En un futuro cercano
Ampliar la imagen Los teléfonos celulares podría convertirse en una nueva "billetera" Foto: Archivo
En general, las nuevas tecnologías inalámbricas, desde Wi-Fi, Bluebooth y 3G, prometen ser más rápidas, de mayor alcance y más eficientes que sus predecesoras. Así pues, una nueva tecnología, llamada "comunicación en campo cercano" (NFC, por sus siglas en inglés), es un tanto inusual. En comparación con otras normas inalámbricas mejor conocidas, opera a distancias muy cortas -medidas escasamente en centímetros- y transfiere datos a una velocidad relativamente lenta, no mucho más aprisa que un módem telefónico.
Eso no significa que la NFC carezca de ambición: muy al contrario. Más que tratar de desplazar las tecnologías existentes, su elevada aspiración es superar inventos aún más antiguos y fundamentales: billetes de banco, monedas, llaves y boletos. También podría añadir atractivo a los carteles publicitarios y facilitar el intercambio de datos entre teléfonos móviles y otros dispositivos. ¿Cómo puede una tecnología tan débil en apariencia lograr tanto? Poniendo orden en el campo cada vez más amplio de las tarjetas sin contacto y luego, según esperan sus proponentes, entrando en otros mercados en conjunción con ese aparato digital que todo lo conquista, el teléfono celular.
Por principio de cuentas, la NFC es un intento de unificar las diversas tecnologías de tarjetas sin contacto que han aparecido en el mundo. Cientos de sistemas de transporte, de Hong Kong a Houston, emiten boletos en esas tarjetas que pueden abrir torniquetes con un movimiento de la mano o el toque de un monedero electrónico, lo cual acelera el acceso de los pasajeros y reduce los costos de fraude y de administración en comparación con los boletos de papel. (Ejemplo de ello son las tarjetas Octopus en Hong Kong, las Oyster en Londres y las Suica en Japón.) En Estados Unidos se utilizan tarjetas de pago sin contacto y llaveros para acelerar transacciones en restaurantes de comida rápida y gasolineras, y MasterCard comenzó en fecha reciente la distribución de tarjetas de crédito sin contacto PayPass, que pueden ser aceptadas en 20 mil tiendas y restaurantes. La firma espera haber emitido entre 3 y 5 millones de tarjetas hacia finales de año.
Estas tarjetas no requieren baterías. Cuando se coloca una cerca de una máquina lectora, se induce una corriente eléctrica que da energía a la tarjeta y le permite intercambiar pequeños impulsos de datos con aquélla. Tal inducción ocurre sólo a distancias muy cortas, y por eso se requiere proximidad entre la carta y la lectora; algunos sistemas aconsejan a los usuarios rozar la lectora con la tarjeta para asegurar una conexión exitosa, aunque en realidad no se necesita el contacto.
Hasta aquí es un asunto cotidiano. Pero ahora imaginemos poner un chip sin contacto y una lectora en un teléfono celular. Como el teléfono tiene pantalla, teclado y conexión a Internet, cierto número de aplicaciones nuevas y útiles se vuelven posibles. Se puede usar el teléfono para ver la fecha de expiración del boleto de transporte y recargarlo en el aire. Otra opción sería usar el teléfono en lugar del boleto o de otras tarjetas sin contacto, y como equivalente de un monedero electrónico.
La combinación de teléfonos móviles y tarjetas sin contacto funciona ya en algunos países. En Hong Kong se han vendido 50 mil celulares con tarjetas integrales Octopus, en tanto el mayor operador móvil de Japón, NTT DoCoMo, ha vendido más de 4 millones de "teléfonos de billetera", que contienen un chip sin contacto FeliCa, fabricado por Sony. A partir del año próximo, estos teléfonos harán también funciones de tarjetas Suica, puesto que éstas se basan en chips FeliCa.
Sin embargo, esa compatibilidad es la excepción más que la regla. Los sistemas de tarjeta sin contacto en uso en el mundo emplean diversas tecnologías y normas de software, incompatibles entre sí, si bien la mayoría operan en la misma gama de frecuencia, alrededor de 13.56 MHz. Por ello no es tan difícil construir un dispositivo que pueda comunicarse con todas.
Y eso es precisamente lo que hace un chip NFC, capaz de actuar a la vez como tarjeta sin contacto y como lectora. Es compatible con FeliCa, la norma usada en Japón y Hong Kong. También opera con una norma llamada ISO 14443, que forma la base de los sistemas de pago sin contacto usados por MasterCard y Visa, y con la tecnología Mifare de Philips, empleada en las tarjetas Oyster de Londres y en otros 200 proyectos de boletaje en el mundo. (El propio CCC fue finalizado como norma industrial en 2003.) Esto significa que un teléfono móvil con capacidad NFC tiene el potencial de funcionar como una tarjeta Octopus en Hong Kong, un boleto Suica en Japón y una tarjeta Oyster en Londres. Cierto, no muchas personas requieren tal flexibilidad, pero una norma global incluyente debe conducir a enormes economías de escala.
Nokia, principal fabricante de dispositivos manuales y uno de los primeros impulsores del NFC, junto con Sony y Philips, espera llevar el costo de los chips por debajo de cinco dólares, lo cual permitiría incluirlos en la mayoría de los dispositivos básicos. Y ello, a su vez, facilitaría muchos otros usos.
Efectivo y carga
Por principio de cuentas, los teléfonos móviles equipados con CCC podrían servir de monederos electrónicos, al tomar el lugar de tarjetas de crédito sin contacto. También darían un impulso muy necesario al dinero electrónico, idea que desde años se intenta poner en marcha. Como han demostrado Mondex, Visa Cash y una larga lista de otros esquemas fallidos, es extremadamente difícil convencer a las personas de adoptar alternativas de alta tecnología. Tales esquemas presentan el clásico problema de la gallina o el huevo: los consumidores no adoptan la tecnología hasta que lo hagan los comerciantes, y viceversa. En consecuencia, el dinero electrónico sólo ha arraigado en situaciones donde su adopción es obligatoria, como en los comedores universitarios o industriales.
El uso de crédito prepagado para boletos de transporte ofrece una forma de salir de este atasco. Una vez que gran número de personas utilicen tarjetas sin contacto como boletos, los comercios tienen un incentivo para aceptarlas como forma de pago de artículos pequeños como periódicos y golosinas, como ha ocurrido en Hong Kong, donde hay más de 12 millones de tarjetas Octopus en circulación. Las mismas se usan para unas 750 mil compras al día fuera del transporte, por valor promedio de 2.20 dólares cada una. De manera similar, los 10 millones de tarjetas Suica emitidas por la Compañía Ferroviaria del Oriente de Japón pueden usarse también en compras menores, y las Oyster de Londres permitirán hacer lo propio el año próximo. Los celulares equipados con NFC permitirán acelerar la adopción del dinero electrónico al hacer posible abonar fondos vía aire.
Las NFC también podrían permitir que el teléfono móvil funcione como boleto para el cine o para un encuentro deportivo, comprado con anticipación mediante una conexión de Internet móvil. Y como el acceso a oficinas, casas y escuelas se controla cada vez más mediante tarjetas sin contacto, la NFC podría permitir que el teléfono se use como tarjeta de acceso. Otra posible aplicación es en mercadeo. Se podrían producir carteles inteligentes, dotados de un chip NFC, de modo que al pasar un celular frente al cartel se pueda abrir en el navegador de éste una página web con la información relativa. Incluso podrían bajarse tonos de timbre o gráficos de "papel tapiz" directamente del cartel. Similar uso promocional se ha hecho del Bluetooth, pero usar la NFC para el mismo propósito promete ser menos engorroso y más seguro, porque iniciar una conexión NFC requiere de proximidad entre el teléfono y el cartel.
De hecho, los fabricantes de celulares creen que la NFC podría ofrecer una forma sencilla de resolver otro problema: configurar los aparatos para hablarse por conexiones inalámbricas. Las normas WiFi y Bluetooth, que se usan normalmente para ese fin, tienen alcance de varios metros, lo cual significa que muchos posibles aparatos estén en ese ámbito, incluso los pertenecientes a alguien de una oficina u apartamento cercanos. Para asegurar una conexión segura entre dos dispositivos específicos, los usuarios tienen que valerse de un engorroso procedimiento de conexión.
Suena estupendo... en teoría. Pero, ¿quién apoya la NFC en la práctica? De hecho, un grupo impresionante de empresas. El Foro NFC, asociación industrial, fue fundado el año pasado por Nokia, Philips y Sony, y en febrero se incorporaron MasterCard, Matsushita, Microsoft, Motorola, NEC, Samsung, Texas Instruments y Visa. Miembros de ingreso más reciente son American Express, LG, Intel, Siemens y Sony-Ericsson.
Sin embargo, aún es tibio el apoyo de un campo crucial: los operadores de telefonía móvil. No es difícil ver por qué. Los operadores tienen un rezago de tecnologías que vender, y muchas, como los mensajes de imagen y la videotelefonía, han tenido un frío recibimiento de los consumidores.
Así pues, si la NFC despega, no será de la noche a la mañana. Las monedas se han usado desde el siglo VII aC, y es difícil que la gente renuncie pronto a ellas.
Traducción: Jorge Anaya