La diva brasileña se presentó en el contexto del Festival Internacional Junio Musical
Unión de trópicos en Jalapa con la legendaria voz de Gal Costa
Los asistentes se sumieron en un ambiente de club nocturno, donde destacó la sensualidad de la intérprete
El arte puede ser subversivo porque transforma, dijo en entrevista con La Jornada
Ampliar la imagen El público que asistió al Teatro del Estado, en Jalapa, Veracruz, ovacionó de pie a Gal Costa, intérprete brasileña con 40 años de trayectoria artística. Arriba, un momento del concierto, el pasado viernes Foto: Eduardo Zappa
Jalapa, Ver., 10 de junio. Los trópicos brasileño y mexicano se unieron en la voz de Gal Costa.
La noche del viernes, los asistentes al Teatro del Estado, lleno a tope, ovacionaron a la legendaria cantante de Brasil. Entre los presentes (en su mayoría arriba de los 30 años de edad) había seguidores de bossa nova y del tropicalismo, para quienes el concierto tenía una enorme carga emotiva.
Veracruz comparte con Brasil, en especial con la región de Bahía, el trópico y el mestizaje de tres culturas: africana, blanca e indígena, como comentó a La Jornada Manuel Zepeda Ramos, director general de Difusión Cultural de la Universidad Veracruzana y encargado del Festival Internacional Junio Musical, en el cual Brasil es el país invitado, y en cuyo contexto se presentó Gal Costa.
La cantante de 60 años, considerada por muchos como la mejor de su país, interpretó, sobre todo, piezas de Hoje, su más reciente disco, el cual promociona actualmente y que incluye desde baladas acompañadas por piano hasta piezas que se inclinan más hacia el jazz.
Se trata de una producción compuesta, en su mayoría, por temas de compositores jóvenes poco conocidos, así como un par de canciones de viejos amigos, como Luto, de Caetano Veloso, y Embebedado, de Chico Buarque y José Miguel Wisnik.
La cantante fue fundadora, junto con Caetano Veloso, Gilberto Gil, Tom Zé y Os Mutantes, del tropicalismo, movimiento surgido a finales de los años 60, el cual abarcó desde el bossa nova hasta el rock and roll, revolucionó el arte en Brasil y se enfrentó a la dictadura militar.
"El arte puede ser subversivo porque transforma. Las personas que hacen arte y quienes están en contacto con él tienen la capacidad de cambiar a las personas, por eso es revolucionario, no en el sentido de militancia política, sino en el de los sentimientos, el de la formación", contó una Gal Costa contenta y cansada, en entrevista exclusiva con La Jornada, tras el concierto.
Respecto de la gestión de Gilberto Gil en el Ministerio de Cultura de Cuba, Costa opinó que "la política cultural no ha avanzado tanto, porque creo que Gil no tiene para hacer mucho más de lo que viene haciendo... Hace lo mejor que puede. Dentro de la política de Brasil, creo que Gil es lo mejor que hay, porque es un hombre íntegro; el Partido del Trabajo vino con tanta corrupción... fue una decepción para el pueblo".
Al pedirle algunos ejemplos de logros de Gil, dudó: "No sé, ¿qué ha hecho?..."
La influencia de João Gilberto
João Gilberto fue el cantante que más influyó en Costa y su generación: "Cuando oí por primera vez a João Gilberto fue una mudanza (cambio) muy grande para mi vida, para mi manera de gustar y oír la música; era como si yo comenzara a aprender a cantar de una nueva manera. João Gilberto le dio modernidad a mi canto", dijo, en portuñol, Gal Costa.
En esta ocasión, la gloriosa voz de Costa estuvo acompañada por Marcus Teixeira en la guitarra eléctrica y acústica, Jurim Moreira en la batería, Marcelo Mariano en el bajo, Keko Brendão en el teclado, Jacaré en la percusión y Ricardo Villas, Julio Borges y Ed Flach en los acompañamientos vocales. Todos los músicos son menores en edad que Costa, por lo que la música se enriqueció con las interpretaciones de lo que parecían ser al menos tres generaciones.
Hacia el final del cálido concierto, Gal Costa jugó con Marcus Teixeira: la voz imitó los acordes de la guitarra eléctrica con una asombrosa perfección, en un juego de espejos jazzeado.
La voz madura y profunda de Gal interpretó una canción compuesta para ella por Moreno Veloso, hijo de Caetano y ahijado de la cantante, y que da nombre a su reciente producción, Hoje.
Vestida toda de negro, elegante, con una sensualidad natural: bastaban unos discretos movimientos de cadera y una sonrisa para que Gal Costa arrancara suspiros a más de un hombre, en un teatro que más bien tenía ambiente de club nocturno, con una leve cortina de humo en el escenario y un sencillo juego de luces. Alguno diría que sólo faltaba el ron.
Los tres coristas, afrobrasileños, con maravillosas voces profundas y dulces, hacían recordar a las del grupo sudafricano Ladysmith Black Mambazo. Estos alegres y juguetones jóvenes, con pinta de hiphoperos y que bailaban con cierto estilo breakdance, eran algo así como el vínculo entre el ayer y el hoy.
Destacó, por ejemplo, su participación en Mar e sol, acompañados por los suaves ritmos creados con cepillos y manos en la batería. La canción culminó con una percusión a ritmo de batucada.
Gal Costa, a quien se le conoció como la salvaje diva hippie del tropicalismo, se ha ido sofisticando a lo largo de sus 40 años de trayectoria artística, ha ido incorporando distintos géneros, y ahora hay quienes creen que se inclina demasiado al pop. Puede ser que una canción que muestra este lado sea Sexo e luz, que recuerda ligeramente a Seven seconds, de Youssou N'Dour.
(Su sofisticación llega a otros extravagantes terrenos, como lo ilustra la siguiente anécdota: pidió ser trasladada en un coche Jaguar. Los organizadores del festival finalmente encontraron uno: su dueño es uno de los integrantes del grupo Los Joao, quien hizo de chofer de la brasileña.)
Quizá una de las interpretaciones más desgarradoramente bellas fue Sem você, que inició acompañada sólo por el piano. La voz de Gal Costa temblaba mientras se preguntaba "¿qué haré sin ti?"; se elevaba aguda mientras exclamaba "¿dónde estás?", y al momento siguiente bajaba, en profundo dolor, "sin ti".
En la samba Un passo à frente, de Moreno Veloso y Quito Ribeiro, los coros tuvieron un sabor funk.
En esta ocasión, los jalapenses fueron los únicos privilegiados en escuchar a estos espléndidos músicos, quienes se iban a presentar en el Salón 21, en la ciudad de México, pero Operadora de Centros de Espectáculos SA de CV canceló a última hora el espectáculo.
Forzoso encore
Tras ser ovacionados por un emocionado público de pie, los músicos regresaron a interpretar, entre otras, una dolorosa y hermosa versión bossa nova de As time goes by, sin duda, una de las canciones que ha acompañado más corazones, sobre todo en la nostalgia del amor imposible, en los 50 años recientes: "It's still the same old story/ a fight for love and glory/ The world will always welcome lovers/ as time comes by" (Sigue siendo la misma vieja historia/ una lucha por el amor y la gloria/ El mundo siempre dará la bienvenida a los amantes/ mientras el tiempo pasa).
"La música toca el corazón, es un misterio y no hay necesidad de tratar de entenderla", concluyó Gal Costa.
Ese misterio fue el que unió al trópico brasileño y mexicano, el viernes por la noche.