Empate técnico
Si las encuestas son ciertas, la disputa presidencial está apretada y sólo abarca a dos contendientes. Más allá de diferencias numéricas, cada vez se precisan más los perfiles de una contienda que propone dos proyectos de país. Quedó atrás la decisión electoral sobre la permanencia del PRI: en 2000 los votantes optaron porque saliera de Los Pinos y este 2006 no parece tener ninguna posibilidad seria de competir. Permanece una vieja disyuntiva que había tardado en aparecer en nuestra vida electoral: derecha o izquierda.
La contraposición ideológica puede percibirse con claridad en varios aspectos. En la evaluación del desempeño económico sexenal, en la propuesta de desarrollo, en la política social, frente a las reformas pendientes, en la renegociación del TLC, así como en cuestiones que interesan a las personas. Frente a proyectos de nación hay planes individuales de vida que determinan las preferencias electorales. Respecto al primer tipo de evaluaciones existe información objetiva; lo segundo implica preguntarse sobre los valores y estilos de vida.
Ningún analista económico cuestiona que en los últimos cinco años el desempeño económico ha sido mediocre. Usando el indicador convencional del crecimiento del PIB este lustro apenas alcanzamos un incremento anual de 1.6 por ciento. Pero si nos referimos al crecimiento del PIB por habitante revelamos el desarrollo que ha alcanzado el país. Este indicador no es más que el resultado de restar al crecimiento del PIB el de la población. Asunto sencillo en cualquier lado, pero resulta que en México el dato poblacional aceptado era un incremento anual de la población de 1.5 por ciento, pero el conteo reciente lo reduce a 1.1.
La explicación está dada por la migración. Según el Consejo Nacional de Poblacion la migración neta es de 0.4 por ciento anual. Así que el verdadero crecimiento poblacional es de 1.5, sólo que 0.4 emigran, lo cual produce una tasa efectiva de 1.1 por ciento anual. En consecuencia, el PIB por habitante, medido por el crecimiento poblacional efectivo, ha sido de 2.4 por ciento entre 2000 y 2005, equivalente a menos de 0.5 anual, que evidencia el fracaso del modelo económico. Pero si al crecimiento del PIB le restamos el 1.5 de crecimiento poblacional ocurrido, entonces el per cápita no reflejaría crecimiento alguno. El fracaso se torna escandaloso.
Con sólo estos datos la evaluación resulta contundente. Sin embargo, al momento de decidir por una opción electoral los votantes se dividen en relación con valores sociales y orientaciones económicas. Liberales-conservadores y por un régimen estatista o de mercado. Según la encuesta mundial de valores realizada en México a fines de 2005 (Alejandro Moreno. "Ideologías, estilos de vida y votos", en Foreign Affairs en español, núm. 2, 2006), 23 por ciento del electorado es de izquierda o centro-izquierda, del cual 60 por ciento apoya a López Obrador, en tanto que la derecha y centro-derecha aglutina a 46 por ciento de los electores, de los cuales 50 por ciento apoya a Calderón. De centro se definen 31 por ciento de los electores, de los que 42 por ciento respalda a López Obrador y 36 a Calderón.
Si se divide a los electores por deciles de ingreso resulta que la probabilidad de voto por López Obrador o por Calderón es prácticamente la misma en cada uno de ellos. De modo que el empate parece extenderse incluso en los niveles altos de ingreso. Así que la evaluación de los resultados económicos puede resultar decisiva. Al estancamiento reseñado habría que agregar la evolución del empleo, los salarios, la productividad del trabajo y la distribución del ingreso. De los empleos sabemos que la situación es trágica. El desempleo abierto, es decir, quienes buscan empleo de tiempo completo y no lo consiguen, aumentó 153 por ciento en 2000-06, al tiempo que los empleos formales permanentes se redujeron. De modo que aquí también el fracaso es total.
En relación con los salarios reales se ha presumido que aumentaron, lo que es cierto. Ha habido un incremento de 10.2 por ciento, pero la productividad también lo hizo, sólo que un poco más: casi 16 por ciento, lo cual permitió aumentar las utilidades. Comparando los datos de distribución del ingreso de 1984 y 2002, el 10 por ciento más rico de la población se apropiaba de 25.8 del ingreso y actualmente de 31.2. Esto se logró a costa de los más pobres: el decil de menores ingresos pasó de 3.2 a 3.1 y el decil que le sigue perdió casi un punto porcentual, al pasar de 7.9 a 7.1 del ingreso total. De ello trata esta elección: por la derecha siguiendo el camino del estancamiento y la concentración, o por la izquierda apostando por uno distinto.