Las ciencias sociales y la democracia en México (lo que sí dije)
Hace unos días se organizó en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM una mesa redonda sobre La democracia en México. Al final me invitaron a decir unas palabras, cuyas tesis principales no aparecieron en la nota de prensa. Como tal vez sea interesante darlas a conocer, a continuación hago una breve reseña que busca enmendar la desinformación. Digo que dije:
UNO: Hoy las ciencias sociales tienen que afrontar, más que nunca, el problema del conocimiento de la verdad, el problema de la crítica de la mentira, y el problema de decir lo que se piensa y de pensar lo que no se quiere ni pensar.
En tan viejos problemas es necesario ver sus novedades: por ejemplo la importancia que han cobrado las mentiras que no se hacen para engañar, sino para buscar cómplices, y cuyo arte tanto han enriquecido los organismos internacionales y los gobiernos neoliberales. Y otro ejemplo: la importancia que han cobrado las groserías, más que como injurias, como expresiones burdas y respuestas enojosas que sustituyen al pensamiento crítico en la explicación de temas controvertidos que deberían aclararse.
DOS: Las ciencias sociales tienen que partir de hipótesis altamente probables, como las que se mencionan a continuación, y precisarlas con todos los recursos científicos y las "experiencias narradas" cuidando de no sustituir los razonamientos con racionalizaciones o justificaciones, y de usar la retórica como arte de la persuasión que pueda apoyarse en la ciencia y también en la conciencia.
TRES: Es falso sostener que "nos hemos acercado a la democracia y que se ha acabado el régimen autoritario que dominaba en México".
CUATRO: El régimen presidencialista continúa aunque ahora la decisión final y los límites de la libertad de acción, y de las medidas y ofrecimientos "políticamente correctos", ya no los fije el Presidente de la República, sino el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, las megaempresas y los complejos empresariales y militares del "Imperio" y sus asociados nativos.
CINCO: La "división de poderes" no se da en las principales medidas de la política neoliberal privatizadora y desnacionalizadora en que coinciden el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial en la "toma de decisiones", palabras más, palabras menos.
SEIS: La lucha de partidos desaparece en conceptos, léxicos, programas, supuestamente alternativos a la política neoliberal, todos carentes de medidas concretas y de bases sociales organizadas y articuladas, que los hagan creíbles. Hoy, el partido del Estado parece haberse transformado en tres partidos distintos y uno solo verdadero. Entre unos partidos y otros se libran luchas que antes se libraban en el interior del PRI, e incluso del PRM, como cuando se discutía si era mejor elegir a Mújica o a Avila Camacho. En los partidos y con los partidos se libran las luchas y se establecen las alianzas de individuos y clientelas para triunfar en la selección de las elites gobernantes y en el reparto de los puestos públicos.
SIETE: Las reformas constitucionales aprobadas por todos los partidos en el "gobierno del cambio" son tres: 1ª: La que negó los derechos a los pueblos indios e incluso los privó de algunos derechos que venían de la Colonia. 2ª: La que entregó los medios de comunicación e información de masas a Televisa y Tv Azteca. 3ª: La que entregó la propiedad de los sitios arqueológicos y culturales del patrimonio nacional, a los gobiernos federales, con una intención parecida a la que tuvo Salinas de Gortari al acabar con la propiedad ejidal y mercantilizar las tierras de los campesinos pobres. Ahora el patrimonio cultural de México es mercantilizable, o se acerca mucho a serlo.
OCHO: Frente a ese panorama -exacto- hay un hecho muy importante y positivo, creador: la democracia se ha convertido en parte de la cultura mexicana y de los ideales de gobierno. El pueblo mexicano no "se ha desilusionado de la democracia", así en general como dicen los informes de algunos "expertos". El pueblo es cada vez más crítico de esa dizque democracia que no es representativa ni participativa, sino "suplantativa". En numerosas organizaciones de base tiende a prevalecer una cultura en que se escucha el discurso razonado, el diálogo político con expresiones claras, a veces muy originales, el respeto a las creencias e ideas, a la autonomía y la dignidad de personas y comunidades. Si nuestra cultura autoritaria no cesa de ser un serio problema en las propias formaciones alternativas y en las prácticas de la democracia, y el acatamiento de la mayoría cuando no del consenso, existe una cultura de la organización colectiva coordinada, plural y democrática, que logra expresarse cada vez más entre los pobres de nuestra tierra y entre quienes están con ellos. Yo por mi lado, como todos ustes saben, estoy con la otra campaña.
Unas palabras para terminar: En ciencias sociales existe en nuestro país y en nuestra universidad un personal altamente calificado, con muchos investigadores y profesores de nivel internacional y que se encuentran en las avanzadas de esta región latinoamericana, que de por sí está en las avanzadas del mundo, quizás porque venimos de pueblos conquistadores y conquistados rebeldes al yugo, muchos de cuyos dirigentes han ido a las universidades y normales que el neoliberalismo en vano ha tratado de privatizar y desnacionalizar, y que han hecho estudios y prácticas de posgrado en los campus de las mejores universidades del mundo y en los campos de México y América Latina.
Cuando yo entré aquí al instituto como ayudante de investigador, hace más de medio siglo, la universidad no tenía el alto nivel que tiene ahora, aunque ya jugaba ese papel crítico, y autónomo del poder del Estado, que entre contradicciones, es tan importante para la emancipación de los pueblos. Hoy, estoy seguro que tiene aún más posibilidades y mucho más personal para vincular las ciencias sociales a la teoría y práctica de la democracia en México. Y allí añadí algunas palabras de agradecimiento.