Había sobrevivido a tres infartos cerebrales
Falleció el cronista deportivo Angel Fernández, a los 80 años
La frase "a todos los que quieren y aman el futbol" lo hizo famoso
Ampliar la imagen Fernández fue dueño de una gran creatividad para poner apodos a los jugadores
Angel Fernández, considerado uno de los mejores cronistas deportivos en la historia de la radio y televisión mexicanas, murió ayer por la mañana a causa de complicaciones renales en un hospital del sur de la ciudad, a la edad de 80 años.
Fenández, nacido el 2 de agosto de 1925 en esta capital, fue sin duda un poeta de la crónica deportiva, pues se caracterizó por ser una de las voces más reconocidas en el medio del ramo nacional, y de quien se decía que un mal partido de futbol lo hacía algo excelso con sus narraciones.
Antes de cada partido, de entrada a sus narraciones, solía decir: "A todos los que quieren y aman al futbol, el juego del hombre".
Fernández fue uno de los grandes cronistas deportivos mexicanos, junto a Jorge Sonny Alarcón, Antonio Andere y Fernando Marcos.
Fernández trabajó los últimos años de su vida al lado de otro cronista deportivo, Jorge Ché Ventura, y transmitía todos los días de la semana el programa radial El futbol y otras galaxias.
El 1º de mayo de 2005 el club Atlante le rindió un homenaje durante el medio tiempo del partido entre Potros y Necaxa, en el estadio Azteca, donde el público asistente le aplaudió de pie.
Angel Fernández fue dueño de una gran creatividad para apodar a los jugadores, así como también luego de una gran jugada de alguno decía en sus transmisiones: "me pongo de pie".
"Tenía 80 años y su edad se combinó con las afectaciones que le causaron al menos tres infartos cerebrales que le trajeron una terrible depresión... Y no deseaba vivir porque decía que no podía hacer lo que él quería", comentó con tristeza el Ché Ventura.
De los apodos más famosos se recuerdan lo que le puso al arquero argentino Miguel Marín, que por sus lances felino le llamó el Gato y poco después lo bautizó como Supermán por su manera de volar en la portería, mientras que a Enrique Borja, por su prominente nariz, le decía el Cyrano de las canchas.
Al recio zaguero argentino Miguel Angel Cornero lo llamó el Confesor; a Pedro Nájera, que corría durante los 90 minutos de cada partido, le nombró el Siete Pulmones y al entonces jovencito Hugo Sánchez lo apodó el Niño de Oro, entre muchos otros.