La letra chiquita de la reforma migratoria
La iniciativa aprobada por el Senado estadunidense refleja la presencia en aquel país de un nuevo grupo étnico consolidado: el de los latinos, que se dimensionó mediante las manifestaciones del pasado primero de mayo. Estas obligaron a que dejara de considerarse esa corriente como meros criminales, por el hecho de haber migrado y trabajar ilegalmente en un país que no es el suyo. La reforma senatorial reconoce que es un hecho ineludible la permanencia de ese grupo, que resulta, a fin de cuentas, indispensable para la economía de su país, lo que es contrario a la visión de la mayoría de los representantes -diputados-, obstáculo que aún deberá salvarse. Y, aun así, no todos los indocumentados podrán regularizar su situación, porque los que sean seleccionados para quedarse habrán de recorrer un tortuoso camino; mientras que los restantes serán deportados sin contemplaciones.
De acuerdo con la reforma del Senado, los inmigrantes que hayan estado en ese país durante más de cinco años, habiendo trabajado tres de ellos como mínimo, además de estar empleados actualmente, podrán quedarse, comenzar trámites para ser legalizados y, eventualmente, lograr la residencia permanente y, si lo desean, la ciudadanía. Para esto, cada trabajador deberá pagar 500 dólares, los trámites de regularización más una multa de 2 mil 500 dólares por violar las leyes de migración más los impuestos federales y estatales y sus recargos. Además, no deberán tener problemas criminales, esto es, no haber sido sancionado por un delito grave o por más de tres delitos menores; inscribirse al servicio militar y tener conocimientos del idioma ingles. Para no perder su estatus legal, deberá trabajar durante los próximos seis años; así, se calcula que el plazo desde el inicio de los trámites hasta la obtención de la residencia permanente podría ser de 10 años.
A quienes hayan radicado menos de cinco años, pero más de dos, se les exigirá regresar a sus países de origen, aunque sea por un solo día, para que con los trámites antes señalados, tengan derecho a legalizarse. Para quienes han estado menos de dos años no hay ninguna prerrogativa; éstos deberán abandonar el país, so pena de ser deportados al momento de ser detenidos. Respecto de los empleos temporales, se otorgarán anualmente 650 mil visas, pero bajo el patrocinio de empresarios, de las cuales 200 mil serán para los trabajadores y hasta 450 mil para sus familias. Para aquellos empresarios que insistan en contratar indocumentados se establecen multas de 20 mil dólares por cada contratación. Esta es la parte "bondadosa" de la reforma aplaudida por Fox.
La parte dura es la referida a la seguridad fronteriza, que autoriza el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur de Estados Unidos; se prevén bardas a lo largo de frontera con México de unos 600 kilómetros, y barreras para evitar el paso de vehículos. Además se prevé contratar hasta 4 mil agentes adicionales para la Patrulla Fronteriza y hasta 2 mil 500 inspectores adicionales en los puertos de entrada al país; así como aumentar de 10 mil a 20 mil el número de camas en los centros de detención de indocumentados.
Sin embargo, esta no es la reforma definitiva, pues tendrá que ser conciliada con la propuesta de la Cámara de Representantes, promovida por el republicano James Sensenbrenner, quien ya ha manifestado su rechazo; ambas cámaras han nombrado a sus representantes para trabajar en conferencia, lo que sucederá la segunda semana de junio, al regresar de su merecido receso. De lograr un texto único, se someterá a la firma del presidente Bush. Se espera que la conferencia legislativa adquiera un carácter ríspido, ya varios diputados han manifestado su rechazo porque consideran la propuesta como una amnistía para los indocumentados. Varios de los representantes, han advertido que se enfrentarán a sus electores en noviembre próximo y que lo aprobado por el Senado no es aceptado por la mayoría. La perspectiva no es halagüeña.
Desde cualquier óptica, los güeros harán hasta lo imposible por evitar un mayor flujo de inmigrantes latinos y, para ello, sellarán herméticamente sus fronteras. Así que es de esperarse que los migrantes se queden radicando en nuestros estados fronterizos con los consabidos problemas que esto significará para los gobiernos estatales y locales. Se antoja además hacer varias preguntas: ¿Por los muros pasarán los ductos de petróleo y de gas? Si éstos pasan: ¿Por qué no los migrantes? ¿Y la droga, que tenía como destino Estados Unidos y que no logre confiscarse por la PGR? Seguro deberá realizarse, así que el narcomenudeo será un negocio que crezca hasta el infinito. Y estas consecuencias las deberá enfrentar el próximo presidente de México.
Pero en fin, queda mucho por saber y más por imaginar. Pero es importante anotar que Fox, estando aún en Estados Unidos, se deshizo en porras para el presidente Bush "quien se fajó como los buenos"; para después, más informadito, contradecirse -como siempre sucede- y afirmar que la reforma no es tan buena, tal vez amedrentado ante el anuncio de las asociaciones de migrantes de que realizarán nuevas manifestaciones para externar su repudio a lo ya aprobado. Por lo que Fox ya debería estar exigiendo a las autoridades estadunidenses una moratoria a las deportaciones, en tanto se resuelve la reforma migratoria. Bueno, eso creo yo.