Desde la idea a investigar hasta la introducción en el mercado, los servicios que ofrece
Empresa de alquiler de científicos funciona con éxito en Alemania
Fundada por tres químicos que deseaban trabajar por su cuenta, su campo central de investigación es el desarrollo de nanoplata
Tiene una red de alrededor de cien especialistas
Ratisbona, Alemania, 17 de mayo. En la torre de marfil de los eruditos hasta el día de hoy se siguen escuchando burlas sobre una joven empresa. Se debe principalmente a su provocador nombre: Rent a Scientist (Alquile un científico). A muchos investigadores universitarios este logo les suena demasiado a alquiler de coches, y justamente era la intención de los fundadores de la empresa de Ratisbona.
Hace 10 años, los químicos Raimund Brotsack, Georg Maier y Robert Nusko se establecieron por su cuenta como científicos de alquiler. Su Rent a Scientist GmbH ofrece servicios científicos de proyectos de innovación, partiendo de una idea hasta su introducción en el mercado, y está dirigida a empresas que no disponen de un departamento de investigación o para aquellas que simplemente quieren tener "una perspectiva de afuera". El pequeño taller instalado al principio en un sótano se ha convertido en una empresa modelo con clientes en toda Alemania y el extranjero. En la actualidad, Rent a Scientist cuenta con 77 patentes, marcas y modelos de utilidad registrados.
Compañeros de estudios universitarios
El trío fundador se conoció en la Universidad de Ratisbona, y al principio a ninguno le atraía la idea de trabajar en la rama industrial. "Lo que queríamos era establecernos por nuestra cuenta", recuerda Raimund Brotsack (nacido el 26 de junio de 1965). Comenzaron con un equipo de laboratorio regalado, pero sin un plan concreto de negocios. "Nos habían dicho que era indispensable tener un plan determinado", dice el químico de 40 años. Pero de todas formas funcionó, aun sin dinero de los bancos. "Hasta el día de hoy no hemos solicitado ni un solo crédito".
Comenzaron su proyecto cuando preparaban su tesis doctoral en la universidad. En un principio no percibían honorarios de la empresa, luego comenzaron a recibir 500 y posteriormente mil marcos alemanes. "Como estudiantes estábamos acostumbrados a vivir con poco dinero", explica Brotsack. El primer encargo lo recibieron enseguida. Una fábrica de textiles quería desarrollar una nueva técnica de teñido para pantalones vaqueros. Aunque la solución encontrada por los químicos nunca fue llevada a cabo, ellos consideran que este fue el comienzo definitivo de sus actividades empresariales.
A partir de 2000 fueron aumentando los éxitos de Rent a Scientist: fue en ese año cuando se incorporó al grupo un cuarto gerente, el comerciante Adi Parzl. "En la actualidad tenemos una clientela fija de 50 empresas", afirma Parzl. Entre ellas hay también consorcios internacionales que formulan encargos al equipo creativo de la región del Danubio. En este momento, la empresa cuenta con ocho empleados fijos y una red de expertos de aproximadamente 100 investigadores y técnicos de escuelas superiores y empresas externas. Estos especialistas apoyan al equipo según las necesidades.
Negocio próspero
En vista de la buena situación por la que atraviesa la empresa, Parzl está convencido de que en el futuro se podrán crear por año dos puestos nuevos. "Crecemos gracias a la publicidad transmitida de boca en boca", asevera. El volumen de ventas, que Parzl no desea dar a conocer, aumenta de 20 hasta 30 por ciento al año. En algún momento Rent a Scientist estará en condiciones de emplear a no menos de 30 colaboradores.
La empresa se especializa en varios temas de investigación, como el desarrollo de instalaciones de biogás y sensores químicos. Un campo central es el desarrollo de nanoplata, que tiene propiedades desinfectantes y antibióticas y puede ser empleado en pinturas. Según Brotsack, el polvo de plata podría mejorar las condiciones higiénicas de consultas de médicos, cepillos de dientes o embalajes de comestibles.
Los químicos de Ratisbona ven gran potencial en el sector de textiles con electrónica integrada. Para ello han inventado un hilo elástico que contiene un cable de cobre revestido de plata. Con su ayuda se pueden confeccionar camisas con sensores de electrocardiograma para deportistas o pacientes. "Este se convertirá, con toda seguridad, en un mercado de masas", sostiene Parzl.