Usted está aquí: jueves 22 de junio de 2006 Opinión Balance de la Jornada

Balance de la Jornada

Miguel Angel Ramírez

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Un aire apocalíptico acompañó el pase del Tricolor a la segunda ronda del Mundial. No sólo por la pobre exhibición ante Portugal y el aventón que se requirió de Irán, sino porque a la vuelta de la esquina espera Argentina.

Será desempeñar, para muchos, el papel de David ante Goliath en los octavos de final.

Por lo pronto, el técnico Ricardo La Volpe trató de que no se enterraran las ilusiones de los aficionados mexicanos al asegurar que el sábado se verá a un equipo diferente, con soltura, porque la presión se ha esfumado.

No será fácil que regrese a la mente de los aficionados el "sí se puede". Angola terminó siendo una pesadilla y eso que las oficinas de apuestas británicas la ubicaron en último lugar como vencedora del Mundial, con 402 a 1.

El favorito de los apostadores, la víspera del Mundial, evidentemente era Brasil, con 5 a 2, pero atrás colocaron a Argentina, con 8 a 1, junto a Inglaterra y Alemania.

Por si algo faltara para no alimentar el optimismo de los mexicanos, el diario Jerusalem Post publicó ayer que, según una interpretación de las Sagradas Escrituras, a partir de un estudio de algunos versículos del Libro de los Números, la selección argentina se llevará el título de Alemania 2006.

El estudioso israelí, David Skolin, deduce además que el equipo de José Pekerman se impondrá 3-0 a los anfitriones, el 9 de julio.

Así, no hay aficionado mexicano que no se sienta, por ejemplo, como los seleccionados de Dinamarca, antes de viajar a nuestro país con miras al Mundial 86: seriamente amenazados.

Aunque lo que preocupaba a los daneses no era su rival en octavos de final, España, que los goleó 5-1 en Querétaro, sino el cambio de patrocinador de la selección: en lugar de una cervecera iba a ser una empresa de productos lácteos. Y es que, según algunos, se matarían "antes de cambiar una cerveza por un vaso de leche".

Un cable de la agencia UPI establecía que los dirigentes querían guardar el secreto hasta después de la Copa del Mundo, "para que los jugadores no se inquietaran".

Se decía que el único que toma leche en Dinamarca es "un gran danés", y no precisamente un ciudadano destacado, sino un perro de esa raza.

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