Balance de la Jornada
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El balón rodó ya para las 32 selecciones de Alemania 2006. Y, salvo algunas sorpresas, puso a cada quien en su lugar.
En el bufete que representa el Mundial, los poderosos siempre disfrutan los manjares. Y así se perfilan ya Alemania, Inglaterra, Holanda, Argentina y Brasil. Uno podrá esperar siempre más de ellos, pero al final obtienen el triunfo que necesitan.
La FIFA ya había pavimentado el camino de Alemania. Pero los teutones borraron ayer las dudas que habían generado ante Costa Rica -que sólo tuvo dos llegadas y anotó dos goles-, y hasta se salieron de su acostumbrada frialdad teutona para realizar un encuentro vibrante y emotivo.
Alemania no sólo calificó, sino que se ratificó como firme candidato a lograr el título. Parece regresar la añeja definición del futbol: "Es un deporte de once contra once que siempre ganan los alemanes".
En contraste, después de obtener el título en 1998, Francia sigue cuesta abajo. A Zinedine Zidane y compañía el tiempo se les vino encima y aquel futbol que entusiasmó a tantos ha quedado reducido a un intercambio de gritos entre ellos. De Thierry Henry no se esperaba más: es de esos jugadores exquisitos en su equipo pero grises con su selección.
Una bocanada de aire fresco podría representar la República Checa. En los partidos posteriores se podrá analizar si su brillante presentación se debió a su poderío o a la decadencia de la selección estadunidense.
De los equipos medianos hablan los resultados, porque van del esplendor inicial de España a la victoria mínima de Portugal.
La Furia Roja pasa cada cuatro años de la esperanza a la frustración. Ahora parece distinto luego de la contundente goleada frente a una decepcionante Ucrania. Fue el marcador más abultado de la primera ronda y eso debe llamar la atención.
México logró un triunfo que por sí solo no significa mucho, a pesar de que las televisoras insistan en que los tricolores son los nuevos héroes nacionales. Pero tienen motivos de sobra para hacerlo: dinero, rating y los políticos en campaña que desean estar más tiempo en la pantalla que el propio Oswaldo Sánchez.
Sin duda, los africanos han sido una auténtica decepción.