Cuando denunciamos los abusos se nos tachó de enfermos mentales, recuerdan
Víctimas de Maciel se manifiestan insatisfechas con el castigo aplicado
''Es una pena absurda y mediocre comparada con todo el daño que hizo a nuestras vidas''
A quienes sufrieron vejaciones sexuales por parte de Marcial Maciel, el Vaticano no les ha notificado de manera formal que están fundadas algunas de sus denuncias. La noticia circuló por Internet, aunque algunos ya lo sabían extraoficialmente desde hace algunos días.
La resolución del tribunal especial de Roma, que juzga los delitos más graves que se puedan cometer dentro de la Iglesia católica, no les satisfizo, pues esperaban mayor castigo para el sacerdote pederasta, y que se les resarciera su buena fama, ya que al denunciar los abusos sexuales fueron calumniados por los Legionarios de Cristo y considerados inclusive ''enfermos mentales''.
Saúl Barrales, uno de los primeros ocho denunciantes en contra de Maciel, dijo que ahora se demuestra ''que no estamos locos o desquiciados''. Alejandro Espinosa, autor de uno de los libros que con más crudeza relata los excesos del líder moral de los legionarios, consideró que es un castigo ''exiguo y mediocre'', comparado con todo el daño que hizo y las muchas vidas que afectó.
Al sacerdote Antonio Roqueñí, abogado que presentó la denuncia que suscitó las investigaciones sobre el padre Marcial, la resolución del tribunal eclesiástico le genera un sentimiento encontrado. Por una parte, cierto consuelo al saber que finalmente algo de justicia aplicó el Vaticano en el caso más escandaloso cometido por un representante suyo. Por otra, dice sentir dolor y una enorme vergüenza por el daño que sufre su Iglesia.
Expulsiones de seminarios
Asimismo, Espinosa recuerda, en su libro El legionario, editado por Grijalbo, que Maciel tenía tendencias homosexuales en su niñez. Después habría sido expulsado del seminario Montezuma, Nuevo México, por ''inmoralidad y faltas a la pureza, con conducta reincidente que pone en peligro la vocación de más seminaristas''. Sin embargo, el especialista en religión Elio Masferrer recuerda que antes, en el seminario de Veracruz, le pidieron que lo abandonara, ''aunque no quedan claros los motivos''.
Otros especialistas señalan que el problema en sí no sería la homosexualidad de Maciel, sino su pederastia. Es decir, el engaño y abuso sobre menores que le fueron confiados como fundador de la orden, con la confianza ciega de sus padres.
De todo esto dio cuenta La Jornada, cuando en 1997 presentó testimonios de varios de los iniciadores de las denuncias que dos años antes impulsó el hoy ex sacerdote Alberto Athié, cuando Juan Manuel Fernández Amenábar le hizo jurar, antes de morir, que haría públicos los abusos sexuales que sufrió por parte de ese clérigo en su niñez y adolescencia.
A Espinosa, hoy sexagenario, la sentencia le provoca varias reflexiones, en principio por considerar que la sanción a divinis es ''un castigo mínimo que no responde a la magnitud de las denuncias en contra del padre legionario''. El Vaticano integró un paquete con más de 30 expedientes recabados tan sólo en abril de 2005. Además, recuerda que Marcial Maciel abusó de las drogas, estuvo coludido con el narcotráfico, cometió fraudes e hizo cómplices a sus víctimas, al obligarlos a callar, confesarlos y absolverlos.
Saúl Barrales y Juan José Vaca asumen por su parte que el caso por fin se cerró. Se reservaron una opinión más a fondo en espera de que Roma haga oficial la resolución. Lo cierto es que esperaban una sanción más dura, sólo que la Iglesia católica tardó mucho en intervenir, aunque ya conocía del asunto desde 1956, cuando Federico Domínguez habló por primera vez de los excesos de Maciel y el caso llegó a Roma; se ordenó una investigación que a la postre fue congelada y se dejó en la inercia, para hacer creer que el sacerdote había sido exculpado. Al Vaticano se le acusó de desaparecer el expediente hasta que en 1998 se reabrió, cuando el caso se presentó formalmente ante los tribunales eclesiásticos.
Roqueñí espera que la Congregación para la Doctrina de la Fe informe con claridad sobre la resolución final, por estar involucrada mucha gente: las víctimas, sus familias, la orden de los Legionarios de Cristo, distribuidos en muchas partes del mundo, que también tienen derecho a conocer la verdad sobre la vida de su líder moral, porque muchos de sus miembros ''no creerán lo ocurrido con Marcial Maciel''.
La admiración que sienten por él ''les impedirá aceptar en primera instancia la realidad. Deben sentir una enorme desilusión, porque los hechos son reales y en un principio los consideraron imposibles'', concluyó el padre Roqueñí, pieza fundamental en la denuncia de las víctimas, quien les sugirió llevar el caso hasta los mismos tribunales de Roma.