ANTROBIOTICA
El arte de comer bien
Ampliar la imagen La activista por la liberación de los animales, Jamie Yew, aparece cubierta de plástico durante una protesta en Brisbane, Australia, donde se realizará un congreso mundial sobre la carne Foto: Ap
UNO. ¿A QUE demonios sabe un ser humano? Hace días que se me antoja. Las brujas de Macbeth echan en su famosísimo cauldron dedo de rana, sapo y pierna de iguana, pero también: Liuer of Blaspheming Iew, / Gall of Goate, and Slippes of Yew, / Sliuer'd in the Moones Ecclipse: / Nose of Turke, and Tartars lips: / Finger of Birth-strangled Babe; es decir: hígado de marrano (o sea: judío; los políticamente correctos pueden consultar esta palabra en el Diccionario de autoridades o semejantes), bilis de cabra, astillas de tejo, nariz de turco, labio de tártaro (pero el tártaro también es en parte turco, ni modo), dedito de bebé estrangulado al nacer: la lista del súper del infierno. Toda bruja que se respete debe saber preparar un buen platón de humano. En la relación del proceso contra los brujos de Zugarramurdi (ver Etiópicas I, 2004) se dice que "a los niños pequeños los chupan por el sieso y por su natura: apretando rezio con las manos y chupando fuertemente les sacan y les chupan la sangre; y con alfileres y agujas les pican las sienes y en lo alto de la cabeça y por el espinazo y otras partes y miembros de sus cuerpos. Y por allí les van chupando la sangre, diziéndoles el Demonio: Chupá y tragá eso, que es bueno para vosotras". Uf. Pero encuentran más sabroso desenterrar cadáveres, descuartizarlos y guisarlos; la relación dice que primero "los abren y sacan las tripas y los descuartizan encima de la sepultura", y luego "toman a cuestas al difunto los parientes más cercanos y, llevando los padres a sus hijos y los hijos a sus padres y hermanos, las mugeres a sus maridos y los maridos a sus mugeres, se van con mucho regozijo y contento al Aquelarre y los despedaçan en puestas y los dividen en tres partes: una cuezen, otra asan y la otra dexan cruda. Y sobre una mesa que tienden en el campo con unos manteles suzios y negros, los parientes más cercanos lo van repartiendo todo entre todos los demás Bruxos, y se lo comen asado, crudo y cozido, comiendo el Demonio el coraçón, y sus criados la parte que les cabe". Estos güeyes se aficionaron tanto ("les saben mejor que carnero, capones y gallinas, y mucho más que todo la carne de los Bruxos, y que la de los hombres es mejor y más sabrosa que la de las mugeres") que hasta en noches que no eran de aquelarre desenterraban algunos cuerpos para cenárselos entre todos. Un detallazo: el que ponía la casa ponía también el pan y el vino "en dichos vanquetes, que después el gasto repartían entre todos y lo pagavan a escote": en vaquita, pues.
DOS. ERAN TIEMPOS desesperados. (Ni el canibalismo amoroso ni el religioso van a entrar aquí hoy. Quede nomás la imagen del soneto de Lope en que los ángeles son meseros, Cristo el comensal, San Lorenzo el cordero a la parrilla y el rey de España el lebrel que espera un güesito. ¿Qué tal estos versos? El dizque cordero "color de rosa en las parrillas toma; / sazón le ha dado amor, servidle entero (...) Está sin coraçón, asóse presto, / y que le vuelvan de otro lado avisa, / para llevar mejor el fuego impreso". Loquísimo.) Eran tiempos de guerra. Dice Shakespeare en voz de Antonio: Thou did'st drinke / The stale of Horses, and the gilded Puddle / Which Beasts would cough at: bebiste orines de caballo, y del charco dorado que repugnaría a las bestias, y peor aún: On the Alpes, / It is reported thou did'st eate strange flesh, / Which some did dye to looke on: ¿qué carne extraña, capaz de matar a hombres con sólo verla, fue comida allá en los Alpes? ¿De humano? Y todo aquello was borne so like a Soldiour, that thy cheeke / So much as lank'd not, lo aguantaste como buen soldado, nunca tembló tu mejilla... Eran tiempos de hambre, y el hambre extrema nos hace caníbales. Hay un poema de Juan del Enzina en que recurre al peor es nada y se come a su hijo. La verdad, no he dado con él. En La Numancia, de Cervantes, una mujer, ya en las últimas, le dice a su bebé mientras lo "amamanta": "¿Qué mamas, triste criatura? / ¿No sientes que, a mi despecho, / sacas ya del flaco pecho / por leche, la sangre pura? / Lleva la carne a pedazos / y procura de hartarte, / que no pueden ya llevarte / mis flacos cansados brazos". Y eran tiempos de paranoia. Todos los extraños, sobre todo de ese nuevo mundo que estaba de este lado, todos los excluidos de la religión eran de temer: seguro comían gente. El propio Diccionario de autoridades dice que el antropófago es "el caribe que come carne humana", que caribe es "hombre sangriento y cruel" y que es voz tomada de unos "Indios de la Provincia de Caribana"; en caribano da este ejemplo gongorino: "Donde la crueldad y el vicio / del bárbaro caribano / cuerpo sacrifica humano, / y se come el sacrificio". No mentían del todo. El bueno de Motolinía observó en su Historia de los indios que en México hacían unos tamales de maíz y "cantaban y decían que aquellos bollos se tornaban carne de Tezcatlipuca, que era el dios o demonio que tenían por mayor", y "comían aquellos bollos, en lugar de comunión o carne de aquel demonio; los otros indios procuraban de comer carne humana de los que morían en el sacrificio, y ésta comían comúnmente los señores principales y mercaderes, y ministros de los templos". (Por cierto, esta noticia recuerda al "tamalero asesino" quien, supuestamente, mató a su cuate e iba a disponer de su cuerpo en unos "bollos"; él lo negó con esta felicísima declaración: "Por eso lo corté en pedazos, para echarlo por el caño y que se lo comieran las ratas, no para hacerlo tamales. ¡N'ombre, si no estoy loco para hacer eso!" Je je.)
TRES. ¿Y LAS recetas? La de tamal es fácil. Swift dice que un niño puede saber bien asado, rostizado, estofado, en ragù o fricasée. Sancho da una para cocinar a una anciana: "Echalla en una olla grande (si la tiene) con sus berzas, nabos, ajos, cebollas y tocino; dejándola cocer tres o cuatro días, estará comedera algún tanto, y será lo mesmo comer della que comer un pedazo de vaca". También se puede hacer en pastel de carne molida. Jaume Roig se encontró, en un pastel parisino, un dedo, un pedazo de oreja ("En hun pastis, / capolat, trit, / d'hom cap de dit / hi fon trobat")... He aquí, entonces, la receta: nalga humana en pastel. "Tómanse dos nalgas de niño (un año, bien cebado para aqueste fin); pícanse; sancóchase la carne, con mezcla de cebolla, grosura de puerco (o del niño proprio, si se dispone), apionabo; sálase; tómase massa de harina, manteca, y la carne; fórmase con dicha massa una caxa, en cazuela que resista el horno; colócase la carne en la caxa, cúbrese con otra massa más delicada, que llaman hojaldre: y assí se cuece en el horno para comerla".