Cosas del Futbol
Un portero desempleado de nombre Joao Ricardo, que juega para An-gola, envió ayer al Tri al limbo. Con razón Portugal ganó a su ex colonia con un raquítico gol. Viene ahora lo de casi siempre: angustia, sufrimiento. Parece destino.
Los jugadores mexicanos se pasaron prácticamente los 90 minutos de juego en territorio angoleño. Fue en vano. Ese factor llamado nervios atenazó la mente y las piernas de la selección. No jugó mal, pero eso pasa a segundo plano cuando el marcador no refleja lo que sucede en el terreno de juego.
Llega el miércoles, llega Portugal. Aun perdiendo México pasaría a la siguiente ronda siempre y cuando Angola e Irán empaten o, en caso de ganar Angola, el gol average favorezca al Tricolor.
Pero tampoco pasa nada si el Tri no llega. Estamos hablando de un juego. El país no es mejor, ni más democrático si su equipo de futbol gana. Por lo mismo es asombroso que haya quien piense que, en función de que México avance, algún partido político podría ser favorecido por el voto en las elecciones del 2 de julio.
Eso es creer que los mexicanos, o cuando menos una parte de ellos, somos retrasados mentales. Algunos sí lo somos, pero tampoco es para dar por hecho que ligamos el voto a las patadas.
Quienes sí están más que preocupadas por el inmediato futuro de la selección de todos son las dos televisoras nacionales, esas sí, de sus dueños y de gran parte del país. Televisa y Tv Azteca, dicen quienes saben, tuvieron que ejercer un gasto no presupuestado en la compra de velas. Cuentan los habituales de la Basílica que la Virgencita está ya medio mareada.
Se entiende el fenómeno futbolero porque, cuando menos en México, la ausencia de buenas noticias obliga a la gente a mirar hacia otros teatros. Que el Tri avance alimenta el optimismo de las mayoría y el bolsillo de las minorías. Pero eso también es lo de menos. Mejor que gane.
Otro país latinoamericano, Argentina, estrujó a Serbia-Montenegro, selección que representa a un país inexistente. Hace un par de semanas los montenegrinos decidieron caminar solos y se han conformado en un Estado. Pero como el equipo se clasificó antes que la realización del referéndum, pues ahí está para el registro un conjunto que ni es Serbia ni es Montenegro.
Los argentinos, con Riquelme disfrazado de Einstein, hicieron lo que quisieron. Al final entró Lionel Messi y la armó. Si yo fuera técnico apostaría por un equipo con 11 Messis. Por lo menos me moriría de la risa.