Hubo una epidemia en la década de los 80 por contagio con el mal de las vacas locas
Miles de personas podrían ser portadoras de una rara enfermedad sin saberlo
Investigadores plantean que el periodo de incubación puede ser de 40 o 50 años
Londres. Un raro e incurable padecimiento mental provocado por el consumo de carne infectada con la llamada enfermedad de las vacas locas podría haberse propagado a miles de personas más de lo que se había pensado, revelan científicos.
Pruebas en tejidos de muestra han indicado que un grupo más amplio de la población humana podría ser portador de la infección sin mostrar síntomas, y transmitirla mediante transfusiones de sangre o instrumentos quirúrgicos contaminados.
La advertencia viene de investigadores de la Universidad de Edimburgo, que revisaron más de 12 mil muestras de tejido de amígdalas y apéndices extirpados en operaciones de rutina entre 1996 y 1999. Todas las muestran provienen de pacientes de entre 20 y 29 años de edad.
Dos muestras contenían proteínas priones indicadoras de infección por la llamada nueva variante de la enfermedad de Creutzfelt-Jacob (nv-ECJ), tomadas de personas cuya formación genética no se había considerado susceptible a la enfermedad. El hallazgo plantea la posibilidad de que surja una segunda ola de casos, años o incluso décadas después de la primera, si el periodo de incubación en el nuevo grupo de personas infectadas resulta ser más largo.
Hasta ahora 161 personas en Gran Bretaña han sucumbido a esa infección incurable, que destruye poco a poco el cerebro y conduce a discapacidad progresiva y a la muerte. Todos los casos identificados hasta ahora han ocurrido en personas que portan el genotipo MM, presente en 40 por ciento de la población británica.
Los dos nuevos casos fueron identificados en muestras de tejido con el genotipo valina VV, presente en 10 por ciento de la población. Pero nadie que tuviera esa conformación genética ha desarrollado la enfermedad, lo cual plantea la posibilidad de que se trate de portadores asintomáticos que podrían transmitirla a través de la sangre. El otro 50 por ciento de la población lleva el genotipo metionina/valina MV.
El profesor James Ironside, jefe de neuropatología clínica en la unidad de Edimburgo, señaló: "El hecho de que los especímenes de tejido resultaran pertenecer al genotipo más raro de la población resultó sorprendente para nosotros. Puede ser que tengan un periodo de incubación muy largo, o que nunca desarrollen la enfermedad pero permanezcan en estado de portadores, con potencial de infectar a otros. El peor escenario sería que tuviéramos una situación que se alimenta a sí misma y que nunca pudiéramos librarnos de este padecimiento".
Un editorial del British Medical Journal insta a tener precaución al interpretar los resultados, pero comenta que éstos subrayan la necesidad de tener continua vigilancia de la nvECJ. Observa que la investigación ha mostrado que hay proteínas priones presentes en las muestras de tejido, pero no ha demostrado que sean infecciosas.
"La gente se pregunta -dice el profesor Ironside- por qué, después de la amplia exposición a la EEB (encefalopatía espongiforme bovina, o mal de las vacas locas) en los ochentas, no han ocurrido más casos de nvECJ. La respuesta podría ser que hay mucho más infectados, pero las infecciones no han aparecido o tal vez nunca aparezcan. El periodo de incubación de estas enfermedades puede ser de 40 a 50 años. No digo que sea probable, pero sí es posible."
Las estimaciones del tamaño que podría llegar a tener una epidemia humana van de cientos a miles de personas infectadas, pero la mayoría de los científicos esperaban que, pasados 10 años desde que se identificaron los primeros casos humanos, ya había pasado lo peor.
El hallazgo más reciente incrementará la presión sobre el gobierno para cambiar las reglas que gobiernan las autopsias, con el fin de incluir pruebas de nvECJ, que no se puede detectar sino después de la muerte, para determinar la extensión de la epidemia humana. Actualmente se lleva a cabo una investigación científica.
Las compañías farmacéuticas compiten por desarrollar un examen que pudiera usarse en donantes de sangre para detectar la presencia de la enfermedad antes que se desarrollen los síntomas. Sin embargo, esto plantearía problemas éticos sobre la detección de una condición para proteger a otros, pero contra la cual no existe tratamiento.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya