El periódico neoyorquino sostiene que el mensaje de Bush no dejó satisfecho a nadie
Militarización, triunfo para radicales y medrosos: NYT
El presidente es consistente en algo: envía tropas a todos los lugares donde no debe, consideran
Ampliar la imagen El gobernador Arnold Schwarzenegger dijo que la propuesta de Bush es una "solución de curita" Foto: Ap
Nueva York, 16 de mayo. La derecha antimigrante quiere más tropas, muchas más, en la frontera, mientras agrupaciones a favor de una reforma migratoria integral afirman que la militarización de la frontera no es solución a nada.
Las reacciones al mensaje del presidente George W. Bush revelan las profundas divisiones en este país en torno al tema migratorio, y aunque el discurso de anoche contenía un poco para cada quien en este debate, por las primeras reacciones, al parecer, pocos quedaron satisfechos.
El New York Times sostuvo que el discurso "no fue un anteproyecto para la reforma migratoria integral. Fue una victoria para el lado amedrentado del debate... para quienes dicen que los cruces de frontera tienen que ser detenidos de inmediato, con botas militares en las arenas del desierto". En su editorial, el Times critica que "en lugar de defender la verdad, Bush giró anoche en la dirección de quienes ven la inmigración, con engañosa claridad, como un problema enteramente de barricadas y de tipos malos. Su plan de desplegar 'hasta 6 mil' elementos de la Guardia Nacional con el fin de dejar a la Patrulla Fronteriza libre para cazar inmigrantes indocumentados es un modelo de simplicidad pura, que de seguro alentará a los minutemen, a los espantados teóricos de la conspiración, a los latinofóbicos para quienes el inglés debe ser la única lengua del país, las personalidades derechistas de radio y televisión, y legisladores que no tienen ninguna paciencia para evaluar las muchas y mixtas bendiciones que la creciente inmigración ha otorgado a este país".
El Times advierte que un mensaje que acepta los argumentos de los minutemen -como el de Bush- podría acabar nutriendo sólo a los antimigrantes. Ahora, señaló el rotativo, los senadores demócratas y republicanos moderados tendrán que defender el sentido común en este debate y "superar esta última contribución del siempre nada ayudador presidente, quien anoche hubiera podido encauzar al país hacia una reforma migratoria seria, pero en su lugar decidió posar como el minuteman en jefe".
Las divisiones dentro del partido del presidente son el mayor obstáculo por el momento, y la maniobra de la Casa Blanca fue un intento por superar el bloqueo político promovido por un sector conservador antimigrante que ha detenido la aprobación de un acuerdo de reforma al concederle aun mayores medidas de seguridad, entre ellas el envío de tropas.
No es la primera vez. Vale recordar que Bush declaró su apoyo al llamado proyecto de ley Sensenbrenner (patrocinado por el representante James Sensenbrenner) aprobado por la cámara baja en diciembre, el cual incluye medidas para criminalizar a los indocumentados y la construcción de muros en amplios sectores de la frontera y excluye toda medida de "reforma" como procesos de legalización. El 16 de diciembre, Bush dijo: "aplaudo a la cámara por aprobar un proyecto fuerte de ley de reforma migratoria. Estados Unidos es una nación construida sobre el imperio de la ley, y este proyecto nos ayudará proteger nuestras fronteras y suprimir el ingreso ilegal a Estados Unidos".
En ese entonces, Bush y sus estrategas habían concluido que tenían que apoyar este esfuerzo antimigrante con la idea de que después podrían proceder dentro del Senado hacia algo que por lo menos incluyera un programa de trabajadores huéspedes, y de que con esta maniobra ganarían el apoyo de este mismo sector conservador de su partido. El hecho de que se vieron obligados a prometer aún más medidas de seguridad sugiere que la estrategia aún no ha rendido los frutos esperados.
Sin embargo, por lo menos hoy su mensaje pareció haber tenido el efecto deseado por la Casa Blanca en el debate sobre una reforma migratoria en el Senado, el cual continuó por segundo día sus deliberaciones sobre el tema. Hoy los promotores del proyecto de ley base -una iniciativa que incluye mayores medidas de seguridad fronteriza, un proceso para la legalización de algunos de los 12 millones de indocumentados y un programa de trabajadores huéspedes, junto con decenas de trampas y condiciones complejas- lograron derrotar enmiendas que podrían haber anulado aspectos claves de la propuesta.
Senadores de ambos partidos que apoyan una reforma limitada elogiaron el mensaje presidencial, señalando que logró consolidar más votos de legisladores, y el senador Mel Martínez, republicano y copatrocinador de la iniciativa, consideró hoy que ya tienen suficientes votos para derrotar todo intento de descarrilarla en el Senado. Y hubo optimismo de que se logrará aprobar un proyecto de ley antes de fin del mes.
Sin embargo, esto no garantiza una reforma este año, ya que cualquier proyecto de ley aprobado en el Senado deberá ser negociado con la versión Sensenbrenner en la cámara baja. Opositores a cualquier medida de legalización en la esa cámara siguen expresando su repudio a la formulación del Senado, y algunos consideraron que lo propuesto por el presidente no es suficiente. Otros desean hasta 50 mil efectivos o más en la frontera, mientras el influyente republicano Roy Blount expresó la línea oficial de varios de que no desean considerar la legalización o un programa de trabajadores huéspedes hasta que se aborden "nuestros serios problemas de seguridad fronteriza".
Por su parte, las fuerzas pro reforma migratoria también están midiendo sus respuestas a las declaraciones de Bush, y no hay consenso entre ellas. Agrupaciones como el Consejo Nacional de la Raza y el Foro Nacional de Inmigración subrayaron que aunque el envío de tropas a la frontera no es una solución, fue positivo que Bush haya defendido por lo menos la necesidad de una reforma integral.
Eliseo Medina, vicepresidente del sindicato nacional de servicios SEIU y uno de los líderes de la Alianza Somos América, declaró hoy a La Jornada que Bush mencionó por primera vez un proceso de legalización y elogió las contribuciones de los migrantes. Pero "desgraciadamente las otras partes del discurso son malas, como el envío de la Guardia Nacional a la frontera y la participación de agencias policiacas locales en detener a migrantes". Sin embargo, consideró, esto no amedrentará al movimiento pro inmigrante. "El miedo ya se terminó cuando decidimos salir a las calles y decir ya estuvo bueno, y ahora esto sólo impulsará más a este movimiento", consideró.
Líderes locales fueron más feroces en su critica. "No estamos en estado de sitio... esto es lamentable", estimó Raúl Macías, de la Liga de Futbol Anáhuac en Los Angeles. A la vez consideró: "debemos hacer responsable al gobierno de México por permitirlo, y por haberse engañado sobre las expectativas que ofrecieron". Otros señalan que se debería castigar en las urnas a políticos de ambos lados de la frontera.
En esta ciudad, Cheng-Wha Hong, director ejecutivo de la Coalición de Inmigración de Nueva York, indicó que "ésta es una militarización de la frontera, lo cual él (Bush) sabe que no va a resolver el problema.
"Podemos decir que Bush es consistente en algo: envía tropas a todos los lugares donde no debe, primero a Irak, ahora a la frontera con México", bromeó Antonio González, director del Instituto William C. Velásquez.
Hubo diversas reacciones iniciales de políticos estatales y locales en otras partes del país. Los gobernadores de los estados fronterizos están divididos sobre la propuesta del envío de tropas de la Guardia Nacional, las cuales estarán precisamente bajo el mando de ellos. Arnold Schwarzenegger, de California, no dio respaldo a la iniciativa, a la cual calificó de "solución de curita" para el problema. Su homólogo en Nuevo México, el demócrata Bill Richardson, también dijo que no es una solución suficiente, pues deja la responsabilidad una vez más a los gobernadores, y no al gobierno federal. La gobernadora de Arizona, Janet Napolitano, demócrata, y el gobernador republicano de Texas, Rick Perry, expresaron apoyo a la medida.
Entre las reacciones más sorprendentes, el jefe del sindicato de los agentes de la Patrulla Fronteriza, T J. Bonner, calificó el anuncio de envío de tropas sólo como una maniobra política de Bush. Bonner declaró a la agencia Ap que el presidente sólo intenta apaciguar a sus críticos, quienes "tienen todo el derecho de criticar su política de no imponer la ley". Dijo que el gobierno de Bush sólo desea asegurar la mano de obra barata de los inmigrantes.
Por otro lado, la alcaldesa de Laredo, Texas, Elizabeth G. Flores, quien ha solicitado mayor asistencia federal para controlar la frontera, rechazó la idea de enviar tropas. "Tenemos más de 300 agentes de la Patrulla Fronteriza de aquí en servicio en Irak. ¿Por qué no (Bush) los regresa a casa para hacer las tareas para las que fueron capacitados?", comentó al Washington Post.