pasado de cada quien y de su partido, en o sin el poder, sólo se exhibió para criticar al adversario, y en dos casos para decir "yo hice" sin importar la verdad. La tónica general, sobre todo en Madrazo y en Calderón, omisión hecha de su propio pasado, fue de borrón y cuenta nueva, como si fueran marcianos que esa noche hubieran aterrizado, y propusieron lo que se supone que quiere oír el auditorio, en caso de ser cada uno (una) de ellos presidente de este país (nunca nuestro país); exactamente como forasteros que acabaran de llegar a México. La expresión de Calderón fue siempre de ironía expresada en los ojos, como si él mismo no se creyera nada de lo que estaba diciendo. La cara de Madrazo, siempre seria, hasta cuando hacía malos chistes, fue siempre inexpresiva, como dictada por un creador de imagen, igual que la de Campa (¿misma escuela?) y la de Patricia. Ninguno de los cuatro fue natural y digno de ser tomado en serio.
Prometer no cuesta nada. Y si no prometieron más fue por dos razones: no tuvieron tiempo y no tienen imaginación. Sus descalificaciones a los demás y entre sí fueron, para variar, espots o anticipo de los nuevos espots que veremos en la televisión en tiempo triple A.
Patricia no logró redondear sus propuestas. Subía y bajaba entre lo general y lo particular. Campa cumplió con lo que tenía que hacer: atacar a Madrazo, su ex compañero de partido por décadas. Madrazo, incongruente y buscando descalificar a Fox y a su ex empleado. Calderón trató de parecer congruente puntualizando propuestas que le ha criticado a López Obrador y ahora, como todo hombrecito sin ideas propias, copiándolas caricaturescamente. Quizá por eso tuvo cara de burla todo el tiempo. No se creía lo que estaba diciendo. ¿Compró su corbata en la misma tienda que Campa?
Yo, ciudadano, quedé preocupado. Primero, porque un debate así no sirve para nada y, al estar más o menos apegado a un guión, tanto de formato general para todos como del papel de cada uno en ese teatro, resultó vacío. Otra cosa hubiera sido si el debate hubiera sido con intelectuales experimentados e independientes que hicieran preguntas por sorteo a cada uno de los candidatos, sin guión previo. Esto sí hubiera servido y cada uno de los presidenciables se habría enfrentado a un examen no sólo de lo que propone, sino de cómo lo haría y de lo que piensa al margen de tarjetas escritas por sus asesores.
Tiempo y dinero gastados para nada. Los mexicanos nos merecemos algo más que listas de promesas, como por ejemplo respuestas puntuales ante: ¿qué harías ante tal situación o tal problema? ¿Cómo hubieras resuelto tal conflicto? El debate entre candidatos no sirve para nada, ni sus intentos por ser sarcásticos o serios. Mejor sería que debatieran con la sociedad; en este caso, para ser prácticos, con intelectuales y especialistas escogidos por sus pares o mediante algún mecanismo fácil de hacer en estos tiempos de encuestas.