Desconocidos que se observan desde el misterio
Ampliar la imagen Fotograma de Drácula: páginas del diario de una virgen, de Guy Maddin, quien se inspiró en el clásico de Bram Stoker
El mito del vampiro ya era conocido en civilizaciones antiguas como la griega o la china. Pero en aquel entonces no se relacionaba con los murciélagos, sino con la magia negra, maldiciones, almas negativas que, se decía, pululaban entre los vivos o las fuerzas del mal. Ni siquiera la legendaria novela Drácula, de Bram Stoker (1887), estableció esta desacertada relación.
No se conoce hasta hoy, a ciencia cierta, cuándo el murciélago se volvió símbolo del vampirismo, pero los estudiosos coinciden en que una de las razones puede ser que son animales nocturnos y la oscuridad culturalmente produce temores. Por otro lado, el que sean nocturnos y no los veamos en nuestra vida diaria, provoca que sean animales semidesconocidos cuyo interés por saber acerca de ellos ha sido, durante siglos, algo que no ha motivado a la sociedad ni a la comunidad científica. Se observan desde el misterio, como un híbrido entre ratón y pájaro; sobrenaturales por volar en la oscuridad con gran maestría cuya única fuente de alimentación atribuida es la sangre. Hoy ese mito empieza a perder fuerza a partir de estudios científicos, los cuales han comprobado que de los mil 120 tipos de murciélagos del mundo, sólo tres especies son hematófagas.
En la Edad Media, enfermedades poco comunes como la catalepsia o la porfiria fueron explicadas por la medicina de entonces como "vampirismo". La porfiria presentaba síntomas similares a los descritos en este concepto, tales como necesidad de beber sangre, anemia crónica, fotofobia o retracción de las encías, lo cual da la impresión de que los dientes aumentaran de tamaño.
Con la catalepsia los enfermos entraban en un estado de sueño profundo que, cuando la medicina no encontraba explicación a ésta, se revisaba el cuerpo y si presentaba mejillas rosadas y sangre en los labios (signos de un cuerpo que entra en descomposición) el diagnóstico era "vampirismo".
Fue en el siglo XVIII cuando en Europa el mito pasó a ser leyenda por medio de la literatura gótica que encontró en el vampirismo un elemento romántico de inspiración.
Con el nacimiento del cine el mito fue trasladado a la gran pantalla: la primera adaptación fue Nosferatu (1922), película muda de F.W. Murnau y obra maestra del expresionismo alemán.
Después la industria cinematográfica se vio en la necesidad de crear un antagonista: Batman, el hombre murciélago capaz de subsanar la maldad de su antecesor.
El murciélago, y en especial la especie hematófaga, ha sido durante siglos un animal incomprendido. Objeto de leyendas terroríficas, inspirador de una literatura maldita y protagonista de un cine que siempre ha distorsionado su imagen.
Hoy este mamífero necesita que dejemos a un lado la ficción para comprender su realidad. Una realidad generosa con el medio ambiente, con el ser humano y, sobre todo, una realidad que de no entenderse, para varias especies, representaría su extinción.
Mariana Norandi