Es víctima de una "campaña de calumnias", afirma el premier francés
Descarta De Villepin que vaya a renunciar por filtración de rumor contra Sarkozy
Ampliar la imagen Dominique de Villepin responde las preguntas de los diputados en la Asamblea Nacional FOTO Ap
París, 2 de mayo. El primer ministro francés, Dominique de Villepin, descartó hoy su dimisión debido a un escándalo que sacude a la clase política, y frente a una Cámara de Diputados agitada aseguró que es víctima de una "campaña de calumnias".
El primer ministro es sospechoso de haber participado en una maniobra política destinada a perjudicar a su principal rival de cara a las presidenciales de 2007, el ministro del Interior Nicolas Sarkozy.
De otro lado, la polémica ley propuesta por Sarkozy para que Francia escoja a los inmigrantes que han de tener permiso de residencia en el país según sus méritos, empezó a discutirse en la Cámara de Diputados y fue criticada por la izquierda.
"Nada justifica que abandone el cargo hoy. Se me está acusando injustamente. Estoy conmocionado, indignado por la campaña de rumores y calumnias de estos últimos días que pretende ensuciar toda nuestra democracia", se defendió De Villepin.
Hasta este martes no se sabe cuál fue el papel del gobernante en el "escándalo Clearstream", nombre de una compañía francesa con sede en Luxemburgo, uno de los paraísos fiscales de Europa.
Según las acusaciones de un informante anónimo publicadas en 2004, fue mediante dicha compañía que Sarkozy y otros políticos franceses habrían abierto cuentas secretas gracias al pago de comisiones ilegales. Esta información resultó ser falsa y el informante es buscado por la justicia.
De Villepin, quien entonces se desempeñaba como ministro de Interior, aseguró: "Nunca pedí que se investigara a un personaje político".
Los diputados franceses comenzaron a debatir el proyecto de ley de Sarkozy, una medida calificada de racista por organizaciones sociales y la oposición de izquierda.
La disposición prevé condiciones más severas de entrada para los inmigrantes considerados "no calificados", dificulta la reagrupación de familias de extranjeros y aumenta el control sobre los matrimonios destinados a que uno de los miembros obtenga la residencia.
También prevé facilitar la llegada al país de obreros en sectores de la economía en los que los franceses ya no desean trabajar o existe carencia.
Para la izquierda francesa, este proyecto implica una "inmigración selectiva", que fomentará la exclusión, el racismo y la clandestinidad. "Este plan, que no es necesario, sí es peligroso e ineficaz", dijeron los diputados socialistas, que presentarán alrededor de 50 enmiendas al texto.
Hoy, varios centenares de manifestantes protestaron frente a la Cámara de Diputados contra este proyecto de ley.