La diversidad de situaciones en países complica alcanzar el objetivo, coinciden en foro
Buscan crear frente en América contra la negligencia médica
San Francisco, Cal. Primero fue una pierna, la derecha. Un año después, la izquierda, y luego una cadena de tumores malignos que terminaron con la vida de Augusto, peruano de apenas 13 años de edad. Todo debido al error de un médico, que en lugar de practicar una biopsia para determinar la gravedad del osteosarcoma, el cual había detectado previamente una resonancia magnética, decidió abrir el fémur para extraerlo.
Susan Sheridan entiende bien lo que pasó con Augusto, porque su hijo también fue víctima de negligencia médica. El daño cerebral que padece Cal, de 12 años de edad, pudo haberse prevenido si los médicos le hubieran practicado un examen clínico básico para determinar su nivel de bilirrubina.
El niño nació con ictericia (pigmentación amarilla de la piel) y así lo enviaron a su casa. Susan sabe que más de 60 por ciento de los recién nacidos presentan esa alteración y que los organismos de la mayoría la superan en forma natural. Sin embargo, existe un porcentaje, pequeño, que por diversas circunstancias, como la incompatibilidad del tipo de sangre, presenta complicaciones.
"Si son pocos, no importa. A todas las madres se les debe dar la seguridad de que sus hijos van a estar bien." Es un "error estúpido" que en la actualidad no debería ocurrir, y "¡menos en Estados Unidos!", dice Susan. Pero así fue. Cal vive atado a una silla de ruedas, aunque ahora está en cama debido a una lesión en la columna vertebral ocasionada por la falta de control de sus movimientos.
Con la única finalidad de evitar que éstos y otros errores se sigan cometiendo en clínicas y hospitales, el padre de Augusto, Alfonso Maldonado Villa, se sumó a la Alianza Mundial por la Seguridad del Paciente (AMSP), iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que pretende mejorar la calidad de la práctica médica y evitar que la salud de los enfermos se deteriore aún más, o peor, que pierdan la vida a causa de las deficiencias del sistema sanitario.
A esta propuesta se han sumado unas 100 personas del continente americano, entre pacientes, médicos y abogados, en la sección de Pacientes en Defensa de su Seguridad, uno de los seis campos de acción de la AMSP. Susan Sheridan, madre de Cal, dirige esta sección, que empieza a concretarse en el continente.
Del 8 al 10 de mayo, con el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se realizó en esta ciudad un taller regional para aglutinar a las personas que en Costa Rica, Perú, Chile, México, Estados Unidos y Canadá están vinculadas con la práctica clínica.
Desde el principio los asistentes reconocieron que no será fácil, porque aunque en todas las naciones hay víctimas de mala práctica médica, los orígenes son distintos. En los países desarrollados la preocupación es por fallas como la sufrida por Cal, o porque las dosis de los medicamentos son incorrectas, las recetas no se entienden o los diagnósticos son erróneos.
En todo caso, los afectados recurren a los tribunales, donde pueden obtener cifras millonarias por indemnización. El problema es, dice Susan Sheridan, que esos juicios duran años y a veces los pacientes no ganan nada. Además, la activista opina que las demandas, si bien representan una posibilidad de beneficio económico, no contribuyen a mejorar los servicios médicos, por lo que los errores siguen ocurriendo.
En las naciones en vías de desarrollo, en cambio, los sistemas de salud enfrentan carencias estructurales: falta de presupuesto, equipos médicos obsoletos, personal de salud mal pagado, sobredemanda de servicios en clínicas y hospitales, a los que se suma la negligencia o impericia de los profesionales de la salud.
Estas deficiencias favorecen la comisión de errores que afectan la salud o la vida de los pacientes. En algunos países, como Perú, ni siquiera existe una instancia donde los enfermos o sus familiares puedan presentar una queja. El acceso al sistema de justicia es complejo y, en ocasiones, inaccesible.
Así lo confirma Alfonso Maldonado, quien jamás tuvo ayuda médica ni económica durante la enfermedad de su hijo. Sólo después de que ocurrió la amputación de la pierna izquierda de Augusto, el Ministerio de Salud de Perú lo apoyó con médicos especialistas en rehabilitación y ordenó al Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas investigar los hechos y evitar que errores similares ocurrieran de nuevo. Nada más.
Otro aspecto que se avizora difícil de superar en el proyecto de Pacientes en Defensa de su Seguridad de la AMSP son los diversos puntos de vista sobre la manera de mejorar la calidad de los servicios de salud.
En México y Costa Rica, por ejemplo, existen iniciativas gubernamentales para prevenir los errores médicos, pero se concentran en algunos aspectos, como la comunicación médico-paciente y el desconocimiento de ambos sobre sus derechos y obligaciones.
Durante las discusiones en el taller regional, participantes de ambos países que trabajan en instituciones de gobierno, como el Hospital Nacional de Niños de Costa Rica, y la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) de México, defendieron sus respectivos programas, los cuales priorizan la prevención de la mala práctica clínica, la formación de recursos humanos y el cumplimiento de protocolos, reglamentos y normas.
Sin embargo, esas posturas, que comparten algunos dirigentes de organizaciones civiles de Estados Unidos, fue rebatida -en diferentes momentos- por pacientes, algunos estadunidenses y abogados que reivindicaron la importancia de la reparación del daño a las víctimas de negligencia médica con cargo a las instituciones sanitarias y a los responsables.
Para los pacientes, el principio de todo cambio debe involucrar a las víctimas, a causa de las deficiencias de las instituciones y de los médicos.
"Es que parece que se les olvida o no saben lo que significa perder a un hijo o que éste viva condenado a sufrir su discapacidad". Así lo explicó Evangelina Vásquez, mexicana, quien en 1994 fue madre por primera vez y sufrió las consecuencias de la negligencia de los doctores del IMSS, que se negaron a hacer caso de las dudas que ella tenía sobre el tipo de sangre de su bebé y los riesgos que podría enfrentar al momento del parto.
Cuando fue necesario atender al recién nacido, todo se complicó. El bebé tuvo sufrimiento fetal, por un largo periodo de trabajo de parto que al final terminó en una cesárea de urgencia. Además, el bebé nació con ictericia.
Uriel, ahora de 12 años, tiene daño cerebral: deficiencias motoras y retraso mental leve. Evagelina ganó la demanda civil al IMSS para la reparación del daño moral. Y aunque el dinero "me ha ayudado a darle a mi hijo una mejor calidad de vida, ¿quién y cómo me paga los momentos de crisis, muy dolorosos, que ha tenido Uriel cuando pregunta qué fue lo que le pasó, por qué todos le dicen 'pobrecito' y por qué no es como los demás niños?"