El pajarito azaroso
A falta de corridas, silenciadas por el Mundial, leía el libro de Jean Laplanche Castraciones y simbolizaciones, que cita un texto de Montaigne, en el que se divierte con el pene, como si fuera un pajarito. Y jugando a los símbolos yo asociaba al pajarito con la selección mexicana de futbol, hoy que nada importa más que meter el pajarito en la cueva enredada de hilos de suave delicia.
Dice Montaigne "que razón hay para detectar la indócil libertad de esta fuerza rítmica que vuela en los aires; inflada y vestida de plumas, que tan inoportunamente se inmiscuye en todo, cuando no tenemos en qué ocuparlo y desfallece tan inoportunamente, cuando queremos tenerlo todo ocupado". En la misma forma, los mexicanos jugaban y volaban tan bonito, al no haber qué penetrar y desfallecían a la hora buena de meterlo al rinconcito arrullador del bosque enredado.
Maldito "pajarito que con tanto imperio hace querella de soberanía a nuestra voluntad y rechaza con tanto orgullo y obstinación nuestras solicitaciones mentales".
Maldito pajarraco, primo del pajarito al que le mentamos su madre, porque no llegaba a la cueva maltrecha y desfallecido. ¡Ah que pajarito tan azaroso!