Presentan La conjetura de Euler, nueva novela del neurólogo Bruno Estañol
Vislumbres del caos que preside el universo
Un diario apócrifo de Denis Diderot, editor de la Enciclopedia en la Francia de la Ilustración, es el hilo conductor de La conjetura de Euler (Cal y Arena), la reciente novela de Bruno Estañol (Tabasco, 1945), neurólogo de profesión y literato por convicción.
El autor califica el texto de ''extraña reflexión sobre la vista y el tacto; un sutil argumento sobre las limitaciones de nuestro conocimiento empírico; un delicado rompecabezas narrativo donde los eventos imaginarios y los históricos se confunden; un caleidoscopio de perturbadoras ideas sobre el infinito, el mal y el caos que presiden el universo".
Con una buena dosis de humor, Estañol mezcla planteamientos filosóficos y matemáticos con citas históricas y ficción, aunque aclara que no se trata de una novela filosófica ni histórica, ''es una narrativa de ideas".
En charla con La Jornada, el escritor detalla que La conjetura de Euler se ''inicia cuando Diderot es encarcelado por escribir un libro llamado Cartas sobre los ciegos para el uso de los que ven. El motivo real del encarcelamiento es que Diderot ha escondido en su libro una bomba: cuestiona la existencia de Dios.
''Luego, el propio Diderot relata que el matemático ciego Nicholas Saunderson, heredero de Newton en la cátedra de matemáticas en Cambridge, en su lecho de muerte manifiesta que creería en Dios si lo pudiese tocar.
Revisión de epistemologías
''La novela -prosigue Bruno Estañol- contiene un fuerte elemento neurofisiológico, cuestiona la epistemología del siglo XVII y la moderna. Con elementos como las matemáticas y la teología relata que el mundo lo conocemos mediante una estructura intermedia que son los órganos de los sentidos. La narración está estructurada como una espiral que se va apretando cada vez más y suma diversas narrativas ecuménicas que al final confluyen en una sola.
''Los personajes reflexionan también sobre la ética, la idea del mal, del caos, del infinito". Algunos de éstos, que aparecen o son mencionados en la novela, son descritos así por Estañol.
Voltaire: ''Era enjuto e inteligente, su retrato aparece en los diccionarios y enciclopedias. Podía escribir admirablemente bien sobre todos los temas. Creía en la libertad de publicar todas las ideas (...) Pensó que si Dios no existiese habría que inventarlo. Esto por razones morales. Cuando se enfrentó a Federico II, quien lo creyó de su propiedad, escribió: 'Yo no tengo un cetro, pero tengo pluma' (...) Fue amigo de Diderot hasta que los dos se aburrieron. Prefería que lo odiaran a dejar de decir algo inteligente o sarcástico".
Isaac Newton: ''Matemático y físico. Una de las mentes más poderosas que ha existido. Con sus tres leyes del movimiento y la ley de la gravitación universal describió con admirable economía los movimientos de los astros en el inmenso espacio sideral y el de los objetos en el minúsculo planeta Tierra (...) Era incansable querellante y cultivaba, imparcialmente, enemigos cercanos y lejanos. En secreto era místico y alquimista, pero su contribución en estos campos no es muy reconocida".
Jean-Jacques Rousseau: ''Pensó que la sociedad corrompe a los hombres y que el hombre en su estado natural es bueno. Este bon sauvage jamás ha sido encontrado".
Leonhard Euler: ''Mathematicus. Quedó ciego a los 50 años: en la dilatada oscuridad calculaba y pensaba. Dictaba sin equivocarse (...) Inventó casi todos los símbolos del cálculo infinitesimal. Era callado, pero cuando hablaba nadie le discutía".
La conjetura de Euler, de Bruno Estañol, se presenta hoy en la Librería Octavio Paz (Miguel Angel de Quevedo 115, Chimalistac), a las 19:30 horas. Participan José María Pérez Gay, Luis Barjau, Hugo Hiriart, Hernán Lara Zavala y el autor.