Cosas del Futbol
Es la hora de agarrarse de algo, de alguien. Unos se conectarán al rosario de los consuelos, otros agarrarán a La Volpe para hacer de su carne picadillo. México no pudo con Argentina, aunque cuando menos vivió un sueño durante cuatro minutos, los que transcurrieron entre el gol de Márquez y el de Crespo. Fue un partido desprovisto de tácticas. Seguramente los entrenadores las dispusieron, pero los 22 jugadores, ya sobre el verde césped, decidieron ir por su cuenta. Eso salvó al futbol.
Si los jugadores entregaron hasta lo que no tenían, mención especial merecen también los locutores de la televisión mexicana, las empresas que más gastaron en el Mundial alemán. Su papel fue, por decir lo menos, lamentable. Gritones, empeñados en equiparar al Tri con el país, como si del futuro del equipo futbolero dependiera el de la nación, los gritones de Televisa y Tv Azteca dieron un curso, no gratuito, de lo que no debe hacerse con un micrófono delante.
La escuela de Enrique Bermúdez ha permeado. La competencia entre los locutores de ambas televisoras pasa por saber quién dice más barbaridades en 90 minutos. Para nuestra desgracia, el partido entre argentinos y mexicanos duró 120 minutos. Fue tal el nivel de la vulgaridad exhibida que Javier Vasco Aguirre no pudo evitar decir salvajadas. Y todos ellos envueltos en la enseña nacional.
Pobre bandera.
La Volpe apostó fuerte alineando a Castro y a Guardado. Le salió muy bien porque taponó las subidas de los laterales argentinos, Sorín y Scaloni y, de paso, le sirvió para ahogar al cerebro argentino, el inmenso Riquelme. El esquema duró lo que permitió el gol argentino y la lesión de Pardo. A partir de ahí los jugadores se olvidaron de sus técnicos.
Márquez, por suerte, hizo de Márquez, por eso marcó el gol, como de vez en cuando hace con el Barcelona. Pero le faltó a México el jugador que marca diferencias. En un partido tan cerrado como el de ayer son precisamente ese tipo de jugadores los que desnivelan la balanza. Esta vez fue Rodríguez, pero Argentina tiene cuatro o cinco futbolistas que, en la peor de las situaciones, resuelven la partida.
Es la diferencia entre los buenos equipos y los que no lo son. Esa es la diferencia entre Argentina y México, bueno, esa y la historia detrás de cada selección, y la mentalidad y garra de los jugadores y el físico y... las ganas de ganar.
Fuera de esos pequeños detalles, pues mejor nos agarramos de los consuelos para rescatar algo de lo perdido. Por lo menos no hicieron el ridículo, como ante Portugal, por lo menos plantaron una buena cara, por lo menos perdieron por un gol, que siempre es mejor que perder por dos, ¿o no?
Se acabó el sueño. La próxima gran cita es el 2 de julio, no en Alemania, sino en México. Hay que votar, y si es masivamente, mejor. Es bueno votar, dicen quienes saben, y es más bonito que el voto se respete.
Ojalá que así suceda.