Fue construido por el GDF en el predio donde nació el sindicato tras los sismos de 1985
Tras 20 años de lucha, costureras ya tienen centro de capacitación
Con inversión de 2 millones 250 mil pesos, el inmueble, ubicado en la colonia Obrera, cuenta con diversos talleres, biblioteca y auditorio, que lleva el nombre de la dirigente Benita Galeana
Ampliar la imagen Costureras auxilian a una compañera herida, tras el terremoto del 19 de septiembre de 1985 Foto: Jesús Villaseca
Ampliar la imagen Misa celebrada el 19 de septiembre de 2005, al conmemorarse el 20 aniversario del terremoto que costó la vida a 300 costureras al desplomarse el edificio en el que trabajaban, en San Antonio Abad Foto: Jesús Villaseca
La Asociación de Costureras y Costureros 19 de Septiembre, surgida de los escombros que sepultaron a muchos de sus compañeros en el sismo de 1985, vio realizada ayer una de sus principales demandas en más de 20 años de lucha: un centro de capacitación que el Gobierno del Distrito Federal construyó en el predio que ocuparon antaño, en el número 160 de Manuel J. Othón, en la colonia Obrera, y que es también testigo de sus numerosas batallas.
Fueron más de 20 años, aunque para Mercedes Ramírez, Teresa Uribe, Guadalupe Conde, Daniel Ramírez y más de 50 trabajadoras y trabajadores de la costura fundadores del movimiento, "el tiempo se detuvo aquella mañana del 19 de septiembre de 1985".
Quedan las fotografías de aquella época, los recortes de diarios, sobre las familias y compañeros de trabajo afuera del edificio derrumbado en San Antonio Abad 150, en espera de que sacaran los cuerpos de las víctimas, y que ayer decoraron los muros recién pintados del nuevo inmueble.
"Les pedimos que vengan a aprender, para poder exigir un mejor salario, que no tengan que regatearle al patrón ese escalafón, como si nos estuvieran haciendo un favor, cuando nos siguen pagando 270 pesos semanales, 45 pesos al día, 5 pesos la hora, 8 centavos el minuto", dice vehemente Guadalupe Conde Dorado, para lanzar después su consigna: "¡Pega botón, hace camisas, la costurera ya no es sumisa!"
Y eso es lo que Alejandro Encinas, jefe de Gobierno del Distrito Federal, rescata de los efectos de los sismos: "una nueva sociedad, el surgimiento de una sociedad que conoce sus derechos, que los exige, que los reclama y que sabe ejercerlos plenamente".
Aunque para verlos cristalizados hayan pasado más de 20 años. Teresa Uribe recuerda que después de la tragedia aprendieron a organizarse: formaron el Sindicato Independiente de Costureras, y después de muchos años de lucha lograron el registro en 1994, pero quedaron afiliados a la Confederación Obrera Revolucionaria, dirigida entonces por Joel López Mayrén, perteneciente a la CTM. "Nos traicionaron", dice, y tuvieron que abandonar la organización para no ser parte de un sindicato charro.
Siguieron trabajando y apoyaron a otros trabajadores en sus movimientos; por allí pasaron los de Pemex, los barrenderos de Tabasco, los obreros de la llantera Euzkadi, los de Sosa Texcoco, los de Pascual Boing, los empleados de limpia de Puebla y los alijadores de Veracruz, sólo por mencionar algunos a los que dieron alojamiento y les permitieron organizar actos para recaudar fondos.
Además han impartido cursos de capacitación y talleres, y asesoran a costureras que se acercan a pedir ayuda ante sus conflictos laborales. Así, organizados, lograron que el Infonavit les construyera 181 viviendas en Tultitlán y en Santa Martha Acatitla, que es una de las principales demandas del gremio por su bajo salario.
El primero de diciembre de 1998 recibieron otro golpe: una orden de desalojo, luego de que la Inmobiliaria Navegante, después de más de 13 años llegó a reclamar el predio, pero permanecieron afuera, resistiendo durante casi siete años.
"Pensaron que no íbamos a durar ni un año, pero se equivocaron, porque como trabajadores habíamos resistido en huelga hasta cuatro años", refiere por su parte Daniel Ramírez, quien actualmente es el presidente de la asociación.
Una madrugada, como a las 2, prendieron fuego al campamento y por fortuna los dos trabajadores que estaban de guardia lograron salir ilesos.
Tras superar inumerables problemas y conflictos se inició la obra, que finalmente se construyó en un tiempo récord de seis meses.
El Gobierno del DF donó el predio, valuado en un millón de pesos, y la construcción del inmueble se financió con recursos de la Secretaría de Desarrollo Social del DF y con recursos del Fideicomiso para la Infraestructura de los Estados del gobierno federal, bajo el esquema de mitad y mitad.
El centro -en el cual se invirtieron 2 millones 250 mil pesos- cuenta en sus dos niveles con talleres de dibujo, patronaje, modelación, diseño de modas, costura, confección y bordados, taller de graduación, biblioteca y un auditorio que lleva el nombre de la dirigente Benita Galeana.
Guadalupe Conde Dorado expresó que dedican este centro a todas las trabajadoras de México, "porque al final es nuestro esfuerzo, nuestro trabajo constante".