Usted está aquí: sábado 20 de mayo de 2006 Espectáculos Hoy, Mardonio Carballo encarnará al tlacuache cuentacuentos en Chapultepec

Presentará Narraescenificaciones de tlacuakilotl en La Casa del Lago, a las 15 horas

Hoy, Mardonio Carballo encarnará al tlacuache cuentacuentos en Chapultepec

El poeta y actor veracruzano pugna por romper con el estereotipo de "lo indígena"

TANIA MOLINA RAMIREZ

Ampliar la imagen Mardonio Carballo, durante una de sus representaciones en la Casa del Lago

Cuando el mundo estaba recién nacido, los señores del inframundo robaron el fuego, el tesoro. Todos estaban desconsolados, sin saber qué hacer, hasta que el tlacuache, que era fiestero y despistado, se ofreció a bajar al inframundo. Ahí, se dio cuenta de que había olvidado llevar un madero, así que usó su cola como antorcha. Es por eso que este sabio, juguetón y astuto ser, siempre dispuesto a ofrecerse, tiene la cola pelada.

Los señores del inframundo han vuelto a robarse el fuego. El tlacuache miró las protestas de los jóvenes en Francia, miró a los migrantes en las calles estadunidenses, miró Atenco, miró la desigualdad cada vez mayor y "las brechas que se ensanchan y se vuelven cañones entre montañas", y dijo: "el mundo no puede continuar así". Por lo que está de vuelta, muy cerca de nosotros, tan cerca, que se cree que hoy, sábado, andará por el Bosque de Chapultepec, danzando entre los árboles y haciendo lo que más le gusta: contar cuentos.

La Jornada se encontró al tlacuache en una fresca noche chilanga. Para no desconcertar a los seres humanos, anda disfrazado como uno de ellos, y responde al nombre de Mardonio Carballo.

El tlacuache "es un viejo sabio; representa a los seres 'débiles': lo puedes patear y se hará el muerto, y cuando te des la vuelta se levantará del suelo. Representa la solidaridad: si su compadre no tiene qué comer, se ofrecerá para ser devorado, y luego renacerá desde los huesos", narra Carballo, poeta, "teatrero", "palabrero" y loco nahua, quien nació en Chicontepec, en la Huasteca veracruzana, hace 32 años.

Carballo dice que el tlacuache andará contando/actuando cuentos -con "ráfagas en náhuatl"- que vienen de todas partes: se los narró su padre, los escuchó en remotas comunidades indígenas, los leyó en algún libro. Cuentos fantásticos que "pueden ir hasta el cielo, bajar al infierno y regresar al cielo", acompañados de sones indígenas, interpretados por el joven acordeonista Héctor Hellion.

Aunque al tlacuache le encanta pasear por el bosque, el pretexto serio de por qué contar los cuentos fuera de la Casa del Lago -y que pone en boca de Carballo- es "romper con el estereotipo de lo indígena: los recintos culturales tendrán que abrirse a la nación multicultural que todos representamos", y que el arte no se quede circunscrito en los espacios "asignados" a lo indígena.

La idea de hacerlo al aire libre y no anunciarlo mucho es para "acercar el teatro" a los que andan por ahí, "seducirlos" -sigue Carballo-, a que juntos, paseantes y tlacuache, transformen las historias. Los cuentos, pues, no son los mismos de un día a otro.

Carballo, desde muy joven, abrazó el teatro "como se abraza lo más hermoso". Aprendió el oficio con los integrantes del grupo teatral Espacio Aguaviva, a quienes dedica esta temporada en la Casa del Lago.

Gran admirador de Dario Fo, el poeta veracruzano montó, hace tiempo, Desde el aire, basada en una obra del gran maestro de la sátira. También participa con Las plumas de la serpiente y nosotros tenemos la palabra, en el noticiero radiofónico Hoy x Hoy (W Radio).

Así que si usted anda por ahí distraído, paseando por la Casa del Lago, no se asuste si entre los árboles aparece el tlacuache. Mejor, acepte gustoso su invitación a jugar y ser parte de una historia.

Quizá hasta le toque verlo sumergirse en el inframundo. Y, quién sabe, tal vez, para alivio nuestro, el tlacuache logre, de nuevo, devolvernos "el fuego, que es de todos".

Narraescenificaciones de tlacuakilotl. Sábado 20, a las 15 horas, en la Casa del Lago, Bosque de Chapultepec. El domingo 28, a las 13 horas, y así alternado: un sábado (15 horas), luego un domingo (13 horas).

 
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