Editorial
Fox, aliado de EU contra los migrantes
En menos de 72 horas la clase política estadunidense ha enviado dos señales profundamente hostiles contra nuestro país: el lunes 15 el presidente George W. Bush ordenó el envío de 6 mil efectivos de la Guardia Nacional a la línea divisoria con México, y ayer el Senado aprobó por abrumadora mayoría la construcción de una triple muralla a lo largo de 595 kilómetros de la frontera común y la erección de barreras que impidan el paso de vehículos en un tramo adicional de 800 kilómetros. La idea, que trae a la mente el Muro de Berlín y la kilométrica fortificación con la que Israel está encarcelando a la población palestina en bolsones de su propio territorio, fue descrita en forma inequívoca por su promotor, el senador republicano Jeff Sessions, como "una señal de que los días de frontera abierta se terminaron", Y en seguida, haciendo gala de su abismal ignorancia literaria, el legislador quiso engalanarse con una mención equívoca del poema Mending wall, de Robert Frost (1874-1963), "buenas cercas hacen buenos vecinos", sin saber que la frase tiene, en su contexto, una carga de feroz ironía.
En materia de persecución a los migrantes, los conservadores, los halcones y los xenófobos están a la ofensiva. Las expectativas generadas por las propuestas de otorgar una regularización parcial de los migrantes indocumentados y de establecer un programa de trabajos temporales han quedado ampliamente rebasadas por los designios de militarizar y cercar la frontera. Pese a la aplastante aprobación de la muralla, en el país vecino se han alzado voces en contra de medidas tan despiadadas, tan inhumanas y, a fin de cuentas, tan hipócritas, habida cuenta que la economía estadunidense necesita un enorme flujo de mano de obra barata procedente, en su mayor parte, de México y el resto de América Latina. En ese tenor, el senador demócrata Dick Durbin dijo, por ejemplo, que "nuestra relación con México se reducirá a una barrera entre dos países". Hasta el Financial Times de Londres expresó, en un editorial, una percepción crítica del recurso militar en la frontera, al señalar que "servirá de poco para contener la inmigración indocumentada", cuyo flujo "se ajusta a la creciente oferta laboral en Estados Unidos".
Por supuesto, los gestos de hostilidad procedentes de Washington han generado reacciones adversas en México. La excepción agraviante y casi increíble es la del gobierno de Vicente Fox, el cual se empeña con todas sus voces la del propio mandatario, la de Rubén Aguilar, la del secretario de Gobernación, Carlos Abascal, y la del canciller, Luis Ernesto Derbez en justificar y respaldar estas agresiones contra nuestro país. Según Fox, la "oposición aquí en México" quiere "restregarnos en la cara" la militarización de la frontera porque, supuestamente, "quiere demeritar lo que estamos a punto de alcanzar". El mandatario saliente falta a la verdad porque su administración no va a "alcanzar" nada en los meses que le quedan. Si el país vecino aprueba una regularización parcial y un plan de empleos temporales, ello no habrá sido por el esfuerzo de un Ejecutivo federal entreguista y servil, sino en respuesta a la necesidad de mano de obra de la propia economía estadunidense. Miente también cuando afirma que el despliegue de tropas y el muro son parte de un "concepto de seguridad integral", porque ni el sur de Estados Unidos ni el norte de México serán más "seguros" con esas medidas, las cuales, en cambio, multiplicarán las condiciones de inseguridad que de por sí padecen los connacionales migrantes.
Por su parte, Derbez y Aguilar realizan despliegues verbales de mala fe para adulterar la verdad a favor de los legisladores conservadores estadunidenses y aseguran que la militarización no es militarización porque la Guardia Nacional "no es militar". Tal vez harían bien ambos funcionarios en abrir los sitios web de esa corporación (www.ngb.army.mil y www.arng.army.mil), ambos con el dominio ".mil", reservado a entidades castrenses, para enterarse de que "la Oficina de la Guardia Nacional es el instrumento federal responsable de la administración de la Guardia Nacional (...) establecido por el Congreso como una dependencia conjunta de los departamentos de Defensa y la Fuerza Aérea", que su tarea actual es "garantizar que la Guardia Nacional se mantenga como un componente vital de las fuerzas armadas de Estados Unidos" y que "el presidente puede activar a la Guardia Nacional para participar en misiones federales (como) las unidades desplegadas en Bosnia y Kosovo (...) y en Medio Oriente y otros escenarios de la guerra contra el terrorismo".
En cuanto a la declaración de Abascal, quien calificó de "comprensiva" la decisión de desplegar unidades militares en la frontera común, que tendría por objeto "ordenar los flujos migratorios", parecería más propia del secretario estadunidense del Interior que del titular de la Secretaría de Gobernación de México.
Resulta justo y fundamentado, en este contexto, afirmar, como lo señaló ayer Porfirio Muñoz Ledo, que, más que tibieza, inconsecuencia o pusilanimidad, la actitud de las autoridades federales mexicanas es de complicidad con los conservadores y racistas que predominan en las esferas políticas del país vecino y que establecen disposiciones que constituyen verdaderos actos de beligerancia. Aparte de los polleros, de la migra, de los desiertos calcinantes, de los patrones explotadores y abusivos, de las milicias dedicadas a la cacería de seres humanos, los migrantes mexicanos pueden incluir en la lista de sus enemigos manifiestos al gobierno de su propio país.