La matanza de focas
Oficialmente terminó este año la matanza de más de 325 mil focas de la especie arpa en Terranova y Labrador, en la costa este de Canadá. Cientos de pescadores fueron autorizados por el gobierno de ese país a llevar a cabo la que, según los funcionarios, es la caza de focas más regulada del mundo. "Es la que se realiza de forma humana y sostenible", dijo el ministro de Pesca, Loyola Hearn, quien atribuyó a la "industria de la protesta" (en clara referencia a las organizaciones ecologistas y defensoras de los animales) la mala imagen que tiene la "captura" de dichos mamíferos y que ha provocado que Estados Unidos y varios países europeos prohíban la importación de productos derivados de focas. La piel, la grasa y sus órganos son utilizados destacadamente en Noruega, China y Japón para elaborar productos de lujo, dietéticos o afrodisiacos que se venden en tiendas especializadas.
Otras voces apoyaron la medida gubernamental. Jim Winter, que preside la Asociación de Cazadores, señaló: "lo que hacemos a las focas es lo mismo que lo que se hace en los mataderos. Las focas no son distintas de los ciervos, por ejemplo". Agregó, en concordancia con el argumento oficial, que es necesario "cazar" miles de esos animales cada año porque de lo contrario seguirá a la baja la producción de bacalao, uno de los alimentos preferidos por las focas. El gobierno canadiense se defendió este año como nunca de las acusaciones por la crueldad innecesaria en dicha operación y dijo que se trata de "la caza de mamíferos marinos más regulada del mundo, para lo cual existen normas estrictas sobre cómo tienen que ser matados y despellejados".
Phil Jenkis, del Ministerio de Pesca, aseguró que la autoridad persigue a los pescadores que violan las normas. Por ejemplo, los que se dedican a la caza de otras especies, como las focas denominadas "pieles blancas", protegidas gracias a la presión internacional. Pero el ministro dice que se trata de una medida "política, no científica". Los medios de comunicación de Canadá y la mayoría de la población apoyan la "caza" de focas arpa porque la consideran una actividad necesaria y bien regulada por el gobierno y porque beneficia a los pescadores locales. Consideran, además, que la especie abunda y no está en peligro, en lo que coinciden los centros de investigación especializados en fauna marina.
Pero no todo es color de rosa: un estudio concluyó que en 42 por ciento de los casos de matanza, la foca no presentaba evidencia de daño cerebral suficiente no ya para estar muerta, sino ni siquiera inconsciente, en el momento de ser despellejada. Por si fuera poco, las imágenes transmitidas por la televisión muestran que los funcionarios y muchos científicos son ciegos a la hora de justificar ciertas políticas: la matanza es cruel. Y en cuanto a que las focas están acabando con el bacalao en Canadá, hay datos confiables que muestran que la crisis pesquera que padecen los pescadores encargados de matar miles de focas cada año se debe al exceso de capturas de ciertas especies comerciales en ese país, y a los problemas posteriores que ello ocasiona.
El expediente más a la mano, y fácil, es resolverlos con la muerte y posterior venta de la piel y otras partes de las focas. Todo este proceso produjo el año pasado a los pescadores ingresos por unos 15 millones de dólares. Además, hay evidencias de que se prefiere matar a las focas recién nacidas, a los cachorros, porque su piel es muy ligera y resistente al frío, al agua y al viento, características que la convierten en un atractivo para la industria peletera internacional.
Mientras el gobierno dice que la población de focas arpa es sana y abundante, que se ha triplicado desde 1970 y hoy existen 5 millones de ejemplares, un informe del biólogo Stephen Harris revela que la población de esa especie ha caído peligrosamente a menos de 50 por ciento. Uno de los motivos es que estos mamíferos alcanzan su etapa reproductiva a los seis años de edad y 95 por ciento de los ejemplares "cazados" tienen menos de tres meses de nacidos.
Pese a la repulsa internacional, en Canadá se preparan para la próxima matanza de focas arpa que dará comienzo en marzo del año próximo.