ANDANZAS
Los clásicos del ballet clásico
Ampliar la imagen Escena de Carmina Burana FOTOArchivo
LA COMPAÑIA NACIONAL de Danza (CND) del INBA presentó, del 29 de abril al 4 y 9 de mayo, una programación que incluyó a dos coreógrafos estadunidenses de clasicismo conservador, pero que intentan presentar el "modernismo", tal vez, según ellos el "avant garde" de la danza clásica; ellos son Mark Godden y James Kelly.
ASIMISMO, INTEGRO EL programa la famosa Carmen, del cubano Alberto Alonso, hermano de don Fernando, responsable junto a su esposa, Alicia Alonso, de la síntesis del ballet francés, italiano, ruso y estadunidense en la excelente escuela cubana de ballet, cuyo rango y calidad ha sido reconocido en el mundo entero; sus egresados son de altísima calidad y potencia académica, cosa que en México, tan necesitado de solidez definitiva, no se supo o no se quiso aprovechar suficientemente. Al menos el ballet Camen, de Alonso, logró el reconocimiento del ballet Bolshoi interpretado por Maya Plesetskaia hace algunos años, como parte de su repertorio habitual, mismo que ha dado la vuelta al globo terráqueo ya varias veces y actualmente es una de las piezas clásicas también del repertorio de la CND de este país. La obra indudablemente da "el salto" y se consagra como clásica por sus valores universales, y un trazo y diseño suficientemente intemporal, que siempre gusta a todo el mundo.
ES EVIDENTE EL gran esfuerzo de la Compañía Nacional de Danza por alcanzar el favor del público, ofreciendo siempre un menú sin pérdida alguna, como son las obras del repertorio tradicional, y otro más "moderno", que incluye Miroirs y De nuevo, de Godden y Kelly respectivamente, y obras de conacionales, como Nellie Happee, Carlos Magallón y Lidia Romero, bailarina y coreógrafa de danza contemporánea con el sello indeleble del Ballet Nacional de México.
PAPELES DE GUERRA, de Lidia Romero, atrajo por tan excelente título y la presencia o significación de una corriente estética diferente a la de la compañía, la cual definitivamente dista mucho de captar otra estética de movimiento, así como actitud e interpretación de una pieza que, a pesar de estas comprensibles dificultades, posee un discurso incierto y pobre en su lenguaje corporal y cuya "guerra interior" no tiene nada que ver con lo que nos vende el título de la coreografía. La maestra Romero parece haber dejado de ver, oír y sentir la presente realidad de un mundo en guerra constante que se manifiesta en las calles, el hogar, el trabajo, la iglesia, la economía, el arte, etcétera, sencillamente porque estamos en el parteaguas de un mundo nuevo y muy diferente, donde la estruendosa caída de valores y deshumanización voraz e incongruente con todo lo que durante siglos se ha inculcado a la humanidad ha iniciado su patética y lastimosa caída para convertirse en un nuevo mundo, una nueva civilización en la que la "democracia y la libertad" (¡oh!) unifiquen a las masas, a los pueblos y a los individuos en algo que acomode plácidamente a quienes propugnan y trabajan secreta o públicamente por tan prometedor futuro para esta pobre humanidad doliente.
LOS FUERTES MOVIMIENTOS en la Iglesia católica y las riñas entre sectas e iglesias múltiples y diversas en los pueblos del sureste mexicano, católicos protestantes y ahora hasta coptos en Morelos, nos recuerda amargas páginas de la historia, en las que la guerra por el amor a "Dios" ha dividido y hecho sangrar copiosamente la paz del amor y la familia, mientras la discriminación y el racismo por tantos años solapada, disimulada en círculos diversos de la sociedad, repleta, ahora, crecida y bullente pugna por reventar y recobrar un territorio conquistado también con sangre y desamor al prójimo.
ABUNDANTES PIROUTTES Y fouettés para terminar en cuarta posición en diferente ángulo, simplemente nunca nos tradujeron nada, nothing. Sin embargo, celebramos la apertura cada vez más frecuente en la CND, que esperamos sea mayor y realmente "moderna" para darse oportunidad a sí misma y no envejecer demasiado, como una sucursal de repertorios.
ESQUINA BAJAN, DE la maestra Happee, ovacionada por el público, me remite sencillamente a las obras de la vida cotidiana de una ciudad, vecinos, personajes, etcétera. a inolvidables coreografías, como Alameda 1900, de Nelly Campobello; El chueco, de Guillermo Keys, y muchas más aún en otros países; tema socorrido, simpático y facilón, donde es evidente el regocijo de muchos bailarines de la CND por interpretar la obra, navegando sobre las piezas clásicas de nuestra música vernácula. Una obra bien armada, pues Nellie, como emérita de la danza con 56 años de profesión, ya conoce todos los trucos y su estilo, barroco o explosivo en Vivaldi o Karl Orff han sellado su marca en la compañía ante un público sui géneris que se desternilla en bravos y aplausos. Hemos sido felices por algunos minutos impregnados de colorido, buenos recuerdos de un México perdido, alegría y la ingenua sencillez de quienes adoran el "divertimento" del ballet.