Astillero
Política asnal
José María Calderón Solá
Partido Popular Acción Nacional
Como en el caso del legionario Marcial Maciel, las culpas de José María Aznar son infinitamente mayores a las sanciones simbólicas que estuviese recibiendo. En el caso específico de la política mexicana, quien fue presidente de España ha acaudillado en nuestro país envilecimientos y crispaciones por cuya causa ayer ha sido ligera pero indudablemente castigado el partido al que trata de ayudar, el de Acción Nacional y, de manera políticamente derivada, el candidato Felipe Calderón.
Derrotado el continuismo que pretendía mantener en su patria por medio de Mariano Rajoy (fracaso electoral causado por, entre otras cosas, la conducta mentirosa que su gobierno asumió al tratar de culpar a ETA de los atentados terroristas acontecidos en Atocha), Aznar se refugió en espacios académicos de Washington, donde la reportera Antonieta Cádiz le entrevistó en febrero pasado para el diario chileno El Mercurio. En esa ocasión, el caballerito hispano espoleó a la derecha latinoamericana por mostrarse "avergonzada, callada, desaparecida y acomplejada, lo que me parece absurdo".
Investido por voluntad propia como libertador de esa derecha mustia, Aznar reveló una especie de Plan para las Américas: "Espero que la marea populista se detenga. Alguien la tiene que parar, alguien tiene que decir que ése no es el camino. Yo estoy dispuesto a hacerlo y sé que hay muy buenos amigos en Iberoamérica dispuestos a trabajar también. Entonces, vamos a ver si nos organizamos y lo hacemos".
En México, sus amigos "dispuestos a trabajar" fueron, obviamente, Vicente Fox, Manuel Espino y Felipe Calderón. Con ellos organizó la irrupción en la política mexicana que ahora el IFE ha castigado por la frase injerencista con que el líder informal del Partido Popular exhortó el 21 de febrero (ocho días después de la mencionada entrevista) a sufragar en favor de quien meses después sería caracterizado por el propio Espino como un político "chaparrito, pelón y de lentes" (Chapelén, según la oficina productora de neologismos de Astillero).
Aquella incursión verbal fue sólo la punta de una estrategia amplia que incluyó la realización de la campaña propagandística negativa que ha polarizado a los mexicanos. Mediante Antonio Solá, un español plenamente identificado con Aznar y el Partido Popular, la política mexicana fue aceleradamente envenenada (el grado de influencia de Solá lo da el hecho de que forma parte del "cuarto de guerra" de Calderón). La clasificación del adversario electoral como "peligro" para la nación, y la calumnia como método para desacreditar al oponente mediante la fuerza de la propaganda electrónica (no sólo en radio y televisión, sino, de manera especial, en Internet), constituyeron columnas básicas sobre las cuales se construyó el libreto del tan súbito como mendaz ascenso de Calderón en las encuestas de opinión y, en seguimiento de ese guión fantasioso, el discurso mediático, académico y "técnico" que ha apuntalado la presunta "percepción" de los "dramáticos" vuelcos logrados por un hacendoso candidato incandescente que de pronto apareció por obra y gracia de las fábulas aznares como supuesto prodigio ardiente capaz de incendiar los ánimos electorales.
El carácter difamador que ha asumido la campaña de Calderón-Aznar está a la vista de los mexicanos. Ayer, por quinta ocasión, una de las hechuras propagandísticas del PPAN (Partido Popular Acción Nacional) fue obligada a retiro por el Consejo General del IFE. López Obrador ofrece otros flancos para la contienda política, pero el PPAN y José María Calderón han preferido privilegiar las campañas del odio y del miedo, usando a plena conciencia argumentos falsos o exagerados.
Uno de esos puntos discutibles, en los que es viable la discusión profunda y la discrepancia fundamentada es el espot en cadena nacional que el tabasqueño perredista dio a conocer la noche del miércoles. Con desenfado propio de un comercial de detergentes mejorados, López Obrador ha prometido mejorías económicas a quienes ganen menos de nueve mil pesos al mes, sin dar ni él ni su Rubén Aguilar Económico, Rogelio Ramírez de la O, más contexto que una voluntad política supuestamente capaz de producir grandes ahorros si es llevada al gobierno. El anuncio tiene, desde luego, el tufo que a ciertos ciudadanos podría sugerir que la oferta de ayudas económicas constituye una forma de compra posdatada de intenciones electorales.
Y, mientras Madrazo encarece a Televisa el apoyo para que los miembros de la Cofetel sean designados a gusto de las televisoras (¡oh, Julio di Marta quedó fuera!), y, mientras Calderón emponzoña el de por sí turbio ambiente futbolero del Mundial, "defendiendo" a su propagandista, Kikín Fonseca, y planeando cerrar campaña en el estadio Azteca inmediatamente después de un presunto juego de octavos de final de la selección nacional, ¡hasta mañana, en esta columna que celebra el Príncipe de Asturias para uno de sus autores favoritos, Paul Auster!
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