LA PLAZA DE LA SOLEDAD
Fotografiar prostitutas me ayudó a encontrarme: Maya Goded
Aprendí de ellas que ninguna vida es en blanco y negro, a aceptar los matices de la existencia
Vivimos en una ciudad muy agresiva pero amable en donde puedes platicar en la calle, afirma
Ampliar la imagen Algunas de las imagenes que se pueden ver en el Palacio de Bellas Artes Foto: Maya Goded/Magnum Photos
Hace unos años, durante un periodo de profundo autocuestionamiento, la fotógrafa Maya Goded se dispuso a caminar por calles y plazas de la ciudad en busca de respuestas que le ayudaran a entender mejor a las mujeres, es decir, a sí misma. Las encontró.
Fue una búsqueda paciente, ardua. Un día, al final de una de sus prolongadas caminatas, Goded terminó sentada "en una banca, en el corazón del centro de la ciudad", en pleno corazón de La Merced, la zona que Jaime López describió en una de sus mejores canciones: "(...) A media realidad te bajas, ¡qué país!: detrás de Palacio Nacional está la primera calle de la Soledad (...)".
Ahí atestiguó la vida en el barrio: trabajadoras sexuales conviviendo entre ladrones y niños de la calle, agazapados entre templos, iglesias, vecindades, hoteles y comercios.
Un día decidió llevar a cabo una fantasía: "Me acerqué a la sexoservidora con el aspecto más maternal de la plaza, le pagué y nos metimos a un hotel de paso. El dueño del hotel, un vasco ya mayor, con un peluquín rubio, y que conocía bien a las mujeres del lugar me lanzó una mirada enjuiciadora y nos atendió de mala gana, arrojándonos las llaves de la habitación. Nos fuimos al cuarto, estuvimos charlando y tomé las primeras fotos".
Cuando se embarazó, "la necesidad de entender a las mujeres y en última instancia a mí misma, se volvió más urgente. Buscaba los secretos y significados que llevamos encerrados en nuestros cuerpos".
La búsqueda de Maya Goded se tradujo en fotografías que ahora son parte de una exposición: Plaza de la Soledad, en el Palacio de Bellas Artes.
No fue difícil para la fotógrafa lograr aceptación en un medio al que se considera hostil, si no es que peligroso: "Depende cómo llegues, si pides permiso, si no eres agresivo. Yo me tomaba mi tiempo para charlar, iba, me metía a los cuartos con ellas, platicábamos, a veces salían fotos a veces no; unas aceptaban otras no. Muchas veces fui sin tomar fotografías. Alguna me habrá sacado un cuchillo en un cuarto y otra me habrá invitado a regresar".
Aunque dedicó la mayor parte del tiempo a la Soledad, también se acercó a otras plazas del Centro: Garibaldi, La Santísima: "La verdad es que vivimos en una ciudad agresiva, pero a la vez muy amable, puedes platicar muy a gusto con la gente en la calle".
A fin de cuentas, lo que ella quería era hacer un trabajo "que me permitiera ahondar en las raíces de la desigualdad, de la trasgresión, del cuerpo, del sexo, de la virginidad, la maternidad, la infancia, la vejez, el deseo y de nuestras creencias", señala.
Un tema particularmente difícil fue el de la sexualidad de las mujeres mayores: "A la gente no le gusta hablar de eso, no le gusta imaginar a sus abuelas con relaciones sexuales".
El aprendizaje obtenido por Goded fue en varias direcciones: "En cuanto al aspecto humano, aprendí que ninguna vida es en blanco y negro; aprendí a distinguir y aceptar los matices y las contradicciones de la vida. Como fotógrafa, aprendí que tengo que ser fiel a mis propuestas, a lo que me interesa. Al principio tenía muchas opiniones que me alejaban de todo aquello que quería hablar, pero entendí que siempre hay que ir por donde uno lo siente. Por lo menos yo funciono así."
Maya Goded nació en la ciudad de México (1967). Estudió en el International Photography Center de Nueva York. Fue asistente y alumna de Graciela Iturbide. Es autora de libros de fotografía como Terra negra y Territorios singulares.
La serie que actualmente exhibe en Bellas Artes ya la presentó en el Museo Reina Sofía de Madrid.
Sobre la cuestión ética que se deriva de mostrar al público fotos que fueron posibles gracias a una relación de confianza, Maya Goded asegura que las personas fotografiadas sabían que iban a ser mostradas ante el público.
Para explicar la razón por la que eligió trabajadoras sexuales de bajo nivel socioeconómico, insiste, por un lado, en el propósito de mostrar la desigualdad y la vulnerabilidad en que viven y trabajan esas mujeres. Por otro lado está la atracción que ejerce sobre ella esa parte de la ciudad "que tiene una fuerza tremenda".
Goded asegura que su mirada sobre el tema no es enjuiciadora: "Lo que tenía claro es que no quería ser paternalista ni idealista; tampoco quería condenar. Respeto la decisión de cada una de ellas de estar y de seguir ahí. Muchas no han tenido opción, otras sí.
"Lo que veo es una realidad y lo que a mí me gustaría es que estas mujeres fueran más respetadas por la sociedad, que la justicia fuera igual para ellas. Si lo que quieren es hacer un trabajo sexual, me parece respetable; creo que es una posibilidad más en un país que no ofrece posibilidades, todo está dado para que se explote a la mujer. Pero siempre se les ataca a ellas y no a los clientes o a las personas que las explotan.