Graná Louise: la eléctrica voz de Chicago, en el DF
Quintaesencia del blues, la rotunda cantante se despide hoy de la capital
Ampliar la imagen El disco Generations, que lanzó al mercado en 2003 la diva afroamericana, fue aclamado por la crítica especializada. Graná Louise ha alternado en escena con grandes figuras del blues como Magic Slim, Shemeika Copeland y Charlie Musselwhite Foto: José Antonio López
Hay un pequeño, delicioso bar en la periferia de la colonia Condesa, que se ha convertido en una suerte de embajada del blues de la ciudad de Chicago en el Distrito Federal. Músicos extraordinarios, procedentes de aquella región del norte de Estados Unidos, han inundado con su voz, su armónica o su guitarra eléctrica el cubo en semipenumbras que es el Hoochie-Coochie Bar Ruta 61.
Esta noche, en ese sitio, subirá al escenario Graná Louise, una cantante rotunda por donde quiera que se le vea, que debutó allí mismo el pasado jueves y transformó a quienes la escucharon interpretar su muy particular versión de una de las piezas cumbres de Jimmy Hendrix: Hey, Joe (where did you kill your wife last nigth?)
No es, como dijo el fotógrafo Pedro Cote, la letra de una canción "muy políticamente correcta que digamos", pero cuando las luces del foro se atenuaron y las guitarras de Ignacio Espósito y Octavio Herrero comenzaron a puntuar suavemente la célebre melodía de Hendrix, el tiempo se detuvo. Inmensa en un palazzo negro, bordado en hilos blancos y de color de plomo y de ceniza, que le dibujaban flores de pétalos gigantescos sobre su amplio pecho, Graná sacudió la cabeza, y con ésta la desordenada melena de mechones rojos y dorados que la mantienen anclada en la juventud, y abrió, para tragarnos con ellos, unos simpatiquísimos ojos del tamaño del mundo.
Antes nos había susurrado al oído Summertime, con una obertura muy lenta y muy clásica, y luego aceleró el fraseo de los instrumentos al compás de su gorda y cálida voz, que reinventó el blues para un público no muy nutrido pero cautivado completamente por la entrañable silueta de la maravillosa vocalista, tan pero tan parecida a la Estrella, de Guillermo Cabrera Infante, el descomunal personaje del segmento "Ella cantaba boleros" en la novela Tres tristes tigres.
"Tengo el bulldog más bravo de la ciudad/ se come lo que le pongan por delante", nos había relatado la Graná en uno de sus primeros números de la noche, jugando a subrayar el doble sentido de los versos más pícaros con el movimiento de sus elocuentes cejas, el baile de sus carismáticas pupilas dentro del blanco oceánico de los ojos y esa manera de parar la trompita, hinchando aún más los robustos labios para jugar a que es feliz regalándonos canciones que hablan de gente triste, como el nombre de este género musical lo indica.
Tras el Bulldog, que le deparó un aplauso de pie, contestado por ella con vehementes caravanas, Graná Louise continuó en la vena humorística en las estrofas de Fishing, la historia de una pareja en conflicto que encubre sus problemas en las aficiones pesqueras del marido, el cual dice que sale a coger peces con su caña y su anzuelo, pero regresa con las manos vacías sin haber dejado de conjugar el verbo.
Después del intermedio, obligado por la relación peso-edad y la altura de la ciudad en donde tales acontecimientos sucedían, la doña regresó y trajo una invitada, Claudia Ostos, la blusera mexicana que prepara su retorno a la escena después de cumplir con las exigencias imperativas de la maternidad, y entre ambas cantaron Sweet home Chicago, involucrando al público en los coros que deletrean la palabra Chicago.
Tras el aplauso que acompañó a Claudia por el camino a los brazos de su compañero, en la parte alta de las tinieblas del bar, Graná prosiguió su recital flotando sobre los hilos de las guitarras y el bajo de Mauro Bonamico y los tambores y platos de Santiago Espósito, y el público la escuchaba alelado, de tal modo que cuando la señora terminó de volar por el aire enrarecido del antro, recibió otra ovación, más potente y entregada que las anteriores, y vencida por la emoción rompió a llorar dylanianamente, like a little girl.
Y vino entonces el plato más fuerte, la recreación de Hey, Joe, que le puso los pelos de punta a Mariana Dávila, una de las meseras del establecimiento que, al igual que Claudia de la Concha, y Danette, y Karen, es también una blusera en formación, porque aparte de embajada musical de Chicago y oasis en el desierto de la capital del país, el Hoochi es a la vez una especie de conservatorio subterráneo del que saldrán los talentos de pasado mañana.
La noche de hoy será la última ocasión de vibrar con la presencia de Graná Louise en quién sabe cuánto tiempo en el Hoochie-Coochie, donde a partir de las 22 horas estará acompañada por La vieja estación, una de las mejores bandas bluseras del momento, y cantará a veces a dúo con el vocalista y director de la misma, el maestrísimo Ezequiel Espósito. El Ruta 61, conocido también como el "cuchi-cuchi bar", está en avenida Baja California casi esquina con Nuevo León.