A la pérdida de cosechas, caminos sin reparar y falta de comida se suma la llegada de lluvias

Persiste contingencia para pobladores de sierra y costa de Chiapas afectados por Stan

Obras de reconstrucción, para salvaguardar la vida, no los bienes de 500 mil personas: comisionado

ANGELES MARISCAL CORRESPONSAL

Motozintla, Chis., 27 de mayo. La contingencia que dejó el ciclón Stan en octubre pasado no ha terminado para los habitantes de la sierra y la costa de Chiapas, donde las obras de reconstrucción están encaminadas principalmente a salvaguardar la vida y no el patrimonio de unas 500 mil personas.

Lo anterior, debido a que los recursos federales llegaron tarde y las empresas constructoras, la Comisión Nacional de Agua y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes no realizaron las labores de reconstrucción, desazolve de ríos y reparación de caminos en el tiempo establecido, sumado a que las lluvias de este año se "adelantaron".

La lista de desatinos sigue hasta el punto donde, en el mejor de los escenarios, los sistemas de alerta de la Dirección de Protección Civil permitirían amortiguar el impacto en la población ya afectada.

El diagnóstico es que con precipitaciones mayores a 200 milímetros, las corrientes que parten de los ríos de la sierra y desembocan en las planicies de la costa arrastrarán a su paso con las tierras, viviendas y caminos que encuentren.

En un recorrido por la zona, La Jornada constató que en este escenario de emergencia, miles de familias trabajan afanosamente para intentar salvar los pocos bienes que aún conservan.

"Queremos que se nos garantice la sobrevivencia", resume Efigenio Morales Carvajal la larga lista de peticiones que los comisariados de más de 40 poblados de los municipios de Escuintla, Motozintla, Huixtla y Tuzantán, hicieron a Horacio Scroheder Bejarano, comisionado para la reconstrucción en Chiapas.

Campesinos de la sierra y funcionarios federales y estatales se encontraron el viernes en el poblado Belisario Domínguez de este municipio, en la bodega de café de la región, sustento de la economía del lugar, que hoy se encuentra vacía del grano.

La puerta de entrada de la bodega donde antaño entraban los camiones para entregar y sacar el producto, ahora da directamente al río Huixtla. Las grandes corrientes de octubre pasado socavaron el lugar con la fuerza del arrastre de piedras hasta de cinco metros.

"Para nosotros sigue la contingencia que nació con Stan. Los caminos que comunican a nuestros poblado no han sido reparados, no tenemos comida, muchos no tienen casa, se perdieron las cosechas y las lluvias llegaron de nuevo", manifestaron uno tras otro los campesinos que tuvieron que hacerse escuchar a fuerza de movilizaciones y bloqueos.

Quince días después de esos hechos que derivaron en un violento desalojo y la detención de una docena de labriegos pobres, alcaldes y autoridades estatales llegaron a la zona para reconocer que "efectivamente, las obras se han atrasado, pero estamos aquí para encontrar salidas".

Durante el encuentro que duró más de seis horas se expusieron proyectos, se pidieran créditos apoyos, así como un sinfín de planteamientos alentadores, con el compromiso de revisar 20 días después los "avances" en una nueva reunión.

Sin embargo, al término del encuentro el comisionado para la reconstrucción plantea a La Jornada un escenario más realista acerca de lo que hoy se vive en la sierra y la costa de Chiapas, a ocho meses del paso del meteoro.

"Hoy día, hay 100 mil personas en riesgo directo y unas 400 mil en indirecto, es decir, podrían quedar incomunicados por la caída de puentes o afectaciones de caminos", prevé Scroheder Bejarano.

Detalla que hay un "desfasamiento" en los proyectos programados para la reconstrucción y lo que hasta este momento se lleva de avance.

"El adelanto de obras en los caminos federales es de 40 por ciento, la construcción de puentes de 70 por ciento, se han entregado unas 500 -de 10 mil- viviendas en zonas rurales; las casas ya se están entregando no por sorteo sino considerando a las familias que corren más riesgo. El desazolve lleva 20 por ciento", informa.

Este último punto es el más preocupante, porque ya hay escurrimientos y lluvias superiores a 100 milímetros, lo que significa precipitaciones fuertes en la parte serrana, que impactan en la parte baja de la costa, en las cabeceras de Huixtla, Suchiate y Tapachula, donde aún no se tienen las obras de protección, agrega.

La limpieza de los ríos se convierte en la situación nodal, debido a que una nueva caída de agua por encima de los 200 milímetros provocaría desbordamientos como los ocurridos en octubre pasado, y la devastación de las obras ya concluidas, más las que encuentren los torrentes en su paso.

La meta es de 600 kilómetros de desazolve en 60 ríos y 40 arroyos, a más tardar en agosto próximo. Sin embargo, según cálculos de constructores entrevistados, existen en la región no más de 450 maquinas -no todas trabajando en esta tarea- que limpiarían los afluentes.

A razón de tres máquinas por kilómetro, a un paso de kilómetro por mes, significaría que con este ritmo el desazolve llegaría a sólo 420 del total de los 600 kilómetros de ríos que deben limpiarse.

Los escenarios se complican más, comenta, ya que además de la limpieza de los afluentes se deben construir bardas de protección en las orillas de los mismos.

"Las compañías donde se tenían aseguradas todas las obras de protección, no han iniciado trabajos que garanticen la seguridad en las cabeceras municipales, donde se tiene el mayor número de familias que hoy están en riesgo, porque los ríos se encuentran azolvados hasta en siete metros arriba de su nivel", señala.