Editorial
España: la ofensiva de los violentos
El proceso de paz para el País Vasco iniciado hace unos meses por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se ha enfrentado en días recientes a una ofensiva verbal y propagandística del Partido Popular (PP), en la oposición desde 2004, cuando la ciudadanía española lo echó del poder por mentir sobre el origen de los atentados terroristas del 11 de marzo de aquel año. Lo que el PP pretendía entonces, al atribuir en falso los ataques criminales de ese día al terrorismo independentista vasco, y llevar el conflicto a un punto sin retorno, lo pretende ahora, al presentar los contactos formales que el gabinete del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) busca establecer con Batasuna la formación independentista vasca ilegalizada por Madrid como una traición a las víctimas de la violencia etarra.
La hipocresía de los "populares" es ejemplar, pues el gobierno de José María Aznar sostuvo encuentros con la predecesora de Batasuna, Herri Batasuna (HB) en 1998, en Burgos, en un ensayo de negociación que fracasó.
Debe reconocerse que, en alguna medida, el partido posfranquista ha logrado ahora su cometido: movilizar contra la paz a sectores de la sociedad proclives a la intoxicación publicitaria de la derecha partidista, para la cual no hay otra perspectiva de paz que la represión policial y el aplastamiento de todas las expresiones del nacionalismo vasco, desde el terrorismo de ETA hasta el gobernante Partido Nacionalista Vasco (PNV), de matriz democristiana, pasando, desde luego, por la izquierda abertzale que ha apostado por la lucha política legal. Particularmente grave es la manipulación demagógica del dolor de los sobrevivientes y de los familiares de los muertos en atentados terroristas, ya sean los perpetrados por etarras o los del 11 de marzo, relacionados no con el conflicto vasco sino con la participación de España en la invasión y ocupación de Irak.
Tras ese designio no sólo se manifiesta un centralismo que tiene por antecedente la consigna franquista de "España una, grande, libre", sino también el interés por mantener vivo a toda costa un conflicto armado que ha sido la justificación central del autoritarismo aznarista: sin asesinatos y bombazos que perseguir, el PP se queda sin programa político.
Pero el camino de la represión policial pura y dura al terrorismo, puesta en práctica por José María Aznar, Mariano Rajoy, Ignacio Astarloa y demás enfurecidos, fracasó hace mucho tiempo. Las sociedades española y vasca merecen una paz interna basada en el entendimiento, el diálogo y la negociación. Para lograr tales objetivos es indispensable que aíslen a las voces de la intransigencia y la cerrazón, cuyo objetivo no es otro que la perpetuación de la violencia. Es necesario, además, empezar a cerrar los rencores de uno y otro lado, por justificados que sean, e impedir que un partido desacreditado y carente de perspectivas y propuestas los exacerbe y haga fracasar la paz para obtener con ello beneficios políticos a costa del conjunto de los pueblos de la península.