Usted está aquí: viernes 9 de junio de 2006 Economía Economia Moral

Economia Moral

julio boltvinik

Los fracasos de Fox/ III

Empleos mal remunerados

Destrucción de la seguridad social

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente

El fracaso del crecimiento económico, y el consecuente fracaso en la generación de empleos que se expresa en la monstruosa expulsión de 1.2 millones de nacionales al exterior cada año del gobierno de Fox, así como su fracaso en la lucha contra la pobreza, aunque el gobierno insista en lo contrario, han sido documentados en las dos entregas previas de Economía Moral (26/5/06 y 2/6/06). Hoy continúo analizando los temas de empleo y seguridad social.

Empecemos con los ingresos de la población ocupada. Lo usual en México al estudiar la pobreza es asociarla con los ingresos de los hogares (ya sea como única variable, según ha hecho el gobierno foxista, o como una de muchas variables del hogar, según se hace en el Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP), que utilizo para medir la pobreza. Pero el análisis de los ingresos de los ocupados (al margen de su agrupación en hogares) aporta una mirada novedosa que complementa la que se deriva del análisis del ingreso de los hogares. Desde el punto de vista de la inmensa mayoría de los adultos (y adultas) que dependemos de nuestro trabajo para sobrevivir, una pregunta importante es si su trabajo les permite sostener (o no) a una familia en condiciones de dignidad (sin pobreza).

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el primer trimestre de este año (una vez eliminados los ocupados sin ingreso especificado), sólo 11.8 por ciento de los ocupados (patrones, trabajadores por cuenta propia, asalariados y demás categorías) percibía ingresos superiores a 5 veces el salario mínimo vigente, cuyo promedio ponderado nacional es de 47.05 pesos diarios (1,431.1 al mes). Esto significa que sólo esa pequeña proporción de los ocupados, apenas arriba de la décima parte, percibe más de 7,155.51 pesos al mes. La línea de pobreza urbana por persona (la rural es sólo 2.4 por ciento más baja) que utilizo en el MMIP (que se deriva de la Canasta Normativa de Satisfactores Esenciales que construimos en Coplamar en 1981) tenía para marzo de 2006 valor de 2,155.8 pesos al mes.

En el Cuadro 1 he rexpresado los estratos de ingresos de los ocupados en términos de número de veces la línea de pobreza por persona, o número de personas que el ingreso de los ocupados puede mantener, contando a ellos mismos. El 11.8 por ciento (4.72 millones de ocupados) que percibe ingresos superiores a 5 salarios mínimos puede mantener a más de 3.3 personas (más de 2.3 adicionales a sí mismos). El promedio nacional del tamaño de los hogares en México en 2005, según el Conteo de Población, es de 4.04 personas. Es decir, ni siquiera todos los ocupados de este estrato superior pueden sostener (en las condiciones mínimas de dignidad asociadas a la no pobreza) al hogar promedio nacional. Lo dramático es que ninguno de los 35.341 millones de ocupados restantes podría hacerlo. A 23.6 por ciento de ellos (9.44 millones) ni siquiera les alcanza su ingreso para sostenerse a sí mismos. Su única esperanza de no ser pobres es depender de alguien con un nivel más alto de ingresos. Obviamente no pueden sostener a dependientes. Otro 22.7 por ciento (9.1 millones) alcanza a sostenerse a sí mismo, pero a nadie más. Su única esperanza de no ser pobre es no tener ningún dependiente. Otro 23.6 por ciento (9.44 millones) casi alcanza a mantener a una persona más aparte de sí misma. Pueden tener un dependiente, pero si tienen dos caen en la pobreza. Según la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos de los Hogares) 2004, por cada ocupado hay 1.43 dependientes. Por tanto, en promedio, estos ocupados serían pobres.

Como se muestra en la última columna del cuadro (suma acumulada de los tres primeros grupos), 70 por ciento de los ocupados no puede aspirar a una familia con hijos, ni siquiera con un hijo(a), siendo el único ocupado (la única ocupada) y vivir fuera de la pobreza. El grupo siguiente puede mantener entre (casi) dos personas (un dependiente y a sí mismo) y poco más de 3 personas (dos dependientes). Los más afortunados del estrato pueden aspirar a la realidad burguesa de un hogar donde sean los únicos ocupados, siempre y cuando sólo tengan un hijo. El ideal burgués de un padre de familia que es el proveedor único, con base en su trabajo, de una familia promedio, es inalcanzable para más de 88.3 por ciento de los ocupados del país (puesto que el último estrato empieza en 3.319).

Esta dramática realidad es perfectamente coherente con la que describí en la entrega anterior, donde mostré que 81.3 por ciento de las personas vive en hogares pobres, tal como se mide con el MMIP con base en la ENIGH2004. Lamentablemente, los datos que he presentado del nivel de ingresos de los ocupados en 2005 no son comparables con los de 2000 porque el INEGI cambió varias definiciones básicas de las encuestas de empleo, entre ellas la edad mínima para ser encuestado, que se elevó de 12 a 14 años. Una excelente manera de impedir que se cuente la historia completa de los fracasos del sexenio.

Además del bajísimo ingreso de los ocupados, su número, cuando se le mide a través de dos indicadores fundamentales, muestran un estancamiento casi total y un agudo contraste con los de los dos sexenios previos. Esto se muestra en el Cuadro 2. Como se aprecia, mientras los trabajadores asegurados permanentes del IMSS, indicador clave de la ocupación formal (única que cumple con el estado de derecho) aumentan en 1.75 millones en el sexenio de Salinas, este incremento se reduce drásticamente (a la quinta parte) en el de Zedillo (a 390 mil) y se hace casi nulo (62 mil) en el de Fox. En el otro indicador de la ocupación, lo que el sistema de Cuentas Nacionales (la contabilidad económica de la nación) llama ocupaciones remuneradas (y que calcula como las ocupaciones remuneradas utilizadas para generar el PIB) hay una fuerte cercanía en los gobiernos de Salinas y Zedillo, incrementos anuales promedio de 682 mil y 640 mil, pero hay una caída estrepitosa en el de Vicente Fox, donde cada año aumentó el número de ocupaciones remuneradas en sólo 42 mil, algo distante del 1.3 millones de empleos anuales prometidos. El desastre de la nula creación de empleos durante el gobierno de Fox se evidencia cuando se le compara con los dos gobiernos priístas neoliberales que le precedieron, cuyo desempeño mediocre en la economía parece gigantesco al compararlo con el de Fox.

El número de trabajadores asegurados permanentes en el IMSS se ha utilizado como indicador de evolución del empleo formal. Pero estas cifras expresan mucho más: la seguridad social, de la cual el IMSS es con mucho la institución más importante, ha sido y es mecanismo clave de casi todos los estados de bienestar. La historia más larga de la cobertura de los trabajadores por la seguridad social (1980-2006) se presenta en la Gráfica, en la cual se excluye, igual que en el Cuadro 2, el seguro facultativo (que sólo cubre el componente de atención a la salud, pero que no cubre la otra función central de la seguridad social, la de mantenimiento del ingreso cuando se hacen efectivos los riesgos de enfermedad, invalidez, vejez, muerte). También excluye la cobertura de estudiantes.

La gráfica marca un contraste contundente entre la larga década de la crisis (los ochenta, terminando en 1992), doce años en que la cobertura paradójicamente más que se duplica (de 4.7 a 9.9 millones), al estancamiento casi total entre 1992 y 2006, catorce años en los que el crecimiento apenas si rebasa 10 por ciento. Esta es una tendencia destructiva que hay que detener y revertir.

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