Usted está aquí: lunes 8 de mayo de 2006 Sociedad y Justicia APRENDER A MORIR

APRENDER A MORIR

Hernán González G.

Debate con queso

A FALTA DE imaginación gastronómica el expediente del postre suele cubrirse con el bien intencionado ate con queso, combinación emergente de dulce y salado para atenuar un sabor y resaltar otro. A falta de imaginación política, en el pasado asomo de debate los participantes mal pudieron mostrar imaginación, inteligencia, valor civil, encanto y pasión, entendida como entusiasmo vivido y sentido.

CUANDO LA TELE nos alcanzó o los desfiguros al debatir sin idea ni ideas, podría ser otra lectura poco serena pero igualmente indignada luego de soportar el cursilón concurso de oratoria protagonizado por los candidatos a la presidencia de la República que sí aceptaron participar en el primer debate, por llamarle de algún modo.

EN OCASIONES ESTE espacio ha de extender la reflexión tanatológica a esferas que muestran un alarmante estado de deterioro, como lo es hoy la actividad política, por lo que el arte de vivir conscientes de la propia muerte obliga a una toma de conciencia de la propia vida, de la vida de la sociedad y de la calidad de ambas.

"LA INSTRUCCIÓN ES la base de la prosperidad de un pueblo, no sus individuos más prósperos." Esto no lo dijo ningún debatidor televisionudo o algún mandatario improvisado pero democráticamente electo, sino alguien que tuvo muy claro su compromiso con un México siempre a merced de "los otros": Benito Juárez. Y la falta de instrucción, es decir de profesionalismo y madurez, fue lo que prevaleció en tan decepcionante y evasivo encuentro.

DE ENTRADA, DEBATIR significa golpear, combatir con las armas de la mente, el lenguaje y la convicción, pues a diferencia del coloquio y la mesa redonda, al debate se acude a ganar, a demostrar el mayor peso profesional, ético e ideológico de nuestras ideas por encima de las de los interlocutores, y no simplemente a exponer promesas, puntos de vista, proyectos o buenas intenciones.

QUIZA ALGUNOS ESTUDIOSOS puedan ubicar la etapa histórica en que el mexicano dejó de conectar la lengua al corazón y al cerebro para reducir la expresión oral en público a la repetición impersonal de lugares comunes sin alma ni sonido propios. ¿En qué sexenio los políticos de México perdieron su voz para convertirse en verbosos mecánicos o en engolados recitadores de frases hechas? Seguramente cuando los locutores superaron la importancia, influencia y salario de los maestros. O a lo mejor cuando las palabras dejaron de ser compromiso para volverse meros conceptos. A saber.

DESHUMANIZADOS NO OBSTANTE sus afanes por parecer espontáneos; insinceros y tiesos con un lenguaje corporal que contradijo sus palabras pretendidamente sentidas; sin oficio para abordar temas impostergables -sobrepoblación, contaminación, agua, ambulantaje, monopolios, Estados Unidos, bancos, aborto, testamento vital, eutanasia-; ensimismados en su narcisismo moralista y desentendidos de las expectativas de una ciudadanía harta, tan singulares candidatos pueden tener una certeza: estos falsos debates son siembra segura para cosechar abstencionismo.

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