Usted está aquí: domingo 11 de junio de 2006 Opinión Del sur a la izquierda

Guillermo Almeyra

Del sur a la izquierda

En Acapulco, Guerrero, se realizó el jueves y el viernes un seminario-coloquio con ese título, organizado por la Universidad Autónoma de Guerrero, la Universidad Pedagógica Nacional (sede Guerrero), El Colegio de Guerrero, la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y varias organizaciones sociales y centros de estudio. Al mismo concurrieron decenas de profesores y alumnos de la UAG y de la UAM-X y la UNAM e importantes dirigentes de movimientos sociales (Carlos Beas, por la Ucizoni, de Oaxaca), José Luis Almazán, por el Sindicato Mexicano de Electricistas; las mujeres organizadas en red (AMMOR), Martha Sánchez, en nombre de las mujeres del Congreso Nacional Indígena, y Rodolfo Chávez, por el CECOP (opositores a la construcción de la presa de La Parota). El seminario escuchó ponencias de Adolfo Gilly, Máximo Modonesi, Guillermo Almeyra, Julio Boltvinik, José Luis Manzo, Arturo Ramos y otros compañeros. El eje central de la reunión fue analizar los movimientos sociales y los problemas fundamentales del México real, que todas las campañas, sin excepción, ningunean; ver qué puede pasar con la energía al agotarse las reservas petroleras, en qué contexto internacional viviremos en los próximos años, cuáles son las tareas centrales de los movimientos sociales después de las elecciones, cómo unir las luchas sectoriales y construir un programa común que conduzca a una alternativa social.

Un seminario de este tipo únicamente podía realizarse en Guerrero, no sólo por la magnitud de los problemas sociales presentes en ese estado (emigración, discriminación antindígena, despojo en La Parota) sino también por la madurez y radicalidad de sus movimientos sociales y de sus intelectuales (desde la lucha del Consejo de Pueblos 500 Años de Resistencia, que impidió en tiempos de Salinas de Gortari la construcción de una represa en el Alto Balsas, hasta los movimientos autonomistas y la construcción de la policía comunitaria en la Montaña, en la Costa Chica). El interés suscitado por el encuentro se expresó en la importancia que le otorgaron la prensa, la radio y la televisión y en la importancia de la participación de quienes intervinieron. El libro que resultará de este encuentro será, sin duda, un aporte al pensamiento social en México, y quienes lo organizaron, elevando la discusión desde la teoría hasta la dignidad de la práctica social, obtuvieron con creces el resultado que esperaban.

Mientras los candidatos a la Presidencia y la otra campaña ponen su atención en las elecciones y en los problemas que surgen en el establishment (porquerías incluidas), y la prensa sigue con atención esas sombras chinas, el reflejo deformado en la pared de lo que pasa en el país, el seminario discutió el ahora y el mañana poselectoral, y qué hacer en los posibles escenarios para dar voz, conciencia y organización a quienes son los únicos sujetos del cambio (los explotados, los oprimidos, los intelectuales comprometidos con las luchas de esos sectores).

En el seminario participaron luchadores, dirigentes y militantes que votarán por López Obrador, aunque con sentido crítico e independencia, y miembros activos de la otra campaña en el medio universitario del Distrito Federal, dirigentes varones y mujeres del movimiento indígena que combaten desde hace años por la autonomía, y profesores y técnicos que creen que los conocimientos deben ser una arma de emancipación y no de privilegio o separación del común de los mortales. La inmensa mayoría -jóvenes de ambos sexos de distintas universidades, localidades y campos de lucha- se caracterizó por una participación aguda, generosa, entusiasta, creativa. Imperó un clima de fraternidad y de unión en el esfuerzo común en pos de la conjunción de los movimientos y de un programa a la vez democrático y anticapitalista. Los resultados del encuentro, pasada la borrachera electoralista o antielectoralista de los que usurpan el primer plano en el escenario nacional, no se harán esperar. Porque esta reunión en Guerrero, de gente que venía de diversas regiones y realidades nacionales, no hubiera sido posible si en escala nacional no hubiese la necesidad de ese tipo de debates, de la circulación de ideas, de la confrontación de experiencias, no para competir con otros sino para aprender todos cómo avanzar más y mejor.

No faltará algún idiota que diga que mis elogios al seminario provienen del ego satisfecho, ya que el mismo fue también un homenaje que diversas organizaciones decidieron hacerme. Creo que la cosa es al revés: decidieron hacer esta discusión tan decisiva, y darle también el carácter de homenaje, porque no sólo tienen conciencia de lo que es fundamental discutir, sino también porque desde hace años trabajan y militan coherentemente con esas ideas, y en este escribidor y viejo militante social y político (en todo sentido) encuentran simplemente uno de ellos, que en algo puede serles útil.

Por supuesto, expreso públicamente mi más profundo agradecimiento a quienes participaron en este seminario en calidad de organizadores, de expositores, de público activo e inteligente, pero lo hago sobre todo porque entendieron homenajearme discutiendo qué pasa y qué hacer, para la liberación de todos, criticando también todo lo que se debe criticar y todos los errores y las limitaciones de quienes tratan de ser útiles a la emancipación humana (comenzando por mí mismo).

 
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